Viernes 9 de enero de 2009. Marcos Patronelli se convirtió en el primer argentino en ganar una etapa en el Rally Dakar e hizo realidad un objetivo que era una utopía para nuestro país. Hasta ese momento la carrera más dura del mundo era algo que solo se veía por televisión o podía seguirse por otros medios. Pero su llegada a Sudamérica cambió la historia. Ese día el bonaerense de Las Flores fue viral sin que aún estuviese el estallido de las redes sociales: Facebook iba a Jardín de Infantes, Twitter estaba en pañales e Instagram era un embrión. Pero esa victoria en el tramo que unió Mendoza con Antofagasta fue un impacto y la revolución llegó con sus tres triunfos en 2010, 2013 y 2016 y los de su hermano Alejandro, en 2011 y 2015. Luego decidió retirarse, y más allá de su trabajo, decidió focalizarse en su familia y en la banda de rock con hermanos y amigos llamada Capitán Nightrain.
Los hermanos Patronelli se convirtieron en referentes argentinos en el Rally Dakar y generaron una explosión con los cuatriciclos. Miles de chicos y jóvenes se volcaron a esa clase de vehículos, pero también con imprudencia como comenta Marcos en este mano a mano con Infobae. A sus 42 años explica por qué desapareció del ambiente, cuenta su amor por la música y cómo disfruta de su vida familiar. Además, deja una perlita y anuncia que volverá a correr junto a su hermano en la edición 2024 de la mítica competencia, la más importante del mundo de Rally Raid.
-¿Por qué desapareciste del mundo Dakar?
-Tuve la suerte de ganar tres veces y el Dakar te agota mucho. Cada vez que terminás una edición no querés saber más nada. Decís “basta de esto”. Los años pasan y era el momento para dar un paso al costado.
-¿Te afectó ver el siguiente Dakar por televisión?
-No porque me casé, tuve dos hijos y la mente se fue para otro lado. Hoy tengo mi lugar, pero hace dos años y medio atrás tenía la cabeza plena en la familia. Igual también me dedico a laburar en la empresa familiar donde estoy 12 o 13 horas por día. Tenemos la fábrica de acoplados y semirremolques. Tiene 45 años y la creó papá. Yo estoy desde los 15 años laburando y Ale empezó a los 17. Y desde 2011 que estamos con el local de Yamaha en el que están Nico, mi cuñado, y mi hermana.
-¿En qué te cambió la vida de padre?
-Dejé de ser el hombre libre que estaba arriba del cuatriciclo y hacía mi vida. Pero me encanta ser padre, es lo más lindo que me pasó en la vida. Lo disfruto todos los días y soy feliz.
-¿Cómo surgió la banda de rock?
-Somos los hermanos en una banda que se llama Capitán y hacemos covers de distintas bandas, por ejemplo los Guns N’ Roses. Tenemos unos diez temas armados. El tema arrancó con Gabriel, que es el hermano número dos, él tenía una banda con unos amigos en la que era baterista. Tocó un montón de años con su banda y después cada uno agarró para su lado. Se sumó otro hermano, “Fafo”. Yo tenía ganas de tocar la guitarra, pero aprendí a tocar el bajo y arrancamos jodiendo y después nos juntamos con unos amigos que son músicos de verdad. Llegamos a tocar 15 veces en lugares distintos. Pero ahora estamos medio desconectados porque no tenemos tiempo debido a los trabajos de cada uno. Igual hablamos todos los días de volver a tocar y estamos con los nenes y como los tiempos se empezaron a cortar se nos complicó.
“Loquillo”, como se lo conoce, anunció en su cuenta de Instagram que volverá a correr el Rally Dakar junto a Alejandro y la mira está puesta en 2024 en Arabia Saudita. El motor de su decisión fue la consagración de la selección argentina de fútbol en el Mundial Qatar 2022 y revela que se terminaron de convencer en Nochebuena.
-¿Por qué quieren volver al Rally Dakar?
-Lo decidimos el 24 de diciembre en Nochebuena. Ya veníamos entonados por el tema de ver salir campeón a la Argentina y los chicos transmiten una energía espectacular y decís “puta, qué hago acá sentado y qué hago que no estoy arriba del cuatri”. Con Ale dijimos, “probemos, hagámonos un tiempo para ir a entrenar”. Ale tiene tres años más que yo y nos planteamos, “hagámoslo ahora porque si no no lo hacemos más”. La decisión no es fácil y cuesta mucho volver a un Dakar. Será en cuatriciclos. Podríamos correr en otra categoría, pero nosotros lo que sabemos es estar arriba del cuatri. Falta mucho, hay que empezar a entrenar y preparar el equipo. Será otra vez con un Yamaha Raptor y lo queremos mucho para dejarlo. Esperemos que también los japoneses nos den una mano por todo lo que hicimos por la marca. No creo que me dejen de lado.
-¿El objetivo será ganar otra vez?
-No lo voy a encarar con la misma energía de 2010 o 2016. Vamos a entrenar y a ir a “Dar la Vuelta” (N. de la R: quiere decir terminar la carrera en la jerga dakariana).
-¿Qué te parece la carrera en Arabia Saudita?
-Lo veo más desértico y para nada se lo ve fácil. No me gusta cagarme de frío a la mañana, pero habrá que prepararse diferente. Pero también lo veo solitario ya que a diferencia de Sudamérica no veo la explosión de gente. Pinta como un desafío poder correr en Arabia porque si bien no es donde nació el Dakar, es algo parecido a donde se corrió en los primeros años.
