El fútbol se basa en la toma de decisiones. Dentro de la cancha y fuera de ellas. Los caminos que se elijan son los que guiarán al éxito o fracaso. La madurez de cada protagonista es fundamental para encauzarse a buen puerto y no a todos les llega en el mismo momento. Probablemente estos parámetros hayan sido los que llevaron a Lautaro Martínez y Braian Guille, compañeros de habitación en la pensión de Racing Club, a distintos senderos. Uno, a disputar una Copa del Mundo; el otro, a deambular por el Ascenso, perder la brújula y echar por la borda todo el esfuerzo que hizo desde niño para triunfar en el complicado mundo del fútbol. “Se me cerraron muchas puertas, me estaba ahogando por tomar malas decisiones”, es la frase con la que el flamante refuerzo de Atlético Tucumán describe su peor crisis antes de relanzarse en Olimpo de Bahía Blanca.
Braian es el mayor -y, según dice, la “oveja negra”- en una familia de cuatro hermanos que tienen predilección por la doma y todo tipo de deportes con caballos al igual que su papá. Desde los 4 años empezó a jugar al fútbol en torneos barriales en su Olavarría natal, donde llamó la atención de Estudiantes y Embajadores. Aunque le propusieron ficharlo, decidió jugar un certamen zonal con el equipo de Barrio Independencia, que lo formó. Más tarde, en Embajadores, fue apadrinado por Fernando Tero Di Carlo (ex delantero de Platense y Huracán, entre otros), que se lo recomendó al coordinador de las inferiores de Racing Fabio Radaelli cuando éste lo consultó por algún pibe con las características de Lucas Janson, oriundo de la misma localidad y al que había llevado antes a Tigre.
Previo a la mudanza a la pensión de la Academia, Guille estuvo en la de Argentinos Juniors con apenas 11 años. Ese año vivió su primera frustración en el fútbol: “No tuve más lugar en el club y mis viejos no podían bancarme económicamente. No se los demostraba a ellos, pero sufrí. Yo no me quería ir, pero me volví a Olavarría y terminé en Sarmiento de Junín, que jugaba los torneos de AFA. Me iba mal en la escuela y por eso no me ponían. Se acumularon varias cosas y a los siete meses me volví otra vez a Olavarría. A la semana me había arrepentido de irme de Sarmiento”. De fuerte temperamento, fue expulsado varias veces en Embajadores hasta que le pidió a Di Carlo que le consiguiera alguna prueba. Quedó en Olimpo y Villa Mitre de Bahía, pero le echaron el ojo en Racing y lo ficharon con 15 años.
Tres días en la entidad de Avellaneda le bastaron para ser sumado a la Categoría 97 de Lautaro Martínez, que contaba con otros proyectos como Brian Mansilla y Fernando Valenzuela. “Con Lautaro llegamos los dos en 2014 y compartimos habitación en la pensión. Él era de mentalidad muy fuerte, evitaba tomar una gaseosa o comerse una hamburguesa con papas fritas. Una vez fui a comer a la casa y él tenía una porción re chica en el plato. Le pregunté cómo se podía llenar con eso. Yo no podía, si tenía hambre me compraba cualquier boludez. Por eso él estaba todo marcado y fibroso, ni lo movías. Por detalles como esos algunos no llegamos adonde está él y obviamente te arrepentís”, es una de las primeras reflexiones y paralelismos que traza con el Toro, apodo que se ufana de haberle puesto a Lautaro en sus tiempos de Inferiores.
Braian todavía recuerda haber visto los partidos del Mundial 2014 en la pensión, como también las charlas con el futbolista del Inter y la afinidad que adquirieron en poco tiempo. Sin conocerse, se habían enfrentado en un duelo entre la Sub 15 de Olavarría y la de Bahía Blanca. “Ellos eran como la Scaloneta ahora. Y ahí estaba con la 10 el Cabezón, que ya la rompía”, es su fugaz memoria de ese duelo. La rectitud de Lautaro se notaba en distintos ámbitos; el orden en la pensión, la escuela o las concentraciones: “Él era como muy correcto y centrado, sabía lo que hacía. Yo no, yo era un barrilete, no me importaba nada. Recién ahora estoy entendiendo las cosas, imaginate el tiempo que me costó”. En la pensión, Guille “vivía suspendido”, mientras que Lautaro cumplía a rajatabla cada pauta.
Los sábados en el Predio Tita Mattiussi o en cancha visitante, ambos congeniaban con el balón: “Él destrababa los partidos. Lo que le pedimos hoy a Messi era él en nuestra categoría. Nos marcaba los pasos. Nosotros le teníamos que tirar la pelota correcta y, si le daban un metro, la mandaba a guardar. Usaba muy bien el cuerpo, tenía viveza para moverse y entender el juego. Cuando me marcaba el pase con el brazo o escuchaba su grito, se la pasaba y era gol cantado del Toro”. Las prometedoras características como volante ofensivo o delantero le abrieron a Braian Guille una puerta en la Selección Sub 20 en la que Lautaro ya tenía un lugar. Boca y River se opusieron a ceder varios de sus juveniles para el Torneo de L’Alcúdia 2016 y Guille viajó a España junto a Martínez y Brian Mansilla, todos de Racing, para formar parte del equipo dirigido por Ariel Paolorossi que quedó segundo atrás del país anfitrión (cayó 3-1 en tiempo suplementario en la final).
“Nunca lo había visto jugar como en L’Alcúdia, fue una locura. Ya había explotado en Racing, había hecho como 50 goles en dos años entre Inferiores y Reserva, pero ese torneo fue un plus de todo lo que había hecho. Coronó todo. El arquero le tiraba un pelotazo de área a área y la bajaba con el defensor pegado en la espalda haciendo jueguitos. Al único que le vi hacer cosas así fue a Messi. Tenía una confianza de locos, por eso salió goleador y mejor jugador del torneo”, es la radiografía que hace Guille del 9 del seleccionado nacional que fue promovido rápidamente a la Primera de Racing.
