Andrés Nocioni opina como jugaba. Sin medias tintas. A corazón abierto y, por momentos, con crudeza. Algunas cosas no le gustan y reacciona. Pero, a la vez, también analiza en base a su extensa experiencia con el seleccionado de básquet (1999-2016). A él buscamos, como voz de la mítica Generación Dorada, para hablar de esta Selección de fútbol que nos representa tan bien, que nos emociona, durante este Mundial en Qatar. Sobre todo porque, desde afuera, se ven similitudes con aquella de básquet que se mantuvo en la elite durante casi una década y media, un hito para un país que casi nunca fue potencia en el deporte. Con cambios de jugadores y hasta de planteles, pero siempre con una línea de comportamiento, profesionalismo, unión y mística de grupo que han quedado como una marca registrada en el deporte argentino.
“No me gustan las comparaciones, sobre todo porque nada tiene que ver el básquet con el fútbol, pero es verdad que desde afuera se ve un grupo bien armado, unido, con química, no sé si la mística se construyó a partir de los triunfos o ya la tenía desde un primer momento. Lo cierto es que puede haber ahí una similitud con nuestro grupo, pero prefiero evitar las comparaciones porque la gente generalmente las malinterpreta. Recuerdo cuando a la Selección de fútbol le iba mal, decían que tenía que aprender de nosotros, de la Generación Dorada, y eso no me gustó, me hizo sentir incómodo, porque tampoco lo nuestro fue todo color de rosa… Yo siempre fui de apoyar al seleccionado de fútbol, porque entiendo la situación que atraviesa y sabiendo siempre que la presión que enfrenta nada tiene que ver con la nuestra. Es la presión de un país completo, nosotros de apenas una parte. Y eso es algo que cambia totalmente todo. Lo nuestro fue más fácil”, fue su primer reflexión en charla con Infobae.
Chapu no es amante del romanticismo que se genera a partir de los triunfos. Sabe bien, por experiencia, que la gente y el periodismo tienden a exagerar, tanto en la buena como en la mala. “Yo no creo que en selecciones anteriores de fútbol hubiera un mal grupo, un mal clima. Me parece que sólo no se dieron los resultados esperados y obviamente eso provocó que se generaran algunas cosas que salieron a la luz. Esas mismas cosas que, cuando se gana, quedan en segundo plano o nadie se entera”, explica, comparando con el pasado.
-¿Notás de afuera que el equipo gana porque disfruta o disfruta porque gana?
-No lo sé. Sólo sé que nadie disfruta cuando se pierde. Y más cuando la presión es tan extrema. Fijate lo que vimos de Scaloni o Aimar en el banco… Las responsabilidad que tienen exceden todo y no estoy de acuerdo cuando se compara las presiones, que un laburante común tiene más presión que un futbolista, porque el deportista gana millones y al otro le cuesta llegar a fin de mes. Todos tienen presiones, cada uno en lo suyo. Yo fui deportista profesional y te puedo decir que nadie se acuerda del dinero que gana en esos momentos. Y, además, que todos somos, al final, seres humanos que sufrimos, nos sentimos mal, podemos tener un mal día y hasta llorar. No somos máquinas.
-¿Y cómo lo ves a Messi en este Mundial? Parece que el grupo lo arropa y protege, lo quiere y valora, tal vez porque en este plantel tiene más admiradores, más chicos que crecieron con su legado. Parece que eso a Leo le hace bien, sentirse querido, protegido, como que está disfrutando más que antes, porque además el equipo no es tan dependiente de él. No sé cómo lo ves vos…
-Sí, está claro que está muy integrado y conectado con este grupo, pero la clave, para mí, pasa porque es uno más dentro de este plantel, como que el equipo no depende tanto de él. Sí, está claro que lo buscan cuando debe desequilibrar pero sólo en momentos puntuales. Lo necesitan, sí, pero no todo el tiempo. En otros Mundiales o torneos lo buscaban continuamente, le daban la pelota y se quedaban mirando que él resolviera. Este nuevo plantel supo interpretar eso, que Messi está ahí, pero que los demás tienen que ayudar a él aparezca en momentos puntuales, como contra México o como para cerrar el partido ante Croacia. Además, a Leo lo veo maduro, bien, lo veo declarando bien, más allá de la frase picante que le tiró a un rival (se ríe)... Lo veo bien, liberada, disfrutando más que en otros torneo. Y, por último, más allá de lo que pase lo que pase, ya está claro no tiene que demostrar nada. Nadie a nadie. Ya está, olvídate. A Leo yo pongo en el mismo lugar que Maradona. Los amo a los dos.
