De dormir en carpa en plena helada a armar una terapia intensiva en un hangar: las historias de los dos médicos argentinos en el Rally Dakar

Son los únicos sudamericanos que integran el equipo sanitario. Cómo actúan ante una emergencia, el drama ante la muerte de un piloto y por qué la carrera les cambió la vida

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Daniel Roubicek y Marcela Lauko Mauri explican cómo funciona la asistencia médica en el Rally Dakar (foto de portada: Marcelo Camissa)

(Desde Arabia Saudita) El Rally Dakar es la carrera más dura del mundo. Una función clave la cumple el cuerpo médico y los únicos dos sudamericanos que lo integran son argentinos. Marcela Lauko Mauri y Daniel Roubicek se sumaron en la primera edición en nuestro país en 2009 y se convirtieron en referentes de un grupo de trabajo de 68 profesionales. En su centro sanitario se pueden atender las 5.000 personas que viven en los campamentos durante las tres semanas y media del evento. En diálogo con Infobae ambos cuentan cuáles son sus funciones, los detalles del protocolo de emergencia para rescatar a un participante y cómo les cambió la vida formar parte del evento. Además, por qué su experiencia les sirvió para confirmar que la formación de galenos en nuestro país es de primer nivel.

“Atiendo a todos los pacientes ya sea pilotos y todos los que están en el vivac (campamento)”, cuenta Daniel (D). “Soy médica internista y trabajo en el Dakar desde el año 2009. Pertenecemos a la organización que asiste a la carrera desde todos los aspectos, tanto en la atención en el hospital como en la pista. Somos 5.000 personas que vamos rodando de ciudad en ciudad. En situaciones en las que deben ser acompañados se va con ellos hasta su lugar de origen”, se presenta Marcela (M).

Se turnan con sus compañeros, pero si es necesario no tienen horarios. Duermen en carpa y por caso en la segunda noche en Ha’il lo hicieron con cero grados. Ahora el centro médico es un lugar montado por la organización, pero en las carreras en Sudamérica ellos y sus compañeros debían armar una carpa de campaña y perdían entre dos y tres horas de sueño. La charla continuó y tienen tantas o más historias que los propios pilotos.

-¿Cómo llegaron a trabajar en el Dakar?

-M: Hice mi carrera médica e ingresé a hacer mi residencia médica en el Hospital Durand, donde me quedé y actualmente soy la jefa de la unidad 3 de internación. En 2008 el Dakar se suspendió en África, y como tengo familia viviendo en París y mi primo que, tiene mi misma edad y es traumatólogo, se contactó con la organización en caso de que eventualmente la carrera se trasladara a Sudamérica. Nosotros nunca habíamos trabajado juntos. Yo no tenía idea de qué se trataba el Dakar y jamás había seguido nada de lo deportivo. Cuando me comenta de qué se trataba dije “ni loca en carpa 15 días”. Eso fue en enero/febrero de 2008. En agosto me avisa que los directores de la empresa terciarizada contratada por ASO (la firma que organiza el Rally Dakar), que se llama Mutuaide Assistance, iban a estar en la Argentina y que me querían conocer. Tuvimos una cena, me pidieron que llevara un grupo de médicos para formar un grupo local. No sabíamos a qué habíamos ido, pero fue una cena súper agradable y no habíamos terminado de comer que el ejecutivo que manejaba el presupuesto me dijo “me firmás acá, quiero que estés y que participes”.

Ella es amiga de Daniel y el reencuentro tras una década le permitió sumarlo: “Estudiamos medicina juntos y hacía diez años que no nos veíamos. Hubo un congreso de medicina y en la fila de adelante se sentó Daniel y nos pusimos a hablar. Le conté y me dijo que si había un lugar, que le avisara. Uno de los médicos no pudo venir porque asumió un cargo importante en época de verano que es un momento difícil para nosotros por el tema de licencias y lo llamé a Daniel. Se sumó y acá estamos, 15 años y seguimos”.

Daniel explica que “yo estaba trabajando en un hospital comunal en Mar del Plata, donde hice mi residencia, y luego estuve a cargo del servicio de emergencias y así fue como llegamos a esto. Igual las carreras de auto no son algo que me apasiona, pero es lindo y me gusta la tecnología. Hoy hago clínica médica en mi consultorio”.

