El método Pincha en los Mundiales: de Bilardo y Sabella a Scaloni, el finalista de la inteligencia

Esta nota la escribo como hincha de Estudiantes. Los tres DT pasaron por el club y aunque es cierto que Lionel jugó poco lo elijo como nunca (y acá te cuento por qué). Coincidencias y diferencias de tres grandes que nos llevaron a las finales

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El tuit sobre la escuela
El tuit sobre la escuela pincha y las tres figuras que pasaron por Estudiantes de La Plata: Carlos Bilardo, Alejandro Sabella y Lionel Scaloni

Esta nota la escribo como hincha de Estudiantes, como pincha de ley. Primero antes que nada, vale destacar que a Estudiantes se lo ha tildado de “antifútbol”. Nada más falso que ese calificativo, que ese mote.

Esa forma de destrato nos la pusieron aquellos que pregonan que el fútbol es algo parecido a disfrutar de la ópera en un teatro o de una excelsa comida en un restaurante gourmet. Y el fútbol, entiende este declarante, es lo más lejano al disfrute pleno. El fútbol es, en esencia sufrir para ganar. O, de vez en cuando gozar. Vaya si lo saben los que ganan y también los que pierden.

Estudiantes y esta Argentina es fútbol en toda su comprensión. Es defender para que no te hagan goles y atacar o contraatacar para hacer goles vos.

Es entender un partido como un todo, con rivales diferentes, con planteos que rotan, con videos para ver qué hace el otro. Con arqueros que atajan y no arriesgan en vano, con defensores que cortan y si hay que reventar, revientan, con mediocampistas, que juegan y si hay que trabar o barrer, lo hacen. Con delanteros que meten goles y también se sacrifican bajando. Así juega la selección. Y pensar que algunos, por suerte los menos de la vida, la tildan de mezquina, como pasaba con Estudiantes.

El fútbol es algo tan sencillo como la regla misma que este deporte propone: solo ganará quien haga más goles en el arco contrario. Nada de merecimientos o gustos marca el reglamento.

En el fútbol, en la ley del fútbol, no hay ninguna mención a la estética o a la belleza como mecanismo del juego para arribar a un resultado. Eso sí, queda claro en la norma que la competencia del fútbol lo único que persigue es un resultado.

Carlos Bilardo y Diego Maradona
Carlos Bilardo y Diego Maradona en el Mundial 86 (Peter Robinson/EMPICS via Getty Images)

En este mes hermoso del Mundial -la batalla de las batallas del sufrimiento-, queda en claro que Lionel Scaloni, el técnico argentino, el estratega, el mentor, entendió con creces que esta clase de competencia mundial, la reina de las competencias, se juega con inteligencia y con cautela.

Si de resultados se trata el fútbol, el Mundial es la Meca.

Dicho esto me remito a datos objetivos que me fascinan. Carlos Bilardo en 1986 -campeón- y en 1990, subcampeón, Alejandro Sabella, en 2014, finalista y Scaloni, ahora, jugaron los siete partidos que propone esta competencia tan estresante, que detiene la vida.

Es cierto también que César Luis Menotti, fue campeón en el 78, es decir cumplió con la meta ganar.

Y es cierto también que hoy un conocedor del fútbol como Jorge Valdano admite cuán importante es la eficacia en este deporte.

El delantero, campeón con Bilardo fue claro al cuestionar a los amantes de la posesión de la pelota sin sentido como fue esta España que marchó rapidísimo de la competencia.

Aparte yo me pregunto, ¿cuál es el placer de tener algo, sin usarlo? Es decir, de qué sirve tener la pelota, sin usarla para hacer un gol.

Ahora bien, como pincha de ley, no dejo de ver que los autores intelectuales y hacedores ideológicos de la escuela Pincha, siempre jugamos los siete partidos de un mundial. Eso sí es usar la pelota. Tal vez no la tuvimos tanto, pero la tuvimos con precisión mágica.

