Diego Dabove, DT en tiempo de redes sociales: “El jugador llega al vestuario, se sienta y lo primero que agarra es el teléfono”

El entrenador de Huracán le recomienda a su propia familia no consumir las plataformas y el “manual de estilo” para sus dirigidos. Por qué el fútbol argentino pese a las carencias beneficia a su profesión

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Diego Dabove, entrenador de Huracán
Diego Dabove, entrenador de Huracán (Foto: Maxi Luna)

Los jugadores de Huracán hacen los últimos movimientos antes de que finalice el entrenamiento. Están acostados en el pasto y estiran sus piernas. Es un mediodía de enero y el sol radiante obliga a secar las frentes cubiertas de transpiración, aunque se permanezca quieto. Diego Dabove, actual técnico del club de Parque Patricios, charla con el arquero Lucas Chaves y antes de liberarlo, intenta dejar plasmado algunos detalles tácticos con una gesticulación de manos. Una vez que los jugadores se van a las duchas, se acerca, pide disculpas por la demora y ofrece hacer la entrevista en su oficina. “Ahí hay aire”, bromea.

Dabove se hizo cargo del primer equipo de Huracán a mediados del año pasado y en un semestre puso al Quemero en la disputa del torneo local. Si bien los números no alcanzaron para destronar del podio al último campeón, Boca, terminó en la cuarta posición con los mismos puntos que River y a cinco del líder. “Estamos en un club donde el hincha no solo se identifica con los resultados sino también con la forma de jugar. Nosotros tenemos que potenciar eso todo el tiempo. El mejor desafío que tenemos es ese: seguir siendo protagonistas, pero con un estilo propio. Creo que lo logramos y ahora hay que sostenerlo”, le dice a Infobae.

Su historia se divide en distintas facetas, todas están relacionadas con el fútbol. Antes de convertirse en entrenador, fue arquero. Hizo inferiores en Lanús, a mediados de los ‘90 llegó a integrar la Primera del Granate con Miguel Russo como director técnico, pero nunca tuvo la oportunidad de debutar. Esa experiencia no lo desanimó y continuó su carrera en diferentes clubes del ascenso –Argentinos de Quilmes, Cañuelas, Deportivo Riestra, entre otros- , hasta que una lesión lo puso en jaque y a los 27 años decidió que era momento de retirarse.

Sin tiempo de lamentos, en los primeros calendarios del año 2000 se sumó al cuerpo técnico de Russo, como entrenador de arqueros y ahí arrancó una nueva etapa de su vida. Trabajó en 15 clubes – cuatro de ellos, los denominados grandes: River, Boca, Independiente y Racing – y su labor le hizo ganar resonancia en el ambiente. Cuando todo indicaba que había encontrado su lugar en el fútbol, en 2017 llegó la propuesta que cambiaría su perspectiva: tomar las riendas de Godoy Cruz de Mendoza. Ese año, con el equipo mendocino consiguió el subcampeonato y la clasificación a la Copa Libertadores. Aquella oportunidad fue el trampolín hacia su actualidad: la oficina que hoy ocupa en La Quemita, en la que se rodea de un gran equipo de trabajo y se obsesiona con las dos pizarras tácticas en la que pone un nombre, borra y pone otro.

-De aquellos años como jugador, después como entrenador de arqueros a tu actualidad, ¿fue cambiando tu visión del fútbol o sigue igual?

-Lo que está arriba de todo es la pasión y el amor que le tengo a este deporte desde muy chico. Tuve la posibilidad de jugar y arrancar a trabajar desde muy joven. Ha ido cambiando la metodología y la cantidad de gente en los cuerpos técnicos. La primera vez que vine a Huracán (se refiere a su etapa como entrenador de arqueros), llegué con Chiche Sosa, Pistola Vázquez, el profe De Santi y yo. Nadie más. Hoy es casi la misma cantidad de gente del staff que la del plantel. Siempre tuvo la exigencia de ganar. Desde hace mil años está el resultado en el fútbol. Lo que ha sido un poco más cruel en el fútbol es todo el tema del ingreso de las redes sociales. Eso ha potenciado un montón de situaciones negativas. En mi caso no tengo ni consumo porque no siento que necesite ni que me haga bien. Te puede confundir para lo bueno y para lo malo también.

