No se trata de una negación obcecada. Tampoco surgen objeciones al aporte de la modernidad, que insensatez… Por lo tanto no es una “cosa de viejos”. Antes bien se trata de trasmitir un mensaje muchísimo más simple: la belleza del futbol también consiste en la involuntaria imperfección de sus protagonistas y en el criterio humano de esos mismos actores.
Veamos un pavor que pudo cambiar el destino final de la Copa del Mundo tan brillantemente obtenida por nuestra Selección. Para ello regresemos un mes atrás en nuestros recuerdos y detengámonos en un hecho gravísimo ocurrido en la final:
Marcus Lilian Thuram-Ulien se deja caer en el área argentina “suplicando” una falta. El árbitro polaco Szymon Marciniak desde una ubicación inmejorable resuelve que lo del francés es una clara simulación y lo amonesta sancionando al mismo tiempo un tiro libre indirecto para Argentina.
Es en ese momento en el cual Marciniak recibió la indicación del VAR sugiriéndole realizar un OFR (On Fiel Review o sea Revisión en el Campo) por un posible error en su fallo. El árbitro sostuvo su decisión a pesar de la indicación del VAR –todo en segundos– y no aceptó siquiera ir a ver el monitor. Si el juez se hubiese subordinado a la indicación de sus asistentes del VAR, Pawel Sokolnicki y Tomas Listkiewicz –también polacos–, debió cobrar un tiro libre penal para Francia a los 87´ que en caso de convertir –probablemente a cargo de Mbappé- hubiese pasado a ganar el encuentro a tres minutos del tiempo final reglamentario.
O sea que éste dramático caso nos demuestra que dos árbitros vieron la jugada de diferente manera. El que estuvo atento a la tecnología vio penal para Francia -insólito- y el que dirigía en el campo advirtió la deslealtad de Thuram. Lo humano fue más justo que lo tecnológico. Y lo azaroso se impuso sobre lo arbitrario toda vez que Marciniak ostenta una mayor jerarquía que sus asistentes y pudo imponer su facultad de máxima autoridad. Pero pudo ser al revés: que el VAR lo operara alguien con más predicamento que Marciniak y éste dudara u obedeciera. Tal circunstancia habría modificado injustamente el destino de la final.
Tal y como se esperaba la Comisión de Arbitros de la FIFA felicito al juez por la precisión en su toma de decisión y el VAR reconoció el error. Pero era una final cuyo destino pudo ser distinto y por lo tanto injusto a pesar de la mejor tecnología disponible.
También se equivocaron a favor nuestro con lo cual estamos lejos de expresar victimización alguna. Vaya un caso: el arquero de Polonia Wojciech Szczesny no le hizo penal a Messi al apoyar el guante de su mano izquierda sobre su cabeza. No obstante el árbitro VAR (Paulus Van Boekel de Países Bajos) recomendó la revisión de la acción por posible golpe sobre la cara de Messi. Tras la revisión del VAR, sobrevino el tiro libre penal ejecutado por Lio que resultó atajado por Szczesny.
Estamos hablando de criterios, de sentido común, de conocimientos futbolísticos. Y es en tal aspecto que resulta poco admisible lo de Lautaro Martinez en el primer encuentro frente a Arabia Saudita. El hombro de Lautaro estaba delante del defensor lo que para el VAR fue considerada posición prohibida por la regla. El hombro; ¿cuál es la dimensión de un hombro en la antropometría de un cuerpo lanzado a correr en relación al cuerpo del adversario que lo marca? Imposible establecer la posición adelantada por tan milimetrica medida ósea de un cuerpo humano. Y aunque parezca exagerado, anular por esta nimiedad una y otra vez los goles de un goleador deterioran su moral, conspira contra su seguridad. Y al final pierde su titularidad.
Qatar dispuso de 42 cámaras de las cuales 14 fueron fijas para el DAG (Detector de Goles); 12 para el “fuera de juego semi automático; 8 para la grabación superlenta y otras 4 cámaras ultra lentas. Además también contó con sistemas de Inteligencia Artificial –última generación– que activaron la operatividad en forma instantánea cada vez que un fuera de juego resultara detectado. Para evitar errores, la información fue corroborada en 3D. Más aún, el balón llevaba un censor para que cada vez que hubiere un contacto o fuera golpeado con algo ofreciera con precisión las visiones exactas que exige la regla en el offside.
