Fueron 21 meses los que el ex presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, pasó encerrado en prisión preventiva tras ser acusado de blanqueo de capitales y pertenencia a una organización criminal. Tras 645 días, finalmente el 27 de febrero del 2019, el ex dirigente azulgrana fue absuelto por la Audiencia Nacional.
Ahora, casi cuatro años más tarde, el empresario catalán confesó alguna de las situaciones que le tocaron vivir tras las rejas: cómo pasaba sus días, las amenazas que recibió, los llantos desconsolados y por qué le dieron una caja de preservativos y vaselina al ingresar.
En diálogo con su amigo Risto Mejide en el programa Viajando con Chester del canal Cuatro, Rosell afirmó que lo amenazaron “un par de veces, pero enseguida mis compañeros salieron en mí defensa”.
“Me iban a dar de hostias (golpes). Una por ser presidente del Barça y otra por ser catalán. Me pasó una vez en Madrid y otra en Barcelona, pero las dos me protegieron sin que lo pidiera. Uno me dijo que le pague todo lo que me pidiera hasta que quisiera o me reventaba, pero salieron mis compañeros y lo frenaron”, añadió.
El ex presidente del Barça entre 2010 y 2014 pasó un tiempo en la cárcel Brians 2, en la que hoy se encuentra Dani Alves. “En Barcelona me hice muy amigo de un jefe gitano que era muy del Barça. Entonces, ahí el que me amenazó fue un gitano. El jefe le dijo cuatro cosas y se paró todo”, apuntó.
En casi dos años tras las rejas, el empresario de 58 años reconoció que fue testigo de muchas peleas: “Aquellos días te acojonas. Uno le clavó un palo astillado a otro porque le debía una Coca-Cola”.
Al mismo tiempo, también relató que el tabaco era la moneda de cambio y que si bien “la cárcel es gris y un poco rancia”, también “descubres mucha humanidad, un contraste de emociones, de colores, de tristezas, de risas incluso”.
“Yo no recordaba haber llorado en toda mi vida y allí lloré varias veces y a moco tendido, después me encontraba mejor”, comentó.
Al ser consultado sobre el motivo por el que a su ingreso lo proveyeron de una caja de preservativos y vaselina, Rosell admitió: “Hay mucha relación homosexual en la cárcel, pero incluso de gente que no es homosexual”.
A casi cuatro años de su liberación, Rosell afirmó que aun le queda una acusación pro resolver de las seis que tenía: “Yo he tenido hasta ahora seis casos, de los cuales cinco me ha acusado la Fiscalía. De los seis que me piden penas de prisión, de cinco he salido absuelto. Sólo me queda uno pendiente que me acusa la fiscalía de tráfico de órganos humanos”.
Esta acusación estaba enmarcada en el recordado caso de Eric Abidal, en donde la polémica giró en torno a que el hígado que recibió no parecía ser de un familiar: “¿Cómo vamos a traficar con órganos si le hacen el trasplante en el Clínic? Tendrían que ser cómplices míos para hacer una cosa de estas. La juez cuando escuchó lo que acabo de contar, lo archivó. Pero alguien de la fiscalía consiguió que lo reabrieran y aún lo tengo pendiente”.
Finalmente, contó como era un día en la cárcel: “Conocíamos muy bien la celda porque pasábamos quince horas al día en ella, contando las ocho de dormir (...) Luego bajábamos a las ocho a desayunar, después buscábamos qué actividad se podía hacer. El objetivo era salir del módulo y después comida, celda, que eran dos horas de siesta, y por las tardes era el momento de cartas, libros, dominó, parchís, jugar un rato con los amigos, cenar y luego ya a dormir. Eso era lo que hacíamos cada día excepto los domingos que íbamos a misa”.
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