-¿Cómo manejas el tema de las redes sociales en el plantel? Imagino que todos tienen y son usuarios.

-Hay una parte que creo que podemos gestionar bien y otra que nos cuesta a todos. De mi parte, les bajo la línea de cuidar sus redes sociales en cuanto a las fotos que ponen, el horario, los lugares o sobre qué opinan. Ser cuidadoso con eso me parece que es fundamental. Hasta ahora en todos los clubes que estuve tuve buena recepción con eso. El jugador entiende los motivos. Después, lo que no hemos podido administrar ni yo ni un montón de cuerpo técnicos con los que hablo, es el consumo. El jugador llega al vestuario, se sienta y lo primero que agarra es el teléfono. Y si jugaste para el culo te van a matar en Twitter y si jugaste bien, lo que dicen en cierta manera es irreal también. Lo bueno no es tan real, es muy ficticio, y lo malo tampoco, pero sí hace mal. A uno, a la familia. A mi familia le bajo la línea para que no miren, ni cuando sale bien ni cuando sale mal.

-En otras entrevistas das entender que sos un obsesivo del trabajo y del fútbol, ¿es así?

-Mucho. Creo que los cuerpos técnicos en general somos todos iguales. Uno vive para esto. Primero porque me gusta y me apasiona. Acá llego seis y cuarto de la mañana, me quedo hasta las tres más o menos, según lo que haya para hacer. Cuando llego a casa, a veces me tiro una siesta y cuando me levanto sigo trabajando. No se si está bien o está mal, pero lo siento de esa manera.

Dabove llegó a Huracán a
Dabove llegó a Huracán a mediados del año pasado y su equipo terminó en la cuarta posición (Foto: Maxi Luna)

-¿Qué parte del trabajo es la que sigue en tu casa?

-En casa repaso el entrenamiento del día, me pongo a ver cosas del rival de turno y después cosas nuestras que quiero ir mejorando. Alguna información me la guardo para el cuerpo técnico y otra se la bajo al equipo. Sea positivo o negativo. Me gusta ser bastante práctico en cuanto a la información que doy. No me gusta que sea excesiva para no confundir el mensaje.

-En los años de futbolista, ¿fantaseabas con ser entrenador?

-Conscientemente no. No era algo que pensaba mientras estaba jugando, ni de chico tampoco. Se me hizo más claro a medida que fue pasando el tiempo. Tengo dos carpetas anotadas del Mundial ‘86 y ‘90 con todas las formaciones nuestras y de los rivales. A veces las he repasado para ver los esquemas que elegía Bilardo con determinados jugadores. Un día se me dio por ver en YouTube la final completa del Mundial ‘78. Quería ver desde lo táctico a Holanda. Y después tengo todo anotado sobre mis partidos, desde novena división hasta la cuarta y reserva. Me gustaba mucho ver quiénes eran los jugadores destacados en la planilla. Y cuando tocó integrar el equipo de Primera (en Lanús), me gustaba participar de la charla previa. En ese momento, el entrenador era Miguel Russo. En el entretiempo me fijaba qué era lo que corregía. Lo hacía inconscientemente porque me gustaba, sin saber que más adelante podía llegar a dedicarme a esto.

-En 2003 te tocó dirigir de manera interina a Lanús, ¿qué recordás de aquella experiencia?

-Lo tomé como algo normal. Los dirigentes vinieron a decirme que iba a dirigir ese partido porque Chiche (Sosa) se había ido. Me dijeron que iba a arreglar Brindisi, pero no se sabía en qué momento. Lo tomé con toda la seriedad. Me acuerdo de que había un objetivo a cumplir con uno o tres puntos que necesitaban los jugadores. Terminamos empatando con Talleres de visitante. Fue una experiencia linda, pero todavía no pensaba en dirigir. Sabía que era ese partido, solo para dar una mano y después tenía que seguir como entrenador de arqueros.

