Si hubo una característica que resaltó en el búnker de Argentina en Doha fue el hermetismo que predominó a lo largo de la competición en el predio Qatar University, donde el plantel se concentró. Apenas 15 minutos tuvo la prensa el día anterior para observar de cerca a los protagonistas el 17 de diciembre, a pocas horas de la final contra Francia que cambiaría la historia de la Selección y el fútbol internacional. Pero adentro pasaban cosas: no solamente en el establecimiento, en las zonas comunes, en el comedor y habitaciones, sino también de cada ser.
Un sinfín de historias surgieron después de la consagración de la Albiceleste en el épico encuentro ante los franceses que insólitamente terminó con una tanda de penales que pudo ser evitada de no ser por el inoportunismo de Kylian Mbappé, autor de un triplete. Desde la charla premonitoria de uno de los futbolistas históricos con su esposa -vía celular-, pasando por el anuncio de la cantante Lali Espósito para entonar las estrofas del Himno Nacional y hasta el festejo alocado con el Kun Agüero como protagonista.
Pocos lo habrán sabido antes de la final e incluso muchos todavía ignorarán de cuánto fue el premio económico que la FIFA le dio a Argentina por levantar la Copa del Mundo. El subcampeón embolsó 30 millones de dólares, mientras que la AFA se llevó la cifra de 47 millones de dólares. Claro que para la totalidad de los futbolistas del equipo dirigido por Lionel Scaloni, los billetes no fueron la prioridad. La gloria deportiva, sobre todo para la generación que tantas frustraciones había padecido en los últimos años, era lo más deseado. Y hubo una notable confianza: así lo dejó en claro Ángel Di María.
Días después de la final contra Francia, la esposa del Fideo compartió una captura del chat de WhatsApp que habían tenido el día anterior: “Voy a salir campeón del mundo amor. Está escrito. Y voy a hacer el gol. Porque está escrito como en el Maracaná y Wembley”. La advertencia del extremo rosarino a Jorgelina Cardoso resulta casi inverosímil sabiendo el resultado final. “Me afloja el cuerpo ese mensaje... no sé qué carajo decirte”, fue la respuesta. Y el chat continuó: “No tenés que decir nada. Andá y disfrutá mañana porque vamos a ser campeones del mundo. Porque lo merecemos los 26 que estamos acá y la familia de cada uno. Está escrito. Lo siento. Es nuestra amor”.
Hubo escaso tiempo para la organización de todo el evento en Lusail, por eso Lali Espósito se enteró de que iba a cantar el Himno en la previa la tarde anterior a la final. Ella misma confesó que recién encontró el vestido que utilizó a las 10 de la noche del día previo y casi no tuvo tiempo para prepararse mentalmente. Aunque quizás con menos responsabilidad, lo mismo sucedió con el Sergio Batista y Nery Pumpido, que fueron notificados a 20 minutos del final del encuentro definitorio de que iban a ser quienes entregarían el trofeo en el atril del que lo recogió Messi luego. “Le avisé a mi hijo que iba a entregar la Copa y cuando Francia empató 2-2 me quería matar”, reveló el Checho.
Durante el match, el eléctrico Scaloni apareció en escena pidiéndole presión sobre un costado a Julián Álvarez justo antes del segundo gol de Argentina; lo que no se vio fue cómo reaccionó frente a un robo del Cuti Romero, que amagó con tomar la lanza e irse al ataque. El DT salió eyectado de su sector a puro grito y agitando los brazos para que retomara su posición de defensor central. El cotejo iba 2-0 a favor y no era momento de arriesgar. Se supo también que al término de la tanda de penales que el estratega albiceleste se acercó hasta la posición de sus ayudantes de campo y susurró si no era conveniente modificar al ejecutor del penal que definió la historia. Al unísono, Roberto Ayala, Walter Samuel y Pablo Aimar lo tranquilizaron: “Ya está, ya está”.
El DT llamó la atención durante los festejos en el campo de juego con una camiseta alternativa del seleccionado nacional que llevaba el número 18 y su apellido, de los años 90. Más precisamente de la época en la que había sido campeón juvenil Sub 20 en Malasia. Un amigo de Germán Pezzella había prometido que en caso de que fuera campeón del mundo, le iba a entregar en mano la reliquia que lució como hincha en cada uno de los partidos de la Selección en Qatar. Ya en el campo de juego para celebrar con el número 6, se tomó el atrevimiento de encarar al entrenador y recibió la chomba que usó durante el partido como regalo.
El Dibu Martínez arengó al público argentino que se apostó detrás del arco a la hora de ejecutar los tiros penales y empezó su show. Quien poco pudo distinguir en ese momento fue Nicolás Tagliafico, quien apenas se limitó a observar los remates de Mbappé y Messi (primeros de cada equipo) y tuvo que pedirle un dulce al utilero porque sentía que le había bajado la presión. “Yo pensaba que jugaba el Huevo Acuña. Llegué a la charla, vi mi nombre y se me abrieron los ojitos”, confesó además el 3 albiceleste.
