Luis Islas es uno de los privilegiados que sabe cuánto pesa la Copa del Mundo. A los 21 años formó parte del plantel que ideó Carlos Salvador Bilardo para escribir una de las páginas doradas más importantes del deporte argentino, en la edición que organizó México en 1986. En la actualidad está analizando unas propuestas de Venezuela para continuar con su etapa de entrenador, aunque prefiere trasladar sus conocimientos en el fútbol doméstico.
El ex arquero mantiene aferrado su sentimiento por la Albiceleste como en la primera convocatoria. Y para la final que afrontará la Scaloneta ante Francia el próximo domingo en Qatar, el ídolo popular tiene la ilusión y el deseo de ver a Lionel Messi alzar el trofeo más codiciado del planeta.
Durante sus días bajo los tres palos fue rival y compañero de Diego Maradona. También integró el cuerpo técnico de Pelusa en Dubái y Dorados de Sinaloa. Por lo tanto, no hay otra manera de iniciar la conversación con Infobae sobre las sensaciones que le genera observar el Mundial sin la compañía del astro surgido de Fiorito.
—¿Cómo viviste el Mundial de Qatar sin la presencia de Diego Maradona?
—Hay que aclarar una cosa: estamos sin Diego físicamente. Es algo que tengo claro. Lamento no poder dirigir junto a él, no poder abrazarlo, no poder festejar los goles... Pero Diego siempre está presente en mi vida. Fuimos campeones del mundo, nos enfrentamos, trabajamos juntos dos años y medio y siempre está a mi lado. La única diferencia es que no puedo estar con él en un campo de juego, pero está en mi vida siempre. Y sé que desde arriba está acompañando a esta selección argentina.
—¿En qué momentos precisos se te aparece Diego? Imagino que tendrás muchos recuerdos...
—Su partida fue una tristeza muy grande su partida. Un golpe muy fuerte al corazón. Lamento no poder estar dirigiendo con él, porque en los Emiratos Árabes Unidos y en México nos fue muy bien. Ascendimos a Al-Fujairah y fuimos subcampeones con Dorados. Fue una satisfacción muy grande, porque en el día a día había alegría constantemente. No tengo dudas de que estaríamos juntos.
—¿Qué sentís cuando escuchás a los hinchas cantar la canción que dice y al Diego, en el cielo lo podemos ver, con Don Diego y con la Tota, alentándolo a Lionel?
—Me encanta. Es un himno, porque Diego está descansando con su papá y su mamá. Él está en paz con su familia, y cuando lo veo reflejado en una canción me emociona mucho. Él va a estar siempre, y estoy convencido de que está acompañando a la Selección desde arriba. No sé si lo estará viendo sentado o parado, pero no tengo dudas de que está apoyando desde el cielo.
—Como integrante de esa Selección de 1986, ¿hay algún punto de comparación de ese equipo con la Scaloneta?
—Para mí hay tres selecciones que hay que destacar, porque además de esas dos dejame sumar la de 1994. Fueron tres equipos extraordinarios desde el aspecto futbolístico; con un ADN muy marcado. La del ‘86 fue algo fantástico, con una riqueza individual muy notoria y un Maradona superlativo. Gracias a Dios jugó para Argentina. La del ´94 fue algo similar, porque seducía a todo el pueblo argentino. Y hoy veo a una Selección que me encanta. Lo digo como hincha y como entrenador; porque pase lo que pase el domingo, no evalúo por un resultado. Hace tiempo que tiene una idea muy clara y sólida; con salidas bajas, tenencia de pelota, jerarquía, buen pie, laterales que pasan al ataque constantemente y dos contrales que son unas fieras. Y está Messi que está en un nivel fantástico. Además, ahora se sumó Julián Álvarez que demostró que es un animal. Y el recambio también es clave, porque cada uno que entra juega igual o mejor que el suplente. La Scaloneta me recuerda a la Selección de 1986, hay muchas similitudes.
—Destacaste esas tres, pero no mencionaste la de Menotti de 1978...
—Era muy chiquito. Tengo un gran respeto para los campeones del mundo de 1978. Mi ídolo siempre fue el Pato Fillol. Admiré mucho a Marito Kempes, a Ardiles, a Houseman, a Tarantini, a Olguín y a todos ellos; pero era muy chico, no podía evaluar futbolísticamente a ese equipo.
—¿Hay algo de Bilardo en Lionel Scaloni?
—Es muy difícil, porque Scaloni hizo un trabajo muy bueno junto a todo su cuerpo técnico. Él supo construir un equipo fantástico, pero Bilardo hay uno solo. Mirá que como entrenador adopté muchas cosas de él, pero como el Doctor hubo y habrá uno solo. No digo ni mejor, ni peor; simplemente único. Los que lo tuvimos sabemos que es muy difícil encontrar a alguien como él. Podrá haber alguna similitud en las formas de trabajar, pero Bilardo es un caso especial, fue un crack. Un distinto.
—¿Dónde pueden estar las claves para ganarle a Francia?