Dabove, además de su buena campaña con el Tomba y anotarse en la historia del club mendocino con la mejor campaña de efectividad en Primera División, tuvo un paso por Argentinos Juniors en 2019/20. Con el equipo de La Paternal logró el objetivo de mantener la categoría y consiguió la clasificación a la Copa Libertadores. Si uno bucea en YouTube puede encontrar una “clase magistral” en la que explica tácticamente a ambos planteles, con una destreza pedagógica que hace parecer sencilla hasta la jugada más intrincada.

Los números que obtuvo en Argentinos Juniors, más el antecedente de Godoy Cruz, llamaron la atención de San Lorenzo y en 2021 se lo vio en el banco de suplentes del Ciclón, pero su paso duró poco. Solo estuvo 21 partidos, entre los cuales ganó 8, perdió 7 y empató 6. Previo a desembarcar en el club de la vereda de enfrente y empezar a conquistar el corazón de la gente de Parque Patricios, tuvo una estadía en Banfield que duró casi siete meses.

-Cuando te llegó el momento de dirigir Primera, ¿Te lo esperabas?

-Fue impensado. Nunca tuve en la cabeza dirigir primera división. Sabía que en algún momento podía llegar a pasar porque llevaba 18 años como entrenador de arqueros. Había trabajado en 15 clubes distintos con 12 cuerpo técnico diferentes. Boca, River, Independiente, Racing, Huracán. Había trabajado en la selección de Baréin con Checho (Batista). Como entrenador de arqueros me sentía reconocido, con muchas opciones laborales y sabía que en algún momento iba a pasar a ser asistente, pero se dio la posibilidad de dirigir la tercera de Godoy Cruz sin que haya hablado con nadie. Un club excelente para trabajar. Ese año nos fue muy bien. Pero después de esa experiencia, me iba a ir con el Chino Saja de ayudante de campo. Cuando le comuniqué al Gato Oldrá que me iba, esa misma semana, me llamó el presidente de Godoy Cruz y me propuso que me haga cargo de la Primera. A partir de ahí no paré. Este año, estoy arrancando mi sexto año como entrenador.

-¿Cambió tu trato hacia los jugadores desde que dejaste el rol de entrenador de arqueros y te convertiste en director técnico?

-La única diferencia que encontré es que con el puesto que tenía antes, la relación con los jugadores era más cercana. Si estás bien jodes, si estás mal te acercas y lo charlas. La relación que haces es distinta. En cambio, cuando empecé como entrenador, tuve qué preguntarme cómo lo iba a llevar. Si iba a poner distancia o lo que sea. Pero terminé siendo como soy y todo lo demás apareció solo. Si bien uno está para tomar decisiones, nunca perdí la cercanía con el jugador y la naturalidad en el trato. Cuando me enojo, debe ser por algo que me tengo que enojar, pero en general tengo una relación muy cercana y buena con los grupos.

-¿Es fácil creérsela?

-Creo que sí. El medio del fútbol está dado para que sea así. Enseguida te ponen allá arriba. El aplauso y la ovación cuestan más, pero el reconocimiento viene rápido. Eso te puede hacer confundir y ahí es donde vienen las cagadas. No tanto en lo futbolístico, sino en la forma de ser y actuar. Empezás a cancherear al jugador, con la prensa. Ahí cagaste. Te pegas contra la pared el año o a los tres años. Eso es algo que me autotrabajo todo el tiempo. Sobre todo, cuando la cosa va bien.

-¿Te gusta el fútbol argentino?

-Soy un enfermo del fútbol argentino. Es recontra competitivo y te hace crecer muchísimo. El día a día en los clubes no hace más que potenciar a los entrenadores. También tuve la suerte de trabajar afuera y es cierto que encontras más tranquilidad y más orden, y que la gestión se enfoca más en lo futbolístico. Si bien acá se da una situación en la que para nosotros y los dirigentes es muy difícil trabajar y gestionar, porque estamos en un país donde la situación es compleja, siento que este tipo de cosas te hacen crecer. Que todo el tiempo se vaya un jugador o que cueste traer un refuerzo, son situaciones que no están en ninguna materia del curso de técnico.

Diego Dabove: “Estamos en un
Diego Dabove: “Estamos en un club donde el hincha no solo se identifica con los resultados sino también con la forma de jugar" (Foto: Maxi Luna)

Por otro lado, el fútbol argentino, o más bien el sudamericano, después de la consagración en el último Mundial, pateó el tablero de algunos gurúes que depositaron el futuro táctico en las escuelas europeas.