Él no se quedó tan atrás, aunque el vértigo que había tomado su carrera le jugó una mala pasada: “Me pasó todo muy rápido. Me recuperé de una lesión de meniscos y fui al Sub 20 sin estar en Primera. Volví de ahí y firmé contrato. En cinco meses me pasó de todo. Estaba feliz, sentía que el esfuerzo que había hecho desde los 11 años daba frutos. Pero no fui fuerte de la cabeza”. Hasta hoy, Braian le reprocha a Diego Cocca no haberle dado más minutos o ponerlo en los partidos que estaban dados para él. Entre los profesionales lo aconsejaron Lisandro López, Luciano Aued y el uruguayo Arévalo Ríos, mientras el DT tomó la decisión de bajarlo a Reserva. No tuvo problemas en retroceder un escalón para tomar impulso otra vez, pero sí marca que el paso a Santamarina de Tandil empezó a hacerle tambalear la base del castillo de naipes que estaba formando.
“Era la B Nacional, pero iba con unas ganas bárbaras, llegaba siendo jugador de Racing. Pero te das cuenta dónde estabas, dónde llegaste y ahí empecé a tomar malas decisiones. Me arrepiento de muchas cosas, como haber faltado a entrenar, irme de una práctica... Me arrepiento mucho”, son las palabras que afloran de su boca a modo de mea culpa. Y es el primero que hará ante la cámara, porque luego de repuntar en su cesión a Brown de Adrogué, volvió a cometer errores que repasa: “Dejamos afuera a Independiente en la Copa Argentina y a mí me salieron todas. El Chacho Coudet dijo que si seguía así me iba a tener en cuenta en Racing. Me escribió todo el mundo, prendía la tele y me veía en TyC Sports. Nunca lo había vivido y no tuve claridad para manejar las cosas. Me ‘subí al pony’, como se dice. No es que me iba de joda, me quedaba durmiendo en mi casa porque no tenía ganas de entrenar. Y no tenía necesidad porque el club me quedaba a cinco cuadras”.
A Guille le bajaron el pulgar por indisciplina en Santamarina y Brown de Adrogué. Recaló en Defensores de Belgrano, nuevamente a préstamo, y no repuntó. Llegó a tocar fondo y pensar en que su tiempo en el fútbol profesional había terminado. “Hoy me arrepiento porque no gané nada, tiré todo el sacrificio que había hecho de chico. Se me cerraron muchas puertas por mi irresponsabilidad y las malas decisiones que tomé. Olimpo me agarró justo cuando me estaba ahogando y me sacó. Alfredo Dagna (presidente de la entidad bahiense) me bancó mucho. Miro para atrás, aunque trato de no hacerlo tanto, y yo estaba en las últimas, no me quería nadie. Si en X club preguntaba por mí, respondían ‘sí, es bueno el Negro, pero empecé a averiguar y mejor no, por su conducta’”. El Aurinegro lo rescató del fondo del mar y él retribuyó la confianza: desde su contratación en 2019, su nivel fue de menor a mayor y la temporada pasada fue el segundo máximo goleador del Federal A (14 tantos). Olimpo ganó de punta a punta la clasificatoria de la Zona Sur, pero cayó en semifinales contra Villa Mitre, su clásico rival, en tanda de penales (Guille no jugó por haber sido expulsado en cuartos).
El gran trabajo realizado en 2022 lo puso en carpeta de varios clubes de Primera División. Estuvo cerca de Colón de Santa Fe, pero finalmente fue fichado por Atlético Tucumán: “Hoy trato de hacer las cosas bien, no excederme, cuidarme en todo. Hasta lo que publico en las redes. Entiendo qué sí y qué no. Y para mi vida personal también. El nacimiento de mi hijo me cambió todo. Todo lo que hago, lo hago por él y mi mujer. Estoy mejor de la cabeza, estoy más fuerte y eso es fundamental. Para el jugador, estar fuerte de la cabeza, tener ganas de hacer historia y ser alguien es muy importante”. Con apenas 25 años, Braian Guille se reinventó como jugador y va por más. Por fin hizo ese clic que necesitó para ir a la par de Lautaro Martínez y ahora sueña con achicar la brecha deportiva con el campeón del mundo.
SU ÍDOLO LIONEL MESSI Y SU AMIGO LAUTARO
“Yo a Messi lo amo. Me peleo con cualquiera por él. Cuando jugábamos en Racing, veíamos lejos la posibilidad de jugar con él. Lautaro tenía potencial, pero nunca pensé que explotaría tan rápido. Está en otro mundo. Pensar que yo jugaba con ese Cabezón y le hacía hacer goles... Me pone feliz verlo ahí porque es buen pibe y muy humilde. Y veo los partidos de la selección como un hincha. Más allá de que quería que ganara Messi, yo me siento y lo aliento a Lautaro. ‘Dale, Gordo, dale Toro, dale que ya te va a quedar una’, le digo a la tele. Obvio que él ni sabe”.
Probablemente Lautaro no haya tenido el rendimiento personal soñado en Qatar 2022, aunque aportó su granito de arena y es una pieza clave para Lionel Scaloni. Así lo cree Braian Guille, que afirma que a él y a Messi no los sacaría nunca: “Ya se ganó su lugar y creo que va a escribir su nombre en el país y en el mundo. Va a pasar a Batistuta y Crespo, porque tiene condiciones y hambre de hacer historia, eso no lo tienen muchos. El Gordo sí y lo va a lograr”.
Seguir leyendo: