De repente, en medio del torneo, cuando el equipo estaba contra las cuerdas, los fundadores del proceso y los nuevos socios se fundieron en un mix que tuvo todo en su justa medida: talento, técnica, variantes ofensivas, solidez defensiva, gol y los intangibles, personalidad, determinación, ambición y convencimiento. Los más experimentados, los que sabían de sufrimientos y decepciones, habían llegado más livianos a Qatar. La mochila de finales perdidas ya no estaba y, de repente, se sentían rejuvenecidos. Porque habían logrado, además de al fin ganar una definición, nada menos que en el Maracaná, formar un nuevo equipo, con adn propio, sostenido en un interesante funcionamiento y en un invicto de 36 partidos, pero a la vez había construido un grupo granítico, con una unión, mística y onda que traspasaban la pantalla. Los veteranos recuperaron fuerzas, por vivir una nueva etapa y por tener, al lado, a nuevos integrantes, más jóvenes, que escuchaban y querían aprender, y a la vez inyectaban otra energía y pasión. Los Messi, Di María y Otamendi, entonces, se vieron empujados por los Cuti Romero, los Enzo Fernández, los Alexis Mac Allister y los Julián Alvarez. La consecuencia fue la tercera Copa del Mundo para Argentina. Pero, además de un gran presente, significó el empezar a pensar en un ilusionante futuro. Por la calidad y edad de sus integrantes, porque Messi anunció que seguirá -al menos un tiempo más-, porque todo será más fácil con la copa en las vitrinas y, además, y porque el fútbol argentino es una cantera inagotable de talentos, incluyendo al menos 15 jóvenes que quedaron afuera de esta lista mundialista pero que están en el radar de un cuerpo técnico que, se intuye, seguirá al frente de este proceso virtuoso.
Un análisis de lo que viene no puede arrancarse sin hablar de Messi (35 años), quien demostró en este Mundial, el quinto, seguir estando al menos en el top 3 de jugadores del planeta. Sin las apabullantes cualidades físicas de antes, pero con otro rol, más de organizador, más de líder, sabiendo cuándo usar su desequilibrio y en qué otros momentos hacer jugar al resto y potenciar a un equipo que ya no depende tanto de él. Leo habló de que este era su último Mundial, pero no dijo que planeaba dejar el seleccionado y, ya con la copa en mano, admitió lo que se caía de maduro al salir campeón. “Me encanta el fútbol, lo disfruto. Y sobre todo el estar en la Selección, con este grupo. Quiero seguir viviendo unos partidos más siendo campeón del mundo”, reconoció. No hay dudas que, con lo que le costó lograr semejante hito, ahora es momento de disfrutar y más si este plantel lo cobija tan bien. Se vienen momentos de recoger la siembra para él, de gozar dentro y fuera de la cancha. Sin dejar de jugar, claro, lo que a Messi más le gusta. Hay un equipo armado, que tiene presente y futuro, que lo ayuda a ser mejor. Y él, claro, hace lo propio para subir el nivel. Está todo dado para que siga siendo el capitán y, viendo su vigencia, no se descarta, si las lesiones lo respetan, que sea por años. Y, ¿por qué no hasta el próximo Mundial, en tres años y medio?
La otra clave, antes de seguir con los jugadores, es la del head coach y su elogiado cuerpo técnico que forman Aimar, Samuel y Ayala. El contrato de Scaloni con la AFA se terminó pero, según diversas fuentes, luce encaminada su renovación. Lo que genera alguna duda es que todavía el DT no se haya expresado... ¿Querrá buscar una chance en algún equipo importante de Europa, preferirá el día a día de un club? Por lo pronto, cuando faltan tres meses para volver a jugar (a fin de marzo hay fecha FIFA), hoy está en el lugar que soñó y por el que tanto luchó, desde que se quedó -único sobreviviente del cuerpo técnico de Sampaoli tras el desastre de Rusia-, fue confirmado en 2019 y terminó imponiéndose, contra viento, marea y maremotos. Hoy es amado por los jugadores, los hinchas y hasta por los periodistas que sentenciaban su fracaso porque no tenía experiencia ni carrera. Demostró ser un DT equilibrado, con conocimientos, muy buen gestionador de grupo -y sus crisis-, que supo rodearse, convencer a estrellas y que, además, no se casó con nadie, ni siquiera con sus soldados del proceso. Los mejores ejemplos son Lautaro y Paredes. Veremos qué decide, pero una continuidad sería ideal, no sólo para seguir con la Mayor sino que algo que lo diferencia de otros: el rastreo que hizo de talentos que pocos veían en el país y que ahora, en Europa, hay mucho.
