El próximo domingo se viene un gran partido por un montón de connotaciones. Lo primero que hay que tener en cuenta es que se reeditará el duelo de los octavos de final en Rusia 2018. Aquel en el que Argentina terminó perdiendo 4 a 3 que significó un resultado mentiroso. En esa oportunidad, el equipo de Jorge Sampaoli estuvo a la par de su rival durante el primer tiempo, pero en el complemento Francia lo pasó por encima.
Seguramente el entrenador, Didier Deschamps, habrá tomado nota de ese antecedente, dado que esa vez comenzó a realizar cambios porque creía que el partido estaba resuelto y Argentina estuvo a punto de empatar el duelo en la última jugada. Por muy poco, Marcos Rojo no selló el 4 a 4, que hubiera llevado el cotejo al tiempo adicional.
Ese partido marcó el quiebre de una era para la Albiceleste. Fue el cierre del ciclo de muchos jugadores, como Lucas Biglia y Javier Mascherano, por citar algunos ejemplos. También fue la despedida de Sampaoli.
Hoy la Argentina atraviesa un presente completamente diferente. Este equipo es muy superior a aquel que volvió de Rusia en la fase de los 16 mejores. El combinado de Scaloni es mucho más intenso; presiona constantemente; cuando tiene que jugar, lo hace en bloque. Sabe cuando replegarse, entiende los momentos en los que hay que apostar por el contragolpe. No le brinda tanta importancia a la posesión, porque sabe adaptarse a todos los sistemas y circunstancias. La Scaloneta es versátil y mantiene la capacidad técnica de sus protagonistas. No hay un jugador que no sepa manejar bien la pelota. Sobre todo en la zona de la mitad de la cancha, porque cuando se juntan intérpretes como Alexis Mac Allister, Rodrigo De Paul, Leandro Paredes, Ángel Di María y Leo Messi da gusto.
Además, hay que destacar que Francia es un equipo que entrega muchos espacios. No presiona tanto en la mitad de la cancha. Si llegan a jugar de la misma manera en la que jugó todo el Mundial, Argentina podrá ser el patrón de la final. El combinado europeo cuenta con dos volantes de recuperación, más allá del sacrificio que puedan hacer Antoine Griezmann y Ousmane Dembelé. Ese es un aspecto que puede explotar Di María.
Otro condimento es que Francia irá por el segundo título consecutivo, una hazaña que sólo la consiguió Brasil en 1958 y 1962. Pero así como Argentina no es la misma que la de hace cuatro años, el equipo de Deschamps que se coronó en Rusia tampoco es el mismo. No es la selección arrolladora que se vio en 2018. Si bien cuenta con figuras descollantes, como Olivier Giroud, quien ahora sí cumple la faceta goleadora, o Kylian Mbappe, que comenzó de mayor a menor sus producciones en Medio Oriente; en la final del domingo no habrá favoritos.
En lo que va de la Copa del Mundo, Argentina jugó mucho mejor que Francia, que superó a Marruecos en las semifinales por el peso propio de las individualidades. Será un evento fantástico el que se desarrollará en el Lusail Iconic Stadium. Y el combinado de Scaloni será local, dado que habrá alrededor de 50.000 espectadores albicelestes ante un puñadito de 5.000 franceses. Las expectativas comenzarán a mermar, cuando la pelota comience a girar.
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