Tal como se observa la previsión científica fue de avanzada, superó ampliamente al Mundial de Rusia e incrementó los esfuerzos hacia el futuro. Bien, ¿pero tras los 66 partidos disputados podríamos decir que no hubo errores groseros y que tales equivocaciones modificaron el destino de algunas selecciones participantes? La respuesta es sí: vimos fallos y yerros arbitrales que no honraron el espíritu de la tecnología y por lo tanto continúan sin mejorar al irremplazable ojo humano.
Veamos un ejemplo sobre el 3D ocurrido durante el partido que Japón le ganó a España 2-1 y modificó su lugar clasificatorio pues lo relegó al 2° lugar. Fue en ese encuentro cuando el juez de línea marcó que el balón había traspuesto la línea del fondo del campo de juego antes de que partiera el centro que Tanaka habría de convertir el gol. El árbitro mexicano Fernando Guerrero vio lo mismo que su asistente y marcó un saque de meta. Sin embargo el VAR apoyado en el 3D –una herramienta maravillosa desde la cual un arquitecto puede proyectar un edificio– indicó con una imagen animada que “la curvatura del balón en una parte de su giro tocaba la línea y bla, bla, bla”. Y le dieron el gol a Japón ante el asombro del público presente, el universo televidente y los propios protagonistas. En el futbol solo es fehaciente aquello que pueda ser advertido por el ojo humano; lo demás suena a abstracto.
Nuestra fuente de consulta estrictamente técnica –no siempre coincidente– se la confiamos a un prestigioso profesor internacional de instructores, un maestro como lo es nuestro compañero Miguel Ángel Scime. Y su balance respecto de la tecnología en Qatar lo deja satisfecho. Luego de ser consultado, nos dijo entre otras cosas:
• Al cabo de los 66 partidos la interacción entre Arbitro y VAR se dio en 27 oportunidades. De ellas en 24 se cambiaron las tomas de decisiones primarias –aquello que el juez había marcado– y solo en 3 el referí sostuvo su decisión.
• Se contabilizaron 9 goles anulados de los cuales 3 fueron posteriormente convalidados por el VAR.
• Los aciertos arbitrales de Qatar en colaboración con la tecnología fueron, entre otros:
A) La precisión en visualizar los fuera de juegos o cuando un jugador estaba habilitado
B) La legitimidad de los goles pues en todos los casos el balón ingresó la totalidad de su circunferencia
C) Tener conocimiento absoluto sobre la parte del cuerpo en la cual un jugador impactó el balón: mano, cabeza o cuerpo.
Entre los errores del VAR probablemente el más significativo haya sido el que se vio en el partido Portugal 2- Uruguay 0. Bastará recordar –reconstruye Scime- que a los 89 minutos, el portugués Bruno Fernández envía un pase dentro el área; José M. Giménez intenta neutralizar ese envío, pierde la estabilidad y al caer el balón golpea en su mano. Por cierto que sobrevino un airado reclamo de los lusitanos que el juez iraní Alireza Faghani desestimó. A pesar de ello recibió la invitación del árbitro qatarí Abdullah Al Marri para realizar una revisión por cuanto el VAR consideró que la mano fue infracción. El iraní Faghani, luego de chequearla en forma dubitativa decidió sancionar el penal.
Claramente el árbitro se equivocó a instancias del VAR pues no tuvo en cuenta la expresa indicación de la IFAB (The International Football Association Board) que en el 2021, señaló que no todas las manos deben ser consideradas infracción y esa debió valorarse como una mano posicionada en forma natural, utilizada como mano de apoyo propia del jugador que cae o trata de levantarse. (Agregamos: un caso opuesto al de la mano de Sandez –Boca– en la final de Abu Dhabi contra Racing pues una cosa es caer sobre el balón como le pasó a Josema Gimenez de Uruguay y otra es tocar el balón interrumpiendo un “ataque prometedor”).
Está claro que la tecnología en el futbol será inamovible y que probablemente se incorporen más herramientas en procura de reducir los márgenes de error. Pero acabamos de asistir en Qatar a una recurrencia decreciente del VAR. O sea que su utilización fue de más a menos: mucha participación en las rondas clasificatorias, menos en los 8vos, muy poco en los 4tos y nada o casi nada en las semifinales y final. Y tal observación emerge como relevante pues la propia fuerza del futbol decanta a sus agentes tecnologicos a medida que crece lo que está en juego.
Estoy a favor de la inteligencia artificial, pero lo estoy mucho más con la inteligencia humana.
Si el árbitro polaco Szymon Marciniak no hubiese aplicado los sentidos de su experiencia, la final pudo haber tenido otro destino. Y en ese caso la Copa del Mundo no la hubiese ganado el mejor equipo que fue Argentina…
Seguir leyendo: