Argentina se fue al entretiempo en el partido ante Croacia por las semifinales del Mundial de Qatar 2022 ganando 2 a 0. El gol de Lionel Messi de penal había sido a los 34 minutos del primer tiempo, cinco minutos antes de que Julián Álvarez convirtiera el primero de su cuenta personal. La diferencia de dos tantos traía serenidad y cautela a la Selección, pero a la vez, la historia reciente marcaba un punto de atención: Países Bajos había alcanzado el empate después de estar 2 a 0 abajo en los cuartos de final, cinco días antes.
Por eso, las declaraciones de Emiliano Martínez no son fortuitas: tienen su fundamento en el partido anterior. En el túnel de ingreso a la cancha, en la antesala del comienzo del complemento, el arquero gritó de cara a sus compañeros, haciendo gala de su personalidad: “Arco en cero, muchachos. Me van a tener que matar para meter un gol. Muchachos, el que no está levanta la mano, eh, no regalamos nada, no regalamos nada”.
Los muchachos cumplieron, a pedido de Dibu. El arquero mantuvo el cero en su arco por tercera vez en este Mundial. Le convirtieron cinco goles en seis partidos: Saleh Al-Shehri y Salem Al-Dawsari en el debut con derrota ante Arabia Saudita, Enzo Fernández en contra en el duelo ante Australia y el doblete de Wout Weghorst en los cuartos de final contra Países Bajos. Detalle: los tres partidos que no recibió goles -ante México, Polonia y Croacia- vistió uniforme verde.
Después de que Martínez alimentara el entusiasmo de sus compañeros, se escucharon varios gritos de aliento al ritmo de “vamos, vamos” y “dale, dale”. Entre estas arengas se distinguen las voces de Nicolás Otamendi y de Rodrigo De Paul. El central argentino que está teniendo un Mundial destacado dijo: “Entramos encendidos eh”. Y el volante cerró, ya cuando los once jugadores se acercaban a la boca del túnel: “Todo igual eh, no le bajamos eh, hasta que nos dé”.
El segundo tiempo, el equipo argentino dio una muestra más de carácter en esta Copa del Mundo. El gol de Julián Álvarez que concibió Messi con una genialidad fue el corolario de una segunda etapa que ganó con autoridad y sin sobresaltos. El partido más importante del Mundial, en la instancia -hasta el momento- más decisiva, fue el más tranquilo para la selección argentina.
En rueda de prensa posterior al triunfo, los tres que en el entretiempo habían alzado la voz expresaron su felicidad. “Es imposible de creer, miramos la llave y somos los primeros en llegar a la final. No podemos creer los huevos y las ganas de este equipo. Hoy se jugó con el corazón, con cabeza y con pasión. El talento ya lo tenemos, si agregamos eso en la cancha… cada uno juega por sus familiares, por los 45 millones de argentinos. Tratamos de darle la alegría a ellos, a la gente y luchamos hasta el final”, manifestó Dibu Martínez.
“Impensado. Todavía no caigo -dijo Rodrigo De Paul-. Es para pocos, no somos unos elegidos porque trabajamos mucho para llegar hasta acá. Somos merecedores. Ojalá hoy podamos caer así podemos festejar. Obvio que nosotros teníamos mucha fe, veníamos de ser campeones de América. Tuvimos un golpe duro al principio, cada vez que nos tocó jugar fue como una final. Hoy dimos una muestra innombrable de lo que somos capaces”.
“Nosotros jugamos por amor a los colores, a la camiseta, a nuestro país, a la gente. Es difícil de poder decirlo con las palabras, pero seguramente es el día más feliz de su vida para muchas personas que viven en la Argentina que derivan sus problemas al fútbol y se olvidan de todo cuando nos ven jugar. Hemos hecho felices a tantas personas y es un poder que no sabría decir lo que significa. Me provoca mucho orgullo”, apuntó el volante. Y él, como argentino, también asume esa felicidad: “Con matices, pero soy la persona más feliz del mundo porque logré llegar a una final de Copa del Mundo”.
“Llegamos -dijo Nicolás Otamendi en referencia al domingo 18 de diciembre-. Este grupo lo merece, trabajamos desde el primer día. Estamos fuerte como grupo. Nos queda un pasito más, tenemos la ilusión de ganar. Ahora ya estamos acá. Intentaremos dar el máximo para llegar al objetivo”. En la misma sintonía de representación e identificación que este plantel consiguió en el pueblo argentino, acreditó: “Creo que somos 26 guerreros que estamos dispuestos a luchar por nosotros, por la gente”.
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