“Siempre quise entender qué era eso tan fuerte que sentías y no podías lidiar, que era eso que necesitabas ahogar literalmente cada día de tu vida en vasos de alcohol. Lamento mucho ese dolor pa, lo lamento en el alma desde siempre, ojalá no te hubiese tocado, pero todos vinimos a esta tierra con nuestras luchas y se ve que tu sensibilidad no soporto tanto”.
Ese es sólo un fragmento de la cruda carta que escribió Marina, la hija de Fabián O’Neill, un ex jugador uruguayo que murió este domingo a los 49 años luego de una lucha desigual que tuvo durante gran parte de su vida con el alcohol.
La historia cuenta que El Mago, como lo apodaban, tenía todo el potencial para ser un futbolista legendario para el fútbol charrúa. Oriundo de Paso de los Toros, supo ser un volante con gran capacidad para la gambeta, lo que le permitió sobresalir con la camiseta de Nacional de Montevideo. Después de tres temporadas, el Cagliari italiano puso sus ojos en él y así fue como se mudó a la Serie A. En ese club se fue al descenso, pero también fue clave para que el equipo recupere la categoría.
Tras cuatro temporadas, Juventus lo contrató. Fue en la campaña 2000-2001, una época en la que la número 10 de la Vecchia Signora la vestía ni más ni menos que Zinedine Zidane. Los libros cuentan que cuando le preguntaron al francés quién era el mejor jugador con el que había plantel, mencionó a O’Neill. Pero a pesar de eso, su adicción al alcohol marcó su vida para siempre.
Así fue como, según él mismo contó en una entrevista con Ovación, el segmento deportivo del diario El País, de Uruguay, dilapidó millones de dólares en los vicios que supo tener a lo largo de su carrera deportiva.
“Tuve 14 millones de dólares y los perdí, pero a mí no me molesta ser pobre. No me cuesta. Yo teniendo para tomar y que mis hijos estén bien, ya está. Que mis hijos estén sanos es tener un platal para mí. Después comer, se come arroz con huevo igual. Caballos lentos, mujeres rápidas y timba, eso es lo que hace que no te quede nada. Siempre timbeaba. Yo tuve 20 caballos en Maroñas. Cuando era jugador timbeaba más, porque tenía más plata. Ahora no puedo porque no tengo nada”, reflexionó el Mago.
En aquella extensa nota, el futbolista que tuvo 19 presentaciones con la camiseta de la selección de Uruguay (jugó la Copa América de 1993 y fue parte de la nómina charrúa que disputó el Mundial de Corea-Japón 2002 -no tuvo minutos- de la mano de Víctor Pua), recordó su inolvidable paso por Cagliari y lo que fue compartir equipo con Zidane.
“Era ídolo, en cambio cuando fui a Juventus pasé a ser de los últimos porque estaban los fenómenos, como Zidane. Hoy soy hincha del Real Madrid por él. Cuando bajamos a la B nos rompieron todos los autos. Teníamos que hacer siete puntos para no bajar, y nos tocaba jugar con Milan, Inter y Juventus. Era imposible. Yo paraba en la playa y pasaban los tifosi y me gritaban ubriaco, que quiere decir borracho. Al otro año subimos y esos mismos hinchas -porque yo les conocía las caras y no me olvido de los que me puteban- me pagaban las copas. El fútbol es así”, relató.
O’Neill es una leyenda del fútbol uruguayo. Una vida atada a la pelota y a su adicción que se vio reflejada en el libro “Hasta la última gota”. Hace un par de años, en otro mano a mano con la prensa de su país, Fabián contó que antes de los 10 años comenzó a tomar alcohol.
“Tengo 47 años y tomé 38″, dijo en 2020. “Era un gurí y ya pasaba en los bares con gente veterana. Empecé con un poquito de vino en el refresco. A los 10 u 11 años ya andaba de noche por todos lados, haciendo mandados en las whiskerías. Siempre había alguien que me decía que era un niño y que me fuera para mi casa, pero yo vivía con mi abuela y pasaba en la calle. Nunca fui de hacer mucho caso. Mi abuela fue muy importante para mí, la persona más importante, pero me hacía todos los mimos, todos los gustos. Además, la vida era distinta antes y en Paso de los Toros no había ningún peligro ni problema de nada”, dijo en ese tiempo.
En esa misma charla a corazón abierto remarcó cuáles eran sus únicas dos preocupaciones en la vida. “A mí no me molesta ser pobre. No me cuesta. Yo teniendo para tomar y que mis hijos estén bien, ya está”, dijo. O’Neill intentó dejar el alcohol, pero su lucha fue en vano. Antes de cumplir 50, este hombre que supo llenarle los ojos a los fanáticos de Nacional y los equipos donde jugó de buen fútbol, murió rodeado de sus seres queridos. De su ex mujer y de los que llevan su misma sangre. Esos que los despidieron con el amor que reflejó su hija. A pesar de todo lo vivido.
“Hace tiempo ya habías perdido la chispa, la alegría y tu esencia única. Cada vez te veía más triste, más enfermo, con los ojitos perdidos, la mirada caída, tu físico que siempre fue tan fuerte, cada vez más débil y deteriorado. me dolió escucharte decir alguna vez ‘no quiero vivir más’ en tus pocas horas de sobriedad. Deseo también que tu recorrido en esta tierra sirva para entender más sobre el alcoholismo, está enfermedad que te sedujo a vos y a todo tu dolor desde chiquito, que se llevó todo. Que estés en paz papá”, lo despidió una de sus hijas.
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