El ingreso de los familiares y amigos de los jugadores argentinos generó un caos en la seguridad qatarí. Cientos de personas entraron al rectángulo verde y pasó de todo: desde los hijos de los futbolistas jugando un picado con una botellita de plástico hasta la disputa de los íntimos mayores por llevarse un pedazo de red del arco donde Emiliano Martínez se hizo inmortal y Gonzalo Montiel definió el pleito.
Habían transcurrido más de 40 minutos desde la ceremonia de entrega del trofeo a los campeones y todavía los protagonistas no habían dado la vuelta olímpica, tan característica en el mundo del fútbol. Un nutrido grupo de fanáticos que había permanecido detrás del arco de la tanda de penales se decidió a cantar para recordarles a los jugadores que faltaba ese detalle: “Que den la vuelta, la p... que los parió”. Recién allí, el plantel se organizó para llamar a Lionel Messi, quien fue llevado en andas por el Kun Agüero.
Por este motivo, las imágenes que muestran a Messi con el trofeo en los hombros de Agüero reflejan el vacío de las tribunas del imponente estadio Lusail. Y otra historia que quedó en anécdota fue que la Copa que el capitán argentino llevaba en sus manos no era la original sino una de las réplicas que algunos hinchas habían prestado a los familiares para tomarse fotografías en el campo. Fue Di María el que advirtió a Leo de que la base del trofeo que cargaba no era igual al del real.
El relato que hizo el Kun en un streaming sobre el recorrido con Messi en sus hombros es sencillamente desopilante: “No puedo creer que alcé la Copa del Mundo y que alcé al mejor del mundo. Eso sí, me dolía mucho la espalda, Leo, la c... de tu madre. Al principio, cuando lo levanté, dije ‘mierda, pesa’. Cuando estábamos llegando al córner, en un momento no podía más. No iba a dar la vuelta ni en pedo. Si la daba entera, terminaba en un hospital porque no podía más. Él se dio cuenta, porque en un momento lo miré y me entendió. Todo bien, sos campeón del mundo, pero me estás rompiendo la espalda. Ahí bajó y ya está”.
Pero eso no fue todo, ya que el ex futbolista del seleccionado nacional contó que se pasó de copas durante la celebración y Messi lo retó para que frenara. Tal fue la algarabía, que camino al aeropuerto le propusieron que volviera a Argentina con el plantel y, en un momento de lucidez, recordó que su hijo Benjamín todavía estaba en Doha y tenía que ir a rescatarlo: “‘Benja, no te voy a dejar tirado, guacho’. Estaba tan cebado que me olvidaba de todo, boludo. Una locura”.
Cuando la espuma del campeonato mundial comenzó a bajar, fue hora de las revelaciones y el cumplimiento de promesas. Tagliafico reconoció que tan duro fue el golpe de la derrota contra Arabia Saudita en el debut mundialista que se suspendió provisoriamente el prode interno que se había hecho antes de la Copa del Mundo. Recién después de la victoria contra México volvieron a tomarse resultados de una competencia que quedó en manos de Alexis Mac Allister. Por su parte, el trío que resultó campeón de truco fue el que conformó el presidente Claudio Chiqui Tapia junto al gerente de selecciones nacionales Omar Souto y el administrativo Alberto Pernas. Los vencedores se repartieron 3.600 dólares, mientras que los subcampeones (Lionel Messi, Rodrigo De Paul y Leandro Paredes) se quedaron con USD 400 cada uno.
La mayoría de los jugadores cumplió con las promesas que había hecho antes de la final. La Banda del Mate, conformada por Marcos Acuña, Germán Pezzella, Gerónimo Rulli, Emiliano Martínez y Guido Rodríguez se desafió para tatuarse la Copa del Mundo con sus respectivos dorsales. Y muchos incursionaron en la tintura platinada, algo en lo que el Dibu ya se había anticipado con la bandera argentina en un parietal. Probablemente uno de los tatoos más llamativos fue el que se hizo Alejandro Gómez, justamente con el dibujo del arquero: “I love you”. El Papu eligió la imagen de Martínez bloqueando el tiro de Kolo Muani en tiempo de descuento, pero también se tatuó la Copa con las tres estrellas y una camiseta argentina con su número.
Probablemente Lautaro Martínez hubiera imaginado el desarrollo de la Copa Mundial de otra forma, pero no por eso dejó de disfrutar el título que bien merecido tiene junto al resto de sus compañeros. “Antes de ir al Mundial, tenía el tobillo hecho pedazos y no llegué a Qatar como quería, pero nadie puede decir que yo no di todo. Doy lo mejor de mí en cada partido y en cada entrenamiento”, fue lo que confesó tras la conquista que soñó toda su vida.
Finalmente, para algún desprevenido que todavía ande en las nubes por la gloria en Qatar, hay dos confirmaciones importantes y esperadas de cara al futuro próximo: tanto Lionel Messi como Ángel Di María postergaron su retiro de la Selección por tiempo indeterminado ya que quieren disfrutar de al menos algunos partidos con la celeste y blanca con las tres estrellas en el escudo.
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