Nick Kyrgios es uno de los tenistas más polémicos que apareció en el circuito en los últimos tiempos. Por sus reacciones contra rivales u oficiales, o ya sea por actitudes dentro o fuera de la cancha, se ganó el mote de ser uno de los jugadores más apuntados por la prensa o los aficionados a los que no les gusta su perfil.
En la actualidad, el oriundo de Australia ocupa el puesto número 27 del ranking ATP y está listo para intentar ser protagonista en el primer Grand Slam que se jugará en su tierra. Más allá de la expectativa que hay con su participación, se conocieron detalles del difícil inicio de carrera que tuvo el nacido en Canberra.
Con el estreno del documental Break Point, que se puede ver en Netflix, salieron a la luz varios detalles sobre los peores años de Kyrgios contados por el mismo protagonista de la historia. Complicaciones con el consumo de alcohol y el impacto que tuvo la fama derivaron en un problema de salud mental.
“Los primeros cuatro o cinco años de mi carrera fueron muy caóticos. Cuando Hors (su representante Daniel Horsfall) estaba de gira conmigo cuidándome, cuando básicamente solo él me cuidaba, podía ver que mi salud mental disminuía cada semana. Mi vida estaba como fuera de control: bebía todas las noches”, describe el tenista durante la serie que se emite por la plataforma de streaming y cuyos comentarios reprodujo el New York Post.
Justamente, otro de los personajes cercanos al australiano que da su testimonio así el agente, que reconoció como “difíciles” esos primeros tiempos junto al jugador de 27 años por sus salidas nocturnas.
“Solía tener tu ubicación en mi teléfono y algunas mañanas buscaba físicamente dónde estabas, en qué hotel estabas, en qué casa te hospedabas antes de los torneos, antes de un partido. Eso fue duro”, recordó el representante del último finalista en Wimbledon.
“Pensé, ‘está bien, no puedo seguir haciendo esto. Tengo que ser más amable conmigo mismo’. Por mi salud mental, nunca podría ser uno de esos jugadores que juega todo el año. No pude hacer eso. Valoro demasiado a mi familia, a mis amigos más cercanos y a Cosi (Hatzi) como para anteponer el tenis a eso. No creo que sea saludable”, reflexiona Kyrgios sobre la necesidad de no tener al tenis como máxima prioridad para cuidar su fortaleza mental.
“Realmente no tengo ninguna expectativa ahora con mis partidos. Sólo quiero salir a jugar y divertirme, quitarme la presión y luego podemos vivir una vida más normal. Es mucho mejor así, eso seguro”, agregó el jugador australiano que buscará mejorar en la edición 2023 su mejor posición en el Abierto de Australia: alcanzó los cuartos de final en 2015.
Otro de los testimonios importantes que aparece en la serie sobre la vida de Kyrgios es la palabra de su madre. “Siempre estaba enfadado al principio de su carrera, se volvió agresivo”, dijo Norlaila. “Me preocupo por él todos los días porque ha pasado por momentos realmente infelices”, agregó en relación a los conflictos que marcaron la trayectoria de su hijo.
A pesar de la dura etapa que atravesó en sus comienzos, Kyrgios remarcó que un triunfo contra Nadal en Wimbledon le cambió la vida. “No sabía lo bueno que era. Cuando tenía 17 años, pensé que tenía un crecimiento acelerado, luego comencé a deslizarme y moverme y las cosas se pusieron bastante serias... 2014, tuve mi gran éxito en Wimbledon y mi vida cambió. Pasé de que nadie supiera quién era a que la gente acampara fuera de mi casa. Ese partido lo cambió todo”.
Por último, se describe casi como una persona con doble personalidad cuando está en cancha buscando quedarse con la victoria. Sus ataques de ira con conocidos, lo mismo que sus enfrentamientos verbales contra rivales o los umpires.
“Pierdo mi mierda por las pequeñas cosas que suceden ahí fuera. Tengo un fusible tan corto. Es casi como un hábito”, expresa. “En el fragor de la batalla soy dos personas diferentes. A veces cruzo la línea que es solo mi pasión, esa es solo mi emoción. Millones de personas te miran y no estás jugando lo mejor posible. ¿No estarías frustrado y enojado? Tengo que dejarlo salir”, concluye.
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