Luego, siguiendo con el plantel mundialista, hay otros tres veteranos. Di María, se intuye, que está para seguir a los 34 años, porque su situación es similar a la de Leo. Tal vez no le quede tanto, por forma de juego, más vertical y con necesidad de su físico, pero nunca se sabe. Otamendi, también de 34, seguramente continuará en el corto/mediano plazo, al menos, a caballo de haber sido uno de los tres mejores centrales del Mundial y tener una enorme ascendencia dentro del grupo. Franco Armani, con 36 años, seguramente le dará paso a otros en el corto tiempo, sobre todo porque el puesto hoy es Dibu Martínez (30) y hay varios arqueros que vienen pidiendo pista, como Gerónimo Rulli (30), Juan Musso (28), Jeremías Ledesma (29, en Cádiz), Walter Benítez (29, en Niza), entre otros.
Un poco en el medio, entre la vieja guardia y los nuevitos, están Nicolás Tagliafico (30), el Huevo Acuña (30) y Germán Pezzella (31), tres defensores. Los dos primeros, de muy buen Mundial, serán parte de la continuidad y el ex River, hoy en el Betis, deberá volver a pelear, tras un torneo irregular, aunque siempre desde adentro. Luego viene la nueva armada de la defensa, todos baluartes en los próximos años, si mantienen su nivel: Cuti Romero, Lisandro Martínez, Nahuel Molina, Juan Foyth (los cuatro de 24 años) y Gonzalo Montiel (25). En esa parte del campo, además, hay al menos cuatro jugadores que fueron parte del proceso, de alguna u otra forma, y están en carpeta de Scaloni. Marcos Senesi (25 años, central del Bournemouth inglés), Lucas Martínez Quarta (26, central de Fiorentina), Nehuen Paz (22, central de Udinese) y Facundo Medina (23, central del Lens). Como se observa, sobran variantes, sin contar nuevos talentos que salgan del fútbol argentino. Presente y futuro para defender a Dibu…
Luego pasamos al mediocampo, determinante en el éxito del ciclo Scaloni, especialmente en esta Copa del Mundo. Tal vez la gran diferencia futbolística entre el fracaso de Rusia 2018 y Qatar 2022 esté en este lugar en el campo. Lionel armó un medio más moderno, que otra dinámica, que junta pases, se mueve, triangula, genera sociedades y es un nexo ideal, hacia abajo y hacia arriba. Un medio que marca y juega, que tiene variantes y cuyos integrantes son complementarios. El equipo llegó con Leandro Paredes (28) y Gio Lo Celso (26) como pilares, pero el primero jugó poco por bajo rendimiento -de arranque, luego mejoró con sus ingresos- y el otro no estuvo por lesión. Por ellos aparecieron dos joyas, del pibes que venían pidiendo pista, como Enzo Fernández (21, el mejor jugador joven del Mundial y, además, la gran revelación) y Alexis Mac Allister (23). Ambos venían con un ritmo alto de juego, tal vez de lo mejor, junto a Julián Alvarez, y se notó en el torneo. Scaloni acertó al darle luz verde y ellos potenciaron mucho al equipo.
Enzo se destacó cuando ingresó de 5, una posición inédita en su carrera, y directamente la rompió cuando lo liberaron y fue más 8. Con carácter, desparpajo y técnica excelsa, se plantó como un veterano y dominó el medio. Fue eje de cada salida, con primeros pases limpios, con ventaja, incluso a veces entre línea, además de haber llegado al gol o a posición, con remates de media distancia. Su final fue épica, tal vez su mejor partido: dentro del equipo, terminó primero en toques (118), duelos ganados (11), pases completados (77) y entradas completas (7-10). Además, segundo en pases en campo rival (29) y en recuperaciones (11). Seguramente saldrá en breve del Benfica portugués para ir a un grande de Europa. Se habla del Real o el Liverpool. Lo seguro es que, por sus personalidad y características, punta para ser uno de los líderes del mediocampo nacional por años.
Alexis fue el otro titiritero del medio. Primero porque entendió todo y supo jugar en un lugar del campo donde no abundan espacios. Siempre jugó simple, usando su técnica depurada, con concepto, equivocándose poco, asistiendo y hasta llegando al gol. Gran complemento de Enzo y De Paul, además de un socio para Messi. En la final incluso se encargó de anular a Griezmann, el cerebro francés, porque desde que llegó a Inglaterra a su juego, siempre exquisito y claro, le sumó movilidad, sacrificio, potencia y capacidad defensiva. Si hasta terminó jugando de 5 en el Brighton. Otro que, muy posiblemente, deje ese equipo de mitad de tabla en la Premier para a ir a otro con aspiraciones. Otro del que no conocemos su techo y, se espera, siga siendo parte esencial del medio nacional.
Paredes tiene todo para recuperar su lugar de elite. En los últimos tiempos perdió terreno y ritmo, en el PSG, y pasó a Juventus. Será clave, a los 28, que se gané un lugar entre los 11 y vuelva a ser el 5 fino, con panorama y pase brillante, que encandiló a todos. Algo similar pasa con Rodri De Paul (28), el motorcito esencial de la Scaloneta, que en los últimos tiempos ha rendido mucho más cuando se pone la celeste y blanca. Simeone quiere recuperarlo y para eso, también, deberá darle más chances. El ex Racing tiene todo para volver a ser importante en el Atlético. En la Selección ya demostró.
