Por segunda edición en fila, la selección de Croacia ha clasificado entre los cuatro mejores equipos de la Copa Mundial de la FIFA. Este país de poco menos de 4 millones de habitantes, donde en gran parte de su territorio la infraestructura del fútbol es extremadamente precaria y tampoco está acompañada por una estrategia específica para el desarrollo de jugadores, hace cuatro años sorprendió al mundo al consagrarse como subcampeón en Rusia. No era la primera vez que llegaban a instancias decisivas de una Copa del Mundo porque finalizaron en el 3° puesto en la edición de Francia 1998, en lo que fue su primera participación histórica en la competición. Aquella gesta conseguida a muy pocos años del nacimiento de su Federación (HNS), que inició su camino deportivo hace solamente tres décadas cuando la nación logró su independencia de Yugoslavia, fue un inmejorable punto de partida para un combinado nacional que siempre tuvo integrantes con roce de élite europea en sus planteles pero que sufrió tres eliminaciones en fase de grupos consecutivas –Corea-Japón 2002, Alemania 2006 y Brasil 2014– y también tuvo un intento fallido de clasificación a esta gran cita (Sudáfrica 2010). Aunque el equipo dirigido por Zlatko Dalić, que ha realizado un exitoso recambio generacional y todavía cuenta con algunos soldados con los que consiguió ese 2° lugar en 2018, ha sido un duro rival para todos los que se cruzaron en su camino y superó dos prórrogas, con sus respectivas tandas de penales, para ser el rival de Argentina este martes en la primera semifinal que se disputa en Qatar.
Croacia se unió a la FIFA y la UEFA oficialmente hace 30 años y en su primer Mundial como selección nacional quedó ubicado en el podio por detrás de Francia, su verdugo en las semifinales, y Brasil. Con Davor Šuker como máxima estrella y ganador de la Bota de Oro con 6 goles, logró imponerse a Países Bajos para conquistar el tercer puesto en lo que fue su primera aparición en la competición más prestigiosa del fútbol internacional. En los ciclos siguientes, sus plantillas todavía contaban con el talento individual de algunos jugadores que militaban en grandes clubes de Europa pero no consiguieron construir equipos que les permitieran soñar más allá de la participación en los Mundiales. Eso cambió cuando Zlatko Dalić asumió el cargo de seleccionador en octubre de 2017, solamente unos días antes de vencer a Ucrania y de lograr una ajustada clasificación a la Copa del Mundo 2018 imponiéndose a Grecia en los play-offs.
Nadie podía pensar que Dalić, quien hizo una modesta carrera como jugador en el fútbol croata y trabajó siete años como DT en varios elencos de la primera división saudí antes de asumir ese gran desafío, iba a conducir a Croacia hacia el subcampeonato ganándole a Nigeria, Argentina e Islandia en su grupo, para luego eliminar a Dinamarca, Rusia e Inglaterra antes de caer por 4-2 ante Francia en la definición. “Tuve conversaciones individuales con cada jugador para ver qué les convenía más. La gente necesita hablar, ningún programa de computadora puede simular eso. Si lideras un grupo de personas, necesitan creer que eres la persona adecuada para llevarlos a la meta. Suena sencillo, pero la mentalidad ganadora es una de las cosas más importantes en el deporte de alto nivel. Ganar a Nigeria les abrió los ojos, y después de Argentina se convirtieron en leones. Al final, ellos fueron los que me empujaron hacia adelante”, comentó el técnico de 56 años en una entrevista con la revista Yachts.
Puede que el equipo dirigido por Zlatko Dalić no tenga la complejidad táctica que poseen otras selecciones, pero cuenta con un modelo de juego que les ha permitido obtener grandes resultados. Se trata de un 4-3-3 que les permite generar una estructura extremadamente organizada en ambas fases de juego. Tiene jugadores notablemente creativos y talentosos en el mediocampo, por lo que suelen sentirse muy cómodos con la posesión. Y su intención es principalmente utilizar a estos creadores de juego para juntar pases y generar superioridades que les permitan atacar por afuera, con un notable equilibrio para crear peligro por ambas bandas, generando oportunidades incluso desde diferentes alturas por que sus dos laterales tiene una gran capacidad atlética para ser profundos y contribuir en el último tercio. Aunque su principal virtud es defensiva: son resistentes, disciplinados, bien organizados y metódicos a la hora de recuperar la pelota. De esa manera han conseguido superar las Eliminatorias hacia Qatar 2022 como líderes del Grupo H por delante de Rusia y Eslovaquia; como también asegurarse un puesto entre los cuatro finalistas de la UEFA Nations League 2022/23 y llegar a las semifinales en la cita mundialista que se disputa en el país árabe, donde superaron un grupo integrado por Marruecos, Bélgica y Canadá, eliminaron a Japón en los octavos de final y luego a Brasil en los cuartos.
No obstante, en la primera ronda consiguieron dos empates sin goles ante los marroquíes y los belgas, resultados que encontraron sentido por la goleada obtenida ante el cuadro canadienses (4-1). Y en sus últimos seis partidos en fase de eliminación directa entre los Mundiales 2018 y 2022, han cosechado cuatro empates –tres de ellos por 1-1 y un 2-2– que derivaron posteriormente en victorias a través de los penales y obtuvieron un triunfo en la prórroga. Es decir, Croacia suele apelar a su espíritu batallador y su mentalidad de acero para ser competitiva ante cualquier adversario pero rara vez logra imponerse dentro de los 90 minutos reglamentarios. Tampoco ha logrado abrir el marcador en ninguna de sus últimas nueve presentaciones mundialistas: la última vez que comenzó en ventaja un partido fue en la victoria por 2-1 ante Islandia en el cierre de la fase de grupos de Rusia 2018. Su plan estratégico es absolutamente reactivo. Hay un enorme desgaste colectivo sin pelota para poder neutralizar las fortalezas de sus rivales pero sus aptitudes con el balón, sobre todo las de sus mediocampistas, son utilizadas más como herramienta defensiva que como recurso de ataque. Incluso, solamente asumen una postura más ofensiva cuando tienen que salir a cambiar un resultado adverso.
Su funcionamiento defensivo prácticamente no tiene fisuras. Su sistema 4-3-3 puede transformarse en un 4-4-2 o un 4-5-1 cuando arman un bloque que involucra a sus 10 jugadores de campo. Croacia es un equipo corto, que busca dejar pocos espacios para evitar que sus rivales exploten el juego interno, donde todos basculan y presionan de manera coordinada. Ante rivales que intentan salir desde abajo con la pelota, colocan a su línea defensiva en mitad de cancha y aplican agresividad en los duelos individuales para recuperar la posesión. No obstante, cuando son superados, tienen la capacidad de retroceder en muy pocos segundos y reagruparse cerca de su propia área para hacer gala de la solidez que tienen atrás.
El arquero Dominik Livaković es una de las grandes revelaciones del certamen. Puede que se muestre algo nervioso con los pies pero tuvo actuaciones superlativas bajo los tres palos y ha sido fundamental en los penales: hizo cuatro atajadas (tres ante Japón y una ante Brasil) en las ocho ejecuciones que tuvo que afrontar. Sus defensores centrales, Dejan Loven y Joško Gvardiol, conforman una de las parejas más sólidas de este certamen. Lovren, experimentado zaguero de 33 años que jugó en el Liverpool y fue parte del subcampeonato en 2018, encontró a su complemento perfecto en un Gvardiol de muy buena contextura, que llegó a esta cita con 20 años y ha explotado ese enorme potencial que lo llevó a ser fichado por el RB Leipzig. Los laterales son Josip Juranović (derecha) y Borna Sosa (izquierda), quienes se acoplan bien a los distintos sectores de influencia y colaboran con la recuperación en los carriles. Juranović tiene mucha más profundidad que Sosa aunque ambos son muy buenos centradores y son parte de esa disciplina defensiva tan eficiente cuando no tienen la pelota que le has permitido ser el equipo que menos remates en contra ha recibido en este Mundial junto con Países Bajos y Polonia (66).