Daniel y Marcela con una
Daniel y Marcela con una de las ambulancias 4x4 que sigue toda la competencia

Su grupo de trabajo tiene un total de 68 integrantes: 18 médicos de urgencias, 9 anestesiólogos, 2 cirujanos, 2 radiólogos, 22 enfermeras anestesistas, 2 paramédicos, 10 fisioterapeutas/osteoporosis y 3 logísticos. Todos ellos no están en el campamento ya que, como describirá Daniel, las tareas “se dividen entre la gente que trabaja en el campamento, que somos cerca de 30, este año casi 10 kinesiólogos, médicos enfermeros. El resto del equipo está en los helicópteros, que este año son cinco, junto a las camionetas y 14 ambulancias. Además de los camiones que hacen la ‘barrida’ de la pista. (N. de la R: recogen a los vehículos que se quedaron).

-¿Cómo son las tareas?

-M. Es el único rally que circula en la pista con la competición, a diferencia de otros en los hay ambulancias en puntos geográficos. Acá seguimos la competencia día y noche. Normalmente la atención durante el día, cuando hay luz, la suele hacer el traslado en helicóptero, pero a partir de que cae el sol y los helicópteros no pueden volar, todo lo que queda rondando en la pista es seguido por las ambulancias (son vehículos 4x4 con equipamiento) que están circulando con la competición. Depende de la cantidad de pilotos que sigan en carrera toda la noche. Hacer un Dakar en un lugar en el que es invierno, cuando la luz termina a las cinco y pico de la tarde, implica que nuestros vehículos sigan a toda la competición, toda la noche.

D. Por los competidores que tienen algún problema técnico y se quedan en la pista, es necesario por el frío, si necesitan comida, agua, alguna asistencia de tipo médica.

-¿Cómo funciona el protocolo en caso de emergencia?

-M: Durante el día el competidor tiene una serie de alarmas de seguridad que se activan apretando un botón o partir de la desaceleración brusca, o el cambio de posición del vehículo, ya sea una moto, un auto o un cuatri. Ante esas situaciones se activa una alarma que activa una señal en el centro de comando de París (ASO es francesa), que a su vez activa una señal en el puesto de control. Esa activación hace que informe al helicóptero para llegar al lugar lo más rápido posible. Toda la competición está trakeada (seguida) con sus números y sabemos a quién vamos a buscar.

D: Ese sistema tiene la posibilidad de comunicarse vía satélite para intentar hablar con el competidor a ver si responde, sino para dar aviso a los competidores que están cerca para que lo asistan. Depende de la emergencia, va un helicóptero o va una ambulancia a asistirlo. Según la gravedad luego se traslada en helicóptero a un hospital. Si es un tema leve se traslada a nuestro centro médico para hacer ecografía, radiografía, traumatólogo, cirujano y anestesista. Si no se traslada a hospital de la ciudad más cercana.

-¿Y la muerte de un piloto?

-D: Es un tema difícil y sensible. Nos ha tocado estar. Primero se da cuenta a las autoridades locales. Luego interviene el equipo, la familia. Se manejan según el protocolo de cada país.

Recorrido por el centro médico del Rally Dakar

-¿Qué los atrapa a seguir todos los años?

M: Mi vida no tiene nada que ver con esto. Es lo opuesto. Los primeros ocho años estuve en las ambulancias, algo distinto a mi tarea diaria. Pero descubrí un costado que no conocía. Nos formamos y hasta tuve que estudiar mecánica ligera porque, por ejemplo, los asistía mientras cambiaban un amortiguador y una tiene que quedarse para ver qué puede hacer también. Toda esa faceta nueva fue parte de lo que nos motivó. También la posibilidad de trabajar en un grupo internacional. Trabajó con nosotros una anestesista rusa, una traumatóloga alemana, cirujanos de distintas partes del mundo y esa posibilidad de probarse con profesionales del primer mundo es un desafío y darnos cuenta de que nuestra formación es excelente. Acá seguimos, somos de los que más años tenemos en el grupo. No creo haya alguien que haya hecho 14 años el Rally Dakar. Ya no necesito probarme nada y demostramos que vale la pena seguir viniendo. Nos hicimos muy amigos todos y durante todo el año nos extrañamos.