Guido Rodríguez es otro con una edad ideal (28). Perdió lugar por el mayor protagonismo de Enzo, pero Scaloni le valora su valor táctico, capacidad defensiva, buen pase y juego aéreo. Seguramente seguirá. Ni hablar del fino Lo Celso, sólo afuera por lesión. También está Nico González (24), otro que se quedó afuera por lesión, pero es esencial en el esquema porque puede ser volante, delantero y, en ocasiones, lateral izquierdo. Siempre picante. Se viene un lindo duelo por los lugares de arranque en ese medio.
Por lo pronto, también hay que sumar a Exequiel Palacios (buen Mundial, 24 años, buscando más continuidad en Alemania), Angel Correa (27) y el joya Thiago Almada (21, pero en la MLS, liga inferior). A no descuidar el caso Paulo Dybala (29), quien ha jugado poco y nada en el seleccionado porque tiene características tan similares a Messi que el DT debe elegir: es uno u otro. Tal vez si Leo juega menos, de acá en más, Dybala pueda ocupar un rol más preponderante. Su talento es de crack… Tampoco hay que olvidar los que ya estuvieron en el proceso y pueden volver a meterse en el plantel, como Lucas Ocampo (28, en Ajax).
Arriba no hay tanto como en el medio. Está Julián Alvarez (22), claro, tal vez la mayor aparición del fútbol argentino en los últimos 15 años, de brillante Mundial y con un futuro promisorio al lado de Pep Guardiola en el City. Ni hablar de Lautaro Martínez, 9 de elite, que recién cumplió 25 años. Joaquín Correa, de 28, estuvo en el ciclo y se quedó afuera al final. Lucas Boyé (26), revelación en España, estuvo en el último tramo, y Emiliano Buendía (25, en Aston Villa, no hizo inferiores en el país pero ya debutó en la U20 nacional) siguen en el radar, entre otros argentinos.
En ese lugar del campo hay mucha ilusión con Alejandro Garnacho, un talento especial que ya juega -y se destaca- en el United con apenas 18 años. En España aún sueñan que juegue para la Roja, ya que es nacido en Madrid, pero parece que el pibe quiere jugar para Argentina. El tema es su carácter y forma de ser. Tiene de ídolo a Cristiano Ronaldo y, por momentos, parece copiar sus actitudes, que no puede estar más lejos de lo que pregona Scaloni y de lo que busca un grupo unido y que no permitirá ovejas negras, no importa el talento que tengan.
Como Garnacho, esta cantera inagotable que es Argentina tiene varios prospectos-cuasi realidades que Scaloni sigue con mucha atención. Matías Soulé es de lo más interesante. Volante ofensivo o delantero de 19 años, zurdo y picante, quien en octubre se convirtió en el sexto argentino más joven de la historia en debutar en la Champions, en este caso jugando para Juventus. El otro es Luka Romero, de 18, nacido en México, con nacionalidad española pero que ya jugó con la U15 argentina y en marzo fue citado por Scaloni para las Eliminatorias. Ya debutó en Lazio.
Hay otro en la misma situación. Nicolás Paz, hijo de Pablo, bahiense ex central de calidad de los años 90 que salió de Newell’s, que nació en Tenerife pero Argentina quiere que juegue con la celeste y blanca. De hecho, en marzo de 2022, fue citado por Scaloni para ir viéndolo para el Sub 20 que dirige Mascherano. El pibe está en el Real Madrid y se trata de un talentoso volante de apenas 18 añitos. En una situación similar están Franco y Valentín Carboni, los hijos del Kely, aquel volante de Lanús y Banfield. Ambos están en el Inter y ya debutaron en Primera, el primero es un extremo izquierdo de 19 años y el otro un mediapunta de 17. El otro es Tiago Geralnik, mediocentro ofensivo de 19 años que está en el Villareal español.
Hay sobreabundancia de talento para elegir. Y eso que no contamos a los proyectos que están en el país o se fueron hace poco, como Facundo Buonanotte (se fue al Brighton con 18 años), Fausto Vera, Alan Varela, Santiago Simón, el Changuito Zeballos, Alan Velasco, Juan Manuel López, Valentín Gómez, Julián Fernández, Luca Orellano, Domingo Blanco y Facundo Farías, entre todo. Todos chicos con mucho talento que pueden dar el salto de calidad y ganarse un lugar en el mediano plazo. Ya vimos qué pasó con Enzo Fernández y Julián Alvarez, por caso.
El fútbol argentino es un semillero que no deja de sacar jugadores y es casi imposible de prever, casi cuatro años antes, quiénes podrán llegar al Mundial, pero lo seguro es que existen sobrados argumentos para pensar en disfrutar con el seleccionado en los próximos años: la hermosa base que se armó, la tranquilidad que reinará a partir de estos dos títulos, la muy posible continuidad del cuerpo técnico, la permanencia de Dios Messi entre los mortales, la interesante edad promedio de un grupo de trabajo que ronda los 35/40 jugadores y los talentosos nuevos que nuestro país tiene en las gateras. Que se venga una época dorada… Motivos hay para soñarla.
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