“Dirk Nowitzki es el mejor jugador internacional de todos los tiempos. Lo pongo ahí junto con Manu Ginóbili”. La frase de LeBron James tuvo su impacto en todo el mundo de la NBA. La dijo luego de que se descubriera la estatua del crack alemán afuera del estadio de los Mavs, en Dallas. Al Rey le preguntaron por el jugador que más temporadas ha jugado en una misma franquicia (21), el gran responsable de su mancha más grande en su carrera, y respondió poniéndolo en el lugar que todos creen que tiene, al menos en Estados Unidos. La referencia es para el mejor jugador extranjero de la historia, pero aclarando dos cosas: cuando se habla de extranjero, primero la referencia es para un internacional no formado en Estados Unidos y, segundo, allá ellos sólo toman en cuenta la carrera NBA, no lo hecho en Europa o con los diversos seleccionados, donde justamente Manu cobra aún mayor relevancia.
Esta aclaración es fundamental porque hay otros jugadores que, de otra manera, estarían por encima de Nowitzki, como Hakeem Olajuwon o Tim Duncan, nacidos fuera de USA (Nigeria e Islas Vírgenes, respectivamente), pero ambos egresados de las universidades estadounidenses, a diferencia de Manu y Dirk.
En Argentina rápidamente salieron a destacar lo que dijo LeBron, con el status que esto merece, por lo que dijo y quién lo dijo, pero algunos, tal vez la mayoría, se atrevió a ir más allá y sentenciar que el bahiense es el #1 entre los internacionales, incluso superando a Nowitzki. ¿Pero es realmente así? ¿Manu es el N° 1 y, si no es así, qué puesto pelea? Acá el análisis, con números, premios, conceptos y el legado de los principales candidatos a ocupar ese lugar de privilegio.
El valor de lo de Ginóbili es incuestionable y va más allá incluso de lo que lo consideran en USA. Hace meses ingresó al Salón de la Fama con una votación unánime de todas las comisiones que fueron filtro y, como se escribió en Infobae, mereció un lugar entre los mejores 75 de la historia. En aquella nota desgranamos todos los motivos, que superan los estadístico, los premios y hasta los títulos. Pero acá el tema es otro porque compite con un igual y, para muchos, superior en importancia durante la historia de la mejor liga del mundo. En Estados Unidos no hay dudas de eso. Seguramente que, sacando Texas, si preguntás a hinchas estadounidenses -informados y que siguen la NBA- probablemente ocho de 10 elijan a Nowitzki por encima del argentino. Número antojadizo, tal vez, pero que se observa en las redes y distintos artículos de los periodistas más trascendentes.
Ocurre que, en números, premios, elecciones y status NBA, el alemán lo supera. Estamos hablando de alguien que disputó 14 Juegos de las Estrellas (en 21 años) contra dos de Manu (en 16). Es cierto que Ginóbili, si hubiese sido titular más veces en los Spurs, tendría más estadísticas, más lucimiento y hasta algunas elecciones más para el All Star, pero nunca llegaría al número del alemán. Por otro lado, algunos relativizan este evento y a muchos no les gusta, pero no se puede soslayar la importancia de la elección y el mérito que tiene llegar ahí. A este partido van los mejores 24 de la cada temporada, 10 elegidos por la gente -rara vez hay errores importantes- y los otros 14 por los entrenadores. Más prestigio que eso, imposible.
Esa es una medida. La otra son los quintetos ideales (hay 3 y el ideal defensivo), que en el caso de Nowitzki son 12 y en el de Manu, 4. Estas selecciones también tienen mucho valor y marcan el nivel del jugador dentro de la competencia. Nowitzki fue, durante gran parte de sus 21 temporadas, un top 10 de la NBA, por momentos top 5 y algunos años, Top 3. Incluso se llevó un MVP de la fase regular en 2007 y otro en Finales (2011). Lo mejor que logró Manu fue estar 8° en esa votación inicial y quedó a un sufragio de ser co-MVP en 2005. Hablamos de una época en la que Manu, posiblemente, fue top 5 de la NBA. Y, en algunas otras, Top 15 y hasta top 10. Pero no más que eso. Es decir, Nowitzki fue un jugador más importante y determinante que Manu en su carrera. Y no sólo se mide en números, que obviamente le dan la derecha al alemán: promedios históricos de 20.7 puntos, 47% de campo, 38% triples, 7.5 rebotes, 2.4 asistencias y 34 minutos contra los 13.3, 44.7%, 37%, 3.8, 3.5 y 25.4. Además de tener una vigencia mayor (21 a 16 en temporadas), aunque ambos jugaron hasta pasados los 40…
Algunos pueden decir que Manu fue mejor o, mejor dicho, que se quedan con él en un hipotético pan y queso. Es valedero, porque es algo subjetivo. Pero otra cosa es sentenciar que fue más importante en la historia. Ahí se necesitan medidas objetivas más allá del gusto de cada uno. En ese caso, hay otro hito que los diferencia. Nowitzki fue la absoluta -y única- estrella de un campeón para el recuerdo, los Mavs del 2001. Con jugadores de rol a los costados (Terry, Marion, Kidd, Barea y Tyson Chandler), el alemán logró una epopeya: vencer al Miami Heat del Big 3 que había formado LeBron, Wade y Bosh. Nadie olvidará aquellas burlas de LeBron y compañía, en la previa de uno de los duelos, porque se decía que Dirk estaba enfermo y ellos no creían... Nowitzki se vengó no sólo con el triunfo por 4-2 sino con una lección de juego colectivo. El ala pivote, con 32 años, promedió 26 puntos, 9.7 rebotes y 2 asistencias en aquella serie. Epico logro que lo sube mucho en la historia. De hecho, cuando se discute quién son los jugadores más trascendentes, a Nowitzki se lo ubica cercano al puesto #20 (ESPN lo ubicó N° 19 en 2020, por caso). No pasa lo mismo con Manu, siempre más atrás (#58 en ese listado).