D: Acá son dos semanas y media en las que compartimos todo. Nos levantamos, comemos, charlamos y tenemos una relación muy estrecha. Por otro lado, estimula a estudiar inglés y otros idiomas. Esto sirve para cortar el año en el que uno viene de una rutina. Nos ayuda a salir de lo que hacemos siempre y empezar el año distinto. Todos los años que vuelvo del Dakar lo hago con una energía distinta.

-¿Alguna anécdota?

-M: Haber conocido la Argentina como la conocimos no tiene precio. Tengo una relación estrecha con el responsable de la logística y en la época enla que se corría en Argentina, entre julio y noviembre (previo a la carrera), recorríamos los lugares por donde iba a pasar la caravana para contratar hospitales, servicios, ambulancias, médicos y todo ese trabajo fue algo nuevo para mi vida. Hay lugares en los que uno va y no hay nada de infraestructura y hay que tomar la decisión económica y médica de montarla. Por ahí había una pista de avión con un hangar que medio que se podía equipar y en ese lugar había que montar una terapia intensiva.

D: A través del Dakar me salieron otros trabajos. Ella ha ido al Rally de las Rosas, una carrera que se hace en Argentina, yo fui a Perú y luego a Rusia en el Rally Camino de la Seda (carrera al estilo del Rally Dakar).

Dos ambulancias y a la
Dos ambulancias y a la izquierda están las carpas donde duermen todos los integrantes del cuerpo médico

-¿Cómo se portan los pilotos?

–D: Todas los que están son personas a las queque les gusta la vida al aire libre, la aventura. Cuando yo digo que “fui a Egipto”, ellos fueron a Nepal, Australia y conocen medio mundo. Es muy interesante hablar con ellos y tienen una experiencia del mundo que es infinita. Acá adentro todos somos iguales, tanto el que maneja un camión como Carlos Sainz y Nasser Al-Attiyah. y podés hablar con ellos.

-M: Lo primero que me llevé es que podés estar llena de tierra, mal dormida, con cero grados en una carpa, cansada y ahora tenés que trabajar todo el día. Ese cansancio y dinámica del estrés te pone todos los días un poquito más abajo en cuanto a lo físico y saca lo mejor y peor de cada uno. Ese primer año conocí mi peor costado y me di cuenta de que no era tan malo. Eso es súper valioso para mi vida y me lo quedo para siempre. No me imaginaba nunca sin un secador de pelo (risas) y el descubrir que había un charco de algo y ahí me iba a poder bañar eso fue maravilloso. Cuando uno se ve en situaciones extremas y ve cómo responde el grupo es un tesoro para la vida.

-¿Qué es más difícil, esto o sus trabajos en la Argentina?

-D: Es distinto. Esto se parece más a lo que es un hospital de guerra. Muchos de ellos (sus compañeros) han sido militares. Son todas atenciones rápidas, es tener el conocimiento para saber si una cosa es urgente o no. La mayoría de las consultas son banales, fiebre, dolor de garganta, pero a veces es un caso grave y hay que saber reconocerlo para decir “hay que hacer una radiografía, hay que dar antibióticos”. Son consultas muy rápidas y distintas a las que hacemos en un hospital.

-M: En mi trabajo uno tiene 20 especialistas para poder consultar y decidir. Acá la decisión es uno a uno y con los recursos que hay. Por lo general el traslado grave va directamente al hospital. Pero hemos estado en lugares como en Argentina o Perú donde la distancia es mucha y tuvimos que resolver cuándo un paciente hay que estabilizarlo y luego trasladarlo. Esa primera atención es la que tenemos que hacer.

D: Somos los únicos argentinos en este momento y los únicos sudamericanos que estamos en el cuerpo médico. Nosotros nos formamos en Sudamérica, en la Universidad de Buenos Aires, y es bueno saber que en el resto del mundo se hace lo mismo, que estamos al mismo nivel de formación que los médicos de Europa. Eso nos da mucha satisfacción.

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