-¿Qué recordás de la explosión popular con el primer Dakar 2009?
-Fue tremendo. Lo veía a uno de los jugadores, Julián Álvarez, arriba del camión de bomberos y me recordaba a lo que pasó en 2009 y 2010. La verdad es que me motivó lo de la Selección, lo que hicieron estos chicos por el país y por la gente fue espectacular.
-¿Aquella primera edición vos la hiciste para probar o pensabas que ibas a pelear adelante como lo hiciste?
-No, yo largué con una mano atrás y otra adelante. Estaba cagado en las patas. Hice 200 kilómetros e iba como un nene. Mi carrera deportiva hasta ahí era en el Enduro del Verano y el circuito nacional. Humildemente estaba muy bien en el cuatri, dentro del ambiente era uno de los pilotos más rápidos. Recuerdo que toda mi familia estuvo preparada para seguirme los 15 días y yo por dentro decía “hago una etapa y me vuelvo”. Era algo muy diferente a lo que yo hacía y pensaba que el cuatri me tenía que llevar, que no se tenía que romper y no tenía que pasar nada. Pero hasta ese momento fue lo más lindo que me pasó en mi vida. Igual nunca me confié, siempre fui de ir con la cabeza hacia abajo porque siempre digo que en el deporte si vas con la cabeza para arriba, perdés. Me tengo confianza, pero nunca digo “puedo ganar”.
-¿Y cómo viviste ese primer especial que ganaste?
-No lo podía creer. Iba despacio para cuidarme y no la quería ganar. Había gente con mucha experiencia y con cuatriciclos mejor preparados. Venía con el 800 (Can-Am) peleándola, me agarró una etapa recontra trabada y después dije, “ésta es la mía” y se me dio. En ese tramo se me abrió el camino, gané confianza y a partir de ahí mi historia fue diferente.
-¿Cómo hicieron con Alejandro para ganar tres Rally Dakar cada uno?
-Magia (risas). Humildemente lo digo. Lo que pasó es que Ale siempre supo mucho de mecánica y eso nos ayudó cuando se nos rompía algo en carrera. Junto con mi padre somos muy “inventores” y preparamos cuatriciclos muy duros. No se rompían y estaban muy bien armados y listos para cualquier cosa que pudiera pasar. Anduvimos muy rápido y también veníamos de ganar en el Enduro del Verano y pasamos a algo nuevo que eran las carreras de larga distancia como el Dakar. La estrategia era fácil: ir despacio donde había que serlo e ir rápido donde se podía y ahí sacamos las diferencias. Una vez que estábamos adelante regulábamos. Con Ale somos pilotos similares y con solo mirarnos sabemos para qué lado vamos. Desde muy chicos que anduvimos arriba del cuatri.
-¿Cuál es la clave para ganar un Rally Dakar?
-Es un conjunto: tenés que tener un buen equipo, mecánicos de la puta madre, un cuatri bien armado y el piloto debe saber cuándo acelerar porque el Dakar es muy traicionero. Es muy difícil porque a mí me ha pasado con la experiencia y todo de sufrir porrazos y roturas.
-¿Qué es lo más loco que te pasó en un Rally Dakar?
-Tengo una anécdota increíble: en 2010 veníamos con Ale en la etapa más larga que era de 600 kilómetros (Iquique-Antofagasta) y se me salió la rueda. Salimos corriendo y la encontramos. En ocho minutos teníamos la rueda puesta y la atamos con alambre, como dice el dicho. Hicimos un lazo desde masa hasta la corona de transmisión. Fue un invento para poder llegar. Faltaban 120 kilómetros y ganamos la etapa.
-¿Alguna otra que recuerdes?
-En 2016 venía ganando y tenía una diferencia de 20 minutos y me empecé a confiar. Crucé un badén detrás del otro y cada diez metros cruzaba uno hasta que agarré uno que era inmenso y desaparecí. El cuatri dio cinco vueltas y dije “chau, el cuatri no sirve más, perdí el Dakar”. Me volví a subir y estaba intacto, no se rompió el roadbook (hoja de ruta), ni se voló la rueda. Pude seguir en carrera y terminar. Esas cosas que son muy locas porque te pasan cuando estás terminando la carrera y la estás ganando.
-¿Qué te parece la nueva generación de argentinos en los cuatriciclos?
-Los veo bien, también vienen del enduro y si no sos un gran piloto es imposible ganar el Dakar como lo hicieron Nicolás Cavigliaso y Manu Andújar.
-¿Y qué pensás de los excesos que tienen algunos en las dunas o en otros lugares con el cuatriciclo?
-La Costa Atlántica en plena temporada está complicada para andar en los médanos. Está muy riesgoso porque vos no sabés qué hay del otro lado de un médano. No piensan que hay un montón de gente andando y no hay una dirección, es totalmente peligroso. Te los encontrás de frente, de costado y si te chocás te rompés la cabeza, es la realidad. Si vienen a Pinamar, Villa Gesell o Cariló, que son los lugares donde más se anda en cuatris y en motos, que lo hagan con muchísimo cuidado y más la gente que no tiene experiencia, que nunca anduvo y es principiante. Es muy peligroso, yo no se lo recomiendo a nadie y ni yo lo hago.
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