Por un rato, lo traigo a Scaloni para estas aguas pinchas. Lionel jugó en Estudiantes. Jugó poco, es cierto, pero jugó. Me dirán algunos. Pero es de Newells, pero tiene que ver con Menotti. Pero jugó en el pincha, y eso me alcanza. Me aferro a eso con argumentos.

Alejandro Sabella en el Mundial
Alejandro Sabella en el Mundial de Brasil 2014

Cómo emociona cada foto que se viraliza del DT con Sabella -ohh Acá Hay una Escuela, soy Soldado de Sabella- en charlas que sólo puedo imaginar con temario único: el fútbol como un TEG, aquel juego antiguo de estrategia total.

Pero lo que más impresiona es cómo Scaloni comprende el fútbol. Lo elige como Ciencia, es un profesor. No se deja llevar por ideologías soporíferas como el Tiki Tiki sin sentido. Mete cinco en el fondo cuando amerita. Defiende, se repliega. Te fulmina de contra. Te ataca. Desespera a los rivales, desconcierta. Para Scaloni, el partido es un todo. Son momentos, mini batallas. Si se pica, se pica. Si se arma, se arma. Si hay que defender, se defiende, si se puede tocar, se toca. Messi había encontrado su lugar con Sabella. Con Scaloni, es excelencia.

El mejor del mundo se compromete en todo. Juega todo ese partido. Los jugadores son populares, normales. Lloran, emocionan, se emocionan. No olvidan su país, sus orígenes, sus pueblos. Y por sobre todas las cosas, juegan los miles partidos que propone un partido. Ahí atrás está el arte del DT.

Lionel Scaloni llegó para actualizar al Bilardo del 86, al Sabella de 2014. Es la REversión 2022 de los que llegan a las finales. Cuando lo escuché decir que no tiene drama en cambiar, que estudia a los otros, que sus jugadores pueden versionarse, me volví loco. Deliré con él. Lionel es el bajo perfil para todo. Llora con su hijo. Le habla de la vida. Lo acuna en ese festejo. Viene de llorar sus tristezas. Se fuma que lo denosten, que le traten a sus jugadores de vulgares y maleducados. Y ahí va, cerebral. Pensando en estrategias. No entra en provocaciones, no estalla, pide calma. Y la transmite

En 2014, cuando la Argentina de Sabella perdió la final, yo festejé igual. Raro en un pincha. Festejé exactamente y al revés de muchos, por el cómo llegamos a esa final. No se me olvidó el placer que sentí con ganarle a Holanda en semis en los penales tras reducirlos en el partido de los 90 y en el alargue a un equipo insulso. Casi no nos patearon al arco (Gracias Masche por ese corte)

Lionel Scaloni celebra junto a
Lionel Scaloni celebra junto a Leo Messi la clasificación a la final del Mundial (REUTERS/Paul Childs)

Yo en el 2014 celebré llegar al último partido con Inteligencia y con cautela. Es cierto que se perdió la final. Pero celebre llegar así. Me dirán: “Ganaste jugando mal, ganaste de culo en los penales, y no se cuántas más”. Pero llegamos y también es cierto que perdimos. Yo de se equipo me acuerdo con orgullo.

Es cierto que Scaloni propone miradas del juego diferentes a Sabella. Es cierto que hay más toque. Que se dramatiza menos que con Bilardo -cuando el resultado no es favorable-. Pero también es cierto que esa posesión de la pelota siempre tiene un fin. No es tenerla por tenerla nomás. Es tenerla con un sentido.

Hoy me los imagino a los tres departiendo de táctica. Bilardo diciendo: “Ganar, ganar, ganar. No es Gatorade señorita. Los africanos son potencia”. Sabella desplegando mapas de la cancha y calmándolo. Y Scaloni tomando de ellos, y por qué no de otros, el sentido del fútbol.

Scaloni quiero que lo sepas. No sabés lo feliz que nos hacés a los argentinos, vos y los tuyos. Saber qué somos finalistas en un concurso de inteligencias, es fenomenal. Sabello, o mejor dicho, Sabella.

Agradecidos a tu cerebro.

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