-¿Y cómo ves el recambio que se ha dado, este ingreso de un Enzo, de un Alexis, de un Julián? Algo que vos viniste en el último tiempo con el ingreso de Campazzo, Laprovittola, Vildoza…
-Sí, en ese veo un paralelismo, una similitud clara. En el 2015 recuerdo cuando a los nuevos chicos les dijimos con Luis que de ahora en más eran los dueños de la Selección. Recuerdo que les dijimos “nosotros venimos a ayudar, a aportar, a correr con ustedes, pero sabemos que ustedes nos van a hacer correr más y tienen que saber que de ahora es más esto es de ustedes, tienen que llevar el equipo”. Por suerte lo hicieron y todo terminó en el subcampeonato mundial en el Mundial 2019. Y en la Selección de fútbol veo lo mismo, que los más jóvenes se han dado cuenta que es su Selección, que ya no es más la de Messi y Di María, que ellos tienen que empezar a hacerse cargo. Asumieron ese peso con mucha naturalidad y me sacó el sombrero con eso, porque no es nada fácil. Antes, para mí, todos estaban impactados con Messi, ahora es distinto. Leo es uno más y los pibes vinieron con fuerza, con ambición, queriendo ayudar a Messi a ser más grande, pero buscando ser más grandes ellos y hacer más importante al seleccionado.
-¿Con quien te sentís identificado en el grupo? ¿Dibu es el Chapu de la GD?
-(se ríe) No me parece que yo sea el Dibu, no sé la verdad. Es cierto que a veces se pasa de rosca, como yo, pero es como siempre digo, es mejor que sobre personalidad a que falte. Y al Dibu le sobra carácter, carisma… Y yo no tengo problemas con eso, al contrario. A veces la gente confunde esto de tratar de intimidar, comerle la cabeza al rival. Le parece que es de alguien mal educado y prepotente. Pero no es así, es parte del deporte de alto nivel, de las personalidades de cada uno. Manu (Ginóbili) siempre me decía a mí que esa parte mía no le gustaba y yo le decía que era parte de mi juego, de mi personalidad, que iba a tratar de que no se me saltara la chaveta, pero es difícil. A Dibu hay que entenderlo así, sin dejar de tratar de mejorar aunque nunca yendo en contra de las cosas buenas que tiene uno. Dibu no es el Chapu. Dibu es el Dibu y no es el único con gran personalidad del plantel. Gay varios como él.
-Y cómo tomaste que, después de Países Bajos, mucho se haya hablado de que algunos jugadores argentinos no sabían perder ni ganar, que no podían cargar así a los rivales, decirles las cosas que dijeron.
-No le di importancia a eso que se dijo. Para mí son cosas del partido. Si te ponés a pensar el abuso de palabra pasa siempre en el alto rendimiento. Sin ir más lejos, Países Bajos también lo uso, en los penales y seguramente en otros momentos. Los jugadores argentinos tuvieron un momento de descarga. Sin dudas se dieron cuenta que no es lo ideal, que estuvieron mal, pero no me parece para nada que sean jugadores que no sepan ganar y perder. Eso pasa, el jugador latino o puntualmente el argentino tiene una sangre muy caliente, que a veces te suma mucho y en otras, te juega una mala pasada, como me ha pasado a mí o a tantos otros. Nada más que eso.
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