Enzo Fernández, con 21 años, vive un momento de ensueño. Brilla en Benfica, es pretendido por los clubes más importantes de Europa y se convirtió en un socio ideal de Lionel Messi en el Mundial de Qatar 2022. Sin embargo, tuvo que sortear varios obstáculos en inferiores. Su perseverancia y afán por triunfar lo llevaron a convertirse en uno de los mejores box to box del momento.
En diálogo con Infobae, Gabriel Rodríguez, histórico coordinador y descubridor de talentos de River Plate, devela los secretos del mediocampista que sueña este domingo con levantar la Copa del Mundo en el Estadio Lusail.
- ¿Qué recuerda de la primera vez que lo vio jugar?
- Era muy chiquito. Uno disfruta porque los conoce de chicos. Lo captamos en una edad muy temprana. Lo conocí a los 8 años, en el baby fútbol. Él jugaba en el club La Recova de San Martín. Yo también soy de San Martín. Luego lo tuve en el baby en Parque Chas, y junto con Pablo Esquivel y Luis Pereyra lo invitamos a fichar en River. Tuvimos la suerte de tenerlo. Desde chiquito vislumbraba por algunos dotes principales: el manejo de la pelota y la excelente pegada. Era un jugador tiempista, muy pensante. Él era bajito y medio gordito, y lógicamente fue estilizando su cuerpo con el paso de los años. Ese desarrollo físico también lo ayudó en la rapidez. Era un tiempista, un poco lento en el manejo de la pelota. Eso hizo que tenga un poco de espera en algunas etapas de su carrera. El desarrollo pasa a ser determinante. Hay chicos que tenían buenas condiciones y eso hizo que Enzo tenga que esperar en Novena, Octava y Séptima. Lógicamente que costó el desarrollo, le tocó esperar. Por suerte tenemos la ventaja de tener tira en Liga Metropolitana, una liga paralela a la de AFA, para poder mover a todo el plantel. Te da la posibilidad que todos los jugadores tengan actividad futbolística el fin de semana. En los 14 o 15 años tuvo que vivir eso. A veces no le tocaba jugar. Hay que acompañarlos en esos momentos. No solo en la parte linda, también en la que se presentan estas situaciones que no son tan agradables para alentarlos y que no se desilusionen. Pero él siempre creyó en sus posibilidades, siempre estuvo convencido de poder llegar a cumplir su sueño, que era ser jugador de la Primera de River. Lo que todo chico busca cuando arranca. Con el desarrollo físico en la Sexta División comenzó a imponerse. Guillermo Rivarola era el DT y yo el coordinador general. Ahí comenzó a tomar un rol muy importante. Tuvo dos años brillantes, lo que lo posicionan también en Reserva. Luego tuvo la posibilidad que le dio Marcelo. Él siempre tuvo convencimiento, eso fue lo que lo llevó a sus grandes logros. Y tiene mucho rodaje por delante.
- Recién recalcaba su manejo y pegada como aspectos que le llevaron la atención la primera vez que lo vio. Esas son dos de las principales características que tiene Enzo en la actualidad
- La pegada era fundamental. En baby fútbol los arcos son chicos y la pelota es pesada. Tener semejante potencia en el remate no era muy común de ver en chicos de 8 años. Eso nació con él. Nosotros tratamos de pulir y mejorar aptitudes físicas y técnicas, pero hay cosas con las que se nacen. Él nació con esa virtud. Llevaba la pelota con la cabeza levantada, no perdía la visión del juego, el panorama. Intuía el pase. Tenía una idea de buen juego.
- ¿Es cierto que cuando era chico durante una gira por Neuquén hacía 7 grados bajo cero y que él pidió entrenar igual?
- Sí, es verdad. Lo hicimos en una canchita que tenía una iglesia. Era un chico que todo el día pensaba en la pelota. Disfrutaba con una sonrisa. Aunque a veces no le tocaba jugar en AFA él disfrutaba. Era un excelente compañero, muy abierto, muy risueño. Disfrutaba muchísimo de todo lo que estaba viviendo.
- Esto también marca la disciplina que tenía pese a ser muy chico
- No hay ninguna duda. Siempre tuvo predisposición.
- ¿Por qué cree que le costó el salto de infantiles a juveniles?
- Es muy difícil a veces, hay desarrollos físicos. Van cambiando su cuerpo. Él era bajito y un poco gordo. Al estilizarse, crecer, mejoró su cuerpo y su dinámica. Era de buen pie, pero algo lento; pero pasó a ser un jugador más dúctil, con más dinámica. Eso lo fue consiguiendo en la adolescencia, como le pasa a muchos chicos. Algunos desarrollan más rápido que otros. Él tardó un poco más, pero después de Séptima División empezó a ser titular, a tener más continuidad.
- ¿Cuándo no jugaba se le pasó por la cabeza no jugar?
- No fue tan así. Fue a medias. No dejar de jugar, sí por ahí cambiar de aire. Él quería una continuidad, jugar. Practicaba con sus compañeros y por ahí le tocaba ir a Liga. Si bien lo tomaba con mucha predisposición, todos quieren jugar en AFA. Se le habló, se lo acompañó y se lo aconsejó. Tratar de hacerlo entrar en lo que es esta carrera, donde hay momentos brillantes y hermosos y momentos más duros. El coordinador ahí tiene que tomar decisiones, porque el entrenador arma el equipo, pero al año siguiente pasa a manos de otro entrenador. Es ahí cuando el coordinador tiene que tomar las decisiones de fichajes o triste de decirle a un chico que se tiene que ir. Por ahí con un entrenador no juega, y con otro por ahí le da variantes y encaja. El coordinador tiene que ver esas cosas. Si tiene condiciones para triunfar. Siempre busqué que se quedara, nunca le iba a dar el pase. Futbolísticamente le veía condiciones y sabía que a la larga o a la corta, con su desarrollo, se iba a imponer. Gracias a Dios se dio.