Claro que Ginóbili se puede sentar en la mesa de Dirk. Primero porque su impacto en los Spurs y en la NBA va más allá de las estadísticas y hasta los premios. Segundo, porque ganó más que Nowitzki: 4 a 1 en títulos. Aunque en este rubro sea vital detenerse para analizar el contexto, porque no se puede decir que alguien fue más porque ganó más, de lo contrario un Robert Horry sería más que Charles Barkley y Karl Malone, juntos, y todos sabemos que ni cerca estuvo. Manu estuvo mucho mejor acompañado que Dirk, con Duncan y Tony Parker, con quienes formó uno de los mejores Big 3 de la historia. Hay un mérito enorme del argentino, que potenció ese tridente, al equipo, con un juego excelso y siempre haciendo cada cosa para ganar, sin importarle números, galardones ni millones. Nada tapará eso, pero es verdad que Nowitzki habría ganado más si hubiese tenido más ayuda. O si hubiese jugado en SA con Manu y Parker, por ejemplo.
Los defensores de Ginóbili hablan, con mucho argumento, de su legado, de su colaboración al juego, ayudando a cambiarlo con su concepción colectiva, manejando su ego -algo reservado a muy pocos en la NBA- hasta el punto de aceptar ser suplente cuando era una superestrella de la NBA, tal vez uno de los 25/30 mejores jugadores. Cuando ninguna figura aceptaba ser Sexto Hombre, él dio un paso al frente y lo aceptó. Por eso le pedimos a la NBA que ese premio deje de llamarse John Havlicek para pasar a tener el nombre del argentino.
Ni hablar de que Manu patentó un movimiento icónico, indetenible, como el Eurostep, que hoy utilizan casi todos en la NBA. Pero, a la vez, también hay que decir que Nowitzki patentó el suyo, el famoso Flamenco, el tiro en una sola pierna tan característico que así se lo inmortalizó en la estatua fuera del estadio de los Mavs. Eso sí, una acción que pocos pudieron copiar porque Dirk tenía un talento único. Con 2m13 podía moverse como un alero, mantenerse en un pie y tirar por encima del que se le ponía enfrente. Hoy que están de moda los unicornios. Bueno, Nowitzki fue uno, de los 90. Un jugador versátil, completísimo, que podía subir la pelota, generar juego, meterla de tres puntos, jugar de frente y de espaldas, sin olvidarse de pasarla... Y, además, con valores muy similares a los de Manu por haberse formado en Europa: entendiendo el juego de equipo y potenciando a compañeros, pese a que él era muy superior a ellos.
Está claro, además, que Nowitzki también dejó legado. No es argentino, pero lo dejó. Y fue profundo. De lo contrario hay que preguntar en Dallas, donde es el jugador más importante de la historia. A Manu lo aman todos en San Antonio, tal vez sea el más querido de siempre, pero el mejor de siempre es Tim Duncan. Duncan lo hizo mejor, aunque es verdad que sin Manu, Tim no tendría esos cuatro anillos que ganaron entre 2003 y 2014. En un debate siempre conviene decir todo y que cada uno elija…
No hay dudas de que Manu es épico, cada año que pasa dimensionamos más lo que hizo en la historia del básquet, pero si hablamos de la carrera NBA, sin la camiseta argentina puesta, el bahiense le siente mejor el puesto #2 del ranking de internacionales no formados en USA. Ojo, ese lugar se lo pueden discutir otros, como Parker -cuatro anillos, seis All Star, cuatro quintetos ideales y un MVP- o Pau Gasol -dos títulos, seis All Star, cuatro quintetos y Rookie del Año-. Ni hablar de los nuevos, que ya hicieron méritos para estar delante de todos, incluso de Nowitzki, pero aún están lejos de terminar sus carreras. Es el caso de Giannis, el griego. O de Nikola Jokic, ambos que ya han sido MVP y, en el caso del griego, campeones. Ambos ya fueron lo que no logró ni Dirk: ser considerado el mejor de una competencia. Ni hablar cuando pasen los años y haya una mayor perspectiva. Lo mismo pasa con Luka Doncic, otro destinado a estar en el Top 5. Mínimo. Estos tres es posible que sean los mejores tres de siempre, pero hay que esperar a que terminen sus carreras en la NBA. También hay otros en la lista, para completar el Top 15, como Drazen Petrovic, Arvydas Sabonis, Toni Kukoc, Vlade Divac, Rudy Gobert, Pedrag Stojakovic y hasta Sarunas Marciulonis.
Duncan, Olajuwon, Steve Nash, Kyrie Irving, Pat Ewing, Joel Embiid, Detlef Schrempf, Dikembe Mutombo y Al Horford encajan en otra lista, si se quiere: extranjeros top pero formados en USA, en la NCAA. Algunos rechazan esa diferenciación, acá la dejamos clara, al menos. En ambas Manu está bien alto, más allá de elecciones y debates.
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