-Y se van a tener que replantear un montón de cosas sobre metodologías que parecían que estaban en la elite. Por eso el fútbol es lo más lindo que hay, patea los libros cada cinco minutos. Hoy podés decir la verdad más grande, pero tal vez dentro de cinco años eso mismo sea la pelotudez más grande. Está todo el tiempo en ese círculo el fútbol. Por eso es tan atractivo en el mundo entero.

-¿Qué es lo que más destacas de esta selección argentina?

-Nos encontramos con un equipo de un ADN tan argentino, que fue pasando por distintas situaciones en la que nos sentimos muy representados. Sobre todo, porque había distintas metodologías que parecían que iban a terminar peleando y después no tuvieron el mejor Mundial. Algunas por lo futbolístico y otras por la suerte. Creo mucho en la energía grupal. Eso me parece que fue clave.

-El factor económico es clave en un club con pretensiones competitivas, ¿cómo se trabaja cuando los recursos no son suficientes para traer determinados jugadores?

-Hay que generar la competencia interna. Obviamente la mayoría se quiere ir afuera, pero nos la seguimos ingeniando para darle las herramientas a los dirigentes y armar equipos competitivos. En Argentina, y se ve a las claras por la cantidad de técnicos que hay desparramados por el mundo, a nivel entrenadores, a nivel profes, estamos muy preparados. Te encontras con muchos cuerpo técnicos que hacen que esto sea muy competitivo y esa competencia interna que nos generamos entre todos nos hace crecer.

-¿Qué desafíos tenes diariamente?

-Mi desafío diario tiene que ver con ser mejor cada día. Con intentar que el área que tenemos a cargo mejore y que los treinta jugadores que tenemos entrenando estén todo el tiempo un poquito mejor. Ese es el mayor desafío que tenemos cada vez que nos levantamos, cada vez que planificamos y cada vez que hablamos con los dirigentes. El día que se pierde esa llamita te tenes que ir a tu casa.

-Se suele repetir bastante que se juega como se vive, ¿qué importancia tiene la gestión humana en un plantel de fútbol?

-Del 90 % sé dónde vive, qué quilombo tiene, si está bien, si está mal. Si no sabés eso o no estás informado sobre eso, es muy difícil gestionar. Hoy la problemática social es muy grande y sobre todo con los pibes que vienen de lugares donde hay mucha carencia. Hay que llevar de cerca todas las situaciones, no es solamente fútbol. La gestión humana es muy importante. Necesito que estén bien todos, no solo los jugadores. El médico, el utilero, los que cocinan, el cuerpo técnico que está conmigo. La energía que se crea se genera desde todos lados. La gestión humana está a la par de la metodología, que tiene que ser buena para competir, pero en algún momento tiene que haber un poquito más de gestión humana.

-En todo este tiempo en Huracán, ¿lograste que lo humano sobrepase la metodología?

-Creo que logramos algo muy lindo en ese sentido y no solo me refiero al grupo de jugadores, sino también a todo el staff que está con nosotros en el día a día. Te da ganas de venir, de terminar de entrenar y quedarte. Es un trabajo constante porque donde aflojaste un poquito todo eso se va disolviendo. Todo lo que entra en comodidad te empieza a generar peligro, entonces la cuestión está generar incomodidad para volver a generar una comodidad que permita seguir buscando.

-¿Alguna vez te sentiste defraudado por el fútbol?

Tarda en responder. Los ojos se le ponen rojos y permanece unos segundos en silencio con la vista al frente. “Casi me hacés llorar”, dice.

-Vivo todo el tiempo pensando en esto. A veces me despierto a las cuatro de la mañana para ver a qué jugador pongo por derecha. No quiero pasar por alto la importancia de la familia en todo esto. Si no te apoyan es muy difícil. Es una pasión tan grande y tener la posibilidad de vivir de lo que uno quiere la verdad que lo valoro muchísimo. Tiene momentos feos y la he pasado mal también, pero defraudado por el fútbol jamás. Más bien, agradecido eternamente.

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