- En ese momento, cuando no jugaba, él decidió realizar un doble turno para equipararse con el resto.
- Sí, él se exigía el doble. Tenía esas dificultades en el desarrollo y estilizarse le permitió tener más ritmo y dinámica. Se entrenaba, buscaba la posibilidad de entrenar en segundo turno para ponerse a la misma altura de los chicos que jugaban en ese momento. Siempre tuvo el deseo de triunfar. Después hay cosas que te tienen que acompañar. A veces lesiones o imponderables. Mirá lo que pasó este Mundial con Lo Celso. Son situaciones que uno no puede preveer. Si él hubiese estado bien, o Joaquín Correa, por ahí Enzo no hubiese tenido tantos minutos para mostrarse. Todo eso abre caminos que ni imaginas que se pueden dar.
- Un momento clave en la carrera de Enzo fue cuando pasó a préstamo a Defensa y Justicia, donde termina de demostrar todo su talento y ganarse la confianza de Marcelo Gallardo
- Sí, desde luego. Pero este accionar tiene ventajas y desventajas. Yo fiché a Marcelo en River. Hay cosas que puedo coincidir y otras que, en una de esas, la tengo que estudiar. Esas oportunidades pueden ser beneficiosas en algunos casos y en otros perjudiciales. Enzo y David Martínez se fueron y en Defensa y Justicia obtuvieron el rodaje que necesitaban y lo demostraron con muy buenas actuaciones. También ganaron Copas. Otros por ahí no tienen esa chance. Van a otra instituciones y no tienen ese rodaje y esa promesa no termina siendo beneficioso. Depende también de la personalidad de cada jugador y cómo se desempeñan. Hay casos a favor y otros en contra.
En River no tenía lugar, pero después hay que ver cómo encaja en otro club, que por ahí juega con un sistema más conservador o con una idea más especulativa. Y por ahí no encaja en ese sistema. También hay que ver a qué club van. Hay casos que se fueron y se desvalorizaron, y otros que se quedaron un año más y mostraron progreso.
- ¿Qué le aportó Marcelo al juego de Enzo?
- Marcelo es la interpretación del buen juego, lo practicó y vivió desde muy chico. Siempre entendió el juego, algo que no es fácil de encontrar. Son pocos los que antes de recibir ya saben a dónde va a ir la pelota. Tienen en su cerebro dónde están parados en el campo. Marcelo siempre buscó esa clase de jugadores. Darle su confianza fue parte del éxito. Jugar en River genera presión y el apoyo del entrenador pasa a ser fundamental, y más si se alinea al estilo del jugador. Le permitió tomar decisiones sin presiones a equivocarse.
- ¿Cómo lo ve hoy a Enzo en el Mundial?
- Creo que está en el País de las Maravillas. Creo que va a caer dentro de un mes de las oportunidades que se le brindaron. Es muy difícil de centralizar en la mente. Es un sueño lo que está viviendo. Hace un año jugaba la final con Colón y ahora está jugando una final de un Mundial. Ni yo lo pensé. Sacando a Armani, los otros chicos de River los fiché yo. Tanto a Montiel, Palacios, Pezzella y Julián Álvarez. Verlos a ellos ahí es un sueño, una alegría. Es ver que cumple su sueño y yo quedarme tranquilo de que no le fallé a mi club en la elección. Creo que Enzo hoy está en el País de las Maravillas. No se imagina donde está, porque si lo hace se asustaría. Está en la final de un Mundial, y con la edad que tiene.
- ¿Se imaginaba que iba a tener tantos minutos, un papel protagónico?
- No. Yo no. El equipo venía formado desde hace años, con un invicto de 36 partidos. Un equipo instalado, tenía pocas variantes. La salida de Correa y Lo Celso, fundamentalmente, que era un socio de Messi, nos dolió. Eran bajas que no se esperaban. Eso abrió puertas y, con lo que cada jugador demuestra en las prácticas, abrió una oportunidad. Enzo nunca dejó pasar una oportunidad. Creo que esa es la definición. Cuando tuvo una oportunidad, él la aprovechó. Siempre luchó para conseguir oportunidades. Cuando lo pusieron no perdió la oportunidad, siempre demostró. De chiquito o grande. Hoy lo está aprovechando, sin dudas.
- Se fue hace solo seis meses a Benfica y ya suena para equipos como Real Madrid y Liverpool
- Todos los clubes están al acecho de los jóvenes. El tomó notoriedad con 20, no con 16 o 15, como muchas veces pasa. Sin ninguna duda, con la respuesta futbolística que está teniendo, y en un Mundial, no me causa sorpresa que clubes tan grandes se fijen en él. Seguramente se le dará una posibilidad de un traspaso. Pero tiene que tener los pies sobre las tierras, hay que ser equilibrado. Tiene 21 años. Está viviendo un sueño. Esperemos que tenga el mejor final.
- ¿Qué le diría a Enzo?
- Le diría que lo quiero mucho, que lo felicito por su dedicación, por su esmero, por no darse por vencido. Siempre tuvo claro lo que él quería. Lo que está consiguiendo es cumplir el sueño que tantas noches habrá tenido. Hoy está viviendo su sueño hecho realidad. Es la mayor alegría que él esté viviendo esto.
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