Fue una jornada histórica para la selección argentina la que se vivió en el estadio Lusail. En la mejor final de la historia de los Mundiales, el equipo de Lionel Scaloni venció a Francia en los penales para celebrar el tercer título de su historia en Qatar. Fue un día consagratorio para Messi. El capitán de Argentina tuvo otro partido de película en la Copa del Mundo que se jugó en Medio Oriente. Anotó dos goles y convirtió el primer penal de la tanda decisiva que tuvo a Dibu Martínez como héroe y a Gonzalo Montiel como el encargado de ejecutar el disparo que le dio el triunfo al combinado nacional.
Una vez que el ex lateral de River Plate cruzó su remate y decretó la coronación, Messi, que se encontraba en el medio de la cancha, se arrodilló en el lugar. Aliviado, feliz, realizado. La descompresión fue tan grande que sus piernas se quebraron y no pudo siquiera correr hasta el arco como suele ocurrir en este tipo de definiciones. Su reacción fue similar a la de la Copa América, cuando se desplomó en el pitazo final en el Maracaná.
Lo curioso es que cuando él se arrodilló, varios de sus compañeros que habían emprendido la corrido para abrazase con Montiel y con Dibu, volvieron para estar con el capitán. ”Sí, Leo. Somos campeones del mundo”, le gritó Paredes al oído. Luego llegaron Marcos Acuña, Enzo Fernández, Nicolás Otamendi y Rodrigo de Paul, que eligieron juntarse alrededor del mejor jugador del planeta para celebrar la consagración.
Otra curiosidad del momento es que en apenas segundos el que se suma a ese abrazo eterno es nada menos que Sergio Agüero, quien corrió hasta el centro de la cancha con una camiseta de Otamendi para festejar. Justamente, fue el Kun el que llevó en andas a Messi en la tradicional vuelta olímpica luego de la entrega de premios. Una imagen que grafica de manera perfecta el sostén que el ex futbolista significa para La Pulga.
La secuencia en imágenes
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