—Mbappé, Griezmann, Dembelé, Lloris... son todos muy buenos jugadores. Hay que tenerle mucho respeto, pero imagino que Argentina estará evaluando cómo romperle todos los circuitos futbolísticos. Confío mucho en esta Selección, porque demostró ser un equipo que le puede ganar a cualquiera. Para ello tendrá que tomar los recaudos necesarios, como sacarle los espacios a Mbappé y no jugar mano a mano. Es un delantero que lastima mucho en velocidad. Francia es una potencia, pero Argentina genera confianza, porque tiene muchas alternativas para causar daño. Creo que la diferencia puede estar desde el carácter y la personalidad. Estos chicos tienen mucha hambre de gloria y están muy ilusionados. Si al gran volumen futbolístico, se le agrega este plus, me permite mantener la esperanza intacta.
—¿Si Messi logra quedarse con este título, que es el único que le falta, alcanzará a Maradona en ese pedestal de leyenda?
—A mí nunca me gustaron las comparaciones, porque cada individuo es diferente. Para mí Diego fue algo extraordinario, y hoy tenemos a un jugador que tiene una genialidad magnífica. Messi es un líder dentro y fuera del campo de juego. Uno se da cuenta el respeto que le tienen su compañeros, y cómo lo cuidan. Ojalá que seamos campeones del mundo, para que Leo pueda levantar ese trofeo, que es hermoso. Todos los argentinos necesitamos de esa alegría.
—Probablemente, si se da el resultado, habrá muchos bebés que nazcan en 2023 con el nombre Lionel, ¿qué siente un futbolista cuando se entera que una familia elige el nombre en su honor?
—Es algo muy fuerte. Un sentimiento muy profundo. Casualmente, la vez pasada tuve un encuentro con la gente de Cinzano en el que participaron muchachos de mi edad o un poco más jóvenes que se llaman Luis Alberto por mí. Me genera algo especial. Lo mismo cuando ves que tienen tatuados tus autógrafos. Había un hincha de Independiente que en toda la espalda se tatuó el número uno con el nombre Islas ¡Me pareció una locura! Incluso un fanático mexicano le puso mi nombre a su hijo, que me sorprendió. No me puedo imaginar lo que pase con los Diego Armando y los Lionel. Seguramente en poco tiempo habrá millones de Lionel, como hay millones de Diego Armando. No se puede explicar con palabras, se me pone la piel de gallina.
—¿Qué análisis haces de las campañas que inicialaron algunos los medios europeos relacionados al supuesto favoritismo de la organización por la Argentina?
—No les presto atención. Antes de comenzar el Mundial decían que España, Alemania y Brasil eran candidatos al título y se volvieron antes de la final. No hay que darle mucha relevancia, porque llegaron al partido más importante los equipos que debían llegar.
—¿Hay un equipo que sea más candidato que otro en la final?
—Tanto Francia como Argentina tienen argumentos futbolísticos para ser campeón, tanto desde el aspecto individual como colectivo. Sin embargo, creo que Argentina tiene un plus, que se relaciona a la personalidad, el sacrificio y al hambre de gloria; que no es un tema menor. Lo digo como jugador y entrenador: cuando uno ve que los muchachos están con esas ganas de gloria y están esperando ese momento con mucha ansiedad, es un plus especial.
—¿Sos parte de la expectativa que genera esta Selección?
—Sí, el domingo se va a paralizar el país. Me pone muy contento ver la ilusión de la gente. Los argentinos la estamos pasando muy mal y este Mundial regaló una felicidad inmensa. Más allá de lo que pase, el ciudadano común al otro día va a tener que volver a su vida cotidiana y a pelear por la moneda. Lo que está pasando a nivel futbolístico, me pone muy feliz. Esta Selección cerró la grieta, porque no hay unos y otros: es el pueblo completo. Y cuando veo a la gente gritar los goles, me da una satisfacción muy grande. Como sociedad estamos viviendo momentos muy duros y esta ilusión le hace bien al pueblo. Ojalá se pueda coronar con un título. Sería fantástico para todos.
—En un país con un índice de pobreza elevado, una inflación que no merma y una situación económica y social compleja; en años anteriores para ésta época se realizaron muchas protestas que derivaron en saqueos, ¿el Mundial también permitió calmar los reclamos comunitarios?
—Si el domingo la Argentina se consagra en Qatar se va a ver a un país feliz; y no hay nada más lindo que ver a tu gente en ese estado de felicidad. La vida se trata de momentos, y uno no puede vivir permanentemente con angustia, dolor y preocupación... Esta Copa del Mundo le dio mucha ilusión al ciudadano, que cambió su rutina diaria por los partidos. Esos gritos de gol nos hacen bien como sociedad. Es hermoso poder disfrutarlo, pero el lunes hay que ser conscientes de que todo vuelve a la normalidad; y si no le alcanza para comer o no llega a fin de mes va a sufrir. Por eso, está bueno que el fútbol contribuya a frenar esas sensaciones negativas. El otro día, cuando se le ganó a Croacia, vinieron como 60 personas a la puerta de mi casa para cantar las canciones de la Selección. Sin dudas, salí a la calle para saludarlos y festejar con ellos; pero estaría bueno que podamos ser felices también en el día a día, más allá del fútbol.
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