Podría decirse que Croacia tiene uno de los mejores mediocampos del fútbol internacional. Incluso después del retiro de Ivan Rakitic, ese es el sector donde se concentran sus principales figuras: Marcelo Brozović (Inter de Milán) desempeña un rol más posicional; mientras que el capitán y emblema Luka Modrić (Real Madrid) y Mateo Kovačić (Chelsea) juegan en los interiores. Son el termómetro del equipo porque aportan equilibrio, buen ritmo para la posesión, resistencia ante la presión rival y despliegue defensivo. Son tres jugadores que utilizan su lectura de juego para organizar las coberturas y entienden qué necesita el equipo: cuando presionar, en qué zonas recuperar la pelota y, principalmente, qué hacer con ella. Ante la primera recuperación, el elenco dirigido por Zlatko Dalić elige ser vertical y ataca por las bandas. El jugador que roba el balón suele iniciar un ataque directo con un lanzamiento largo o directamente busca entregárselo a Brozović, Modrić y Kovačić para que definan el destino de la pelota. Sus transiciones de defensa-ataque suelen ser siempre bien direccionadas. Los volantes internos ejercen de distribuidores y rompen líneas con sus pases y movilidad para llevar la pelota hacia los costados. Tanto los extremos Mario Pašalić (derecha) e Ivan Perišić (izquierda), como el artillero Andrej Kramarić, dividen muy bien las zonas de ataque, cruzándose para generar distracciones y encontrar espacios donde finalizar las acciones ofensivas. La selección croata llega al área rival con mucha gente para generar superioridad numérica en el último tercio, mayormente empujando con el extremo y el lateral opuestos, además de sus mediocampistas.
No obstante, no tiene el mismo peso en la finalización que tenían cuando llegaron a la final del último Mundial. Puede que todavía Ivan Perišić sea uno de sus activos más peligrosos por la izquierda pero les ha faltado calidad en las otras dos posiciones. Andrej Kramarić, quien mayormente se desempeñó por el centro pero también por derecha, no es una amenaza del calibre de Mario Mandžukić, quien se ha retirado tras el subcampeonato del 2018 y forma parte del cuerpo técnico en esta edición. Toda la responsabilidad recae entonces en esos brillantes mediocampistas que ya formaron parte de la gesta conseguida en Rusia, principalmente en Luka Modrić.
A los 37 años, todavía actúa como un box-to-box dominante, conserva su gran calidad técnica y prácticamente no ha dosificado esfuerzos. Su actuación de 2018 le valió ser galardonado con el Balón de Oro al mejor jugador del torneo y posteriormente fue proclamado como el mejor jugador del planeta al quedarse con el premio FIFA The Best y Balón de Oro de France Football. El jugador que ha disputado más partidos con Croacia en la Copa del Mundo (17) y quien más veces representó al país entre Mundiales y Eurocopas (30) ha sido titular en los cinco partidos disputados en Qatar, siendo solamente reemplazado antes del final contra Canadá (’86) y en la prórroga contra Japón (’99).
Modrić, junto con otros titulares como Livaković, Lovren, Gvuardiol, Sosa, Brozović, Kovačić y Kramarić, son jugadores surgidos en la prestigiosa academia del GNK Dinamo Zagreb, el club que ha sido campeón en 17 de las últimas 20 ligas locales. Aunque esta institución deportiva estuvo presidida entre 2003 y 2016 por Zdravko Mamić, un directivo que fue condenado a seis años de prisión por abuso de poder y malversación de fondos (relacionados con las transferencias de jugadores como Modrić y Lovren); y tampoco ha logrado campañas destacables en la UEFA Champions League, su sistema juvenil se ha convertido en la principal fuente de alimentación para la selección nacional. Es uno de los pocos equipos del país que tiene una metodología de trabajo de élite en sus categorías inferiores y ha desarrollado una red de captación para el territorio nacional y también en países vecinos. De sus filas también han surgido otros convocados por Zlatko Dalić como Lovro Majer, Bruno Petkovic y Mislav Orsic. También de allí han salido grandes jugadores de la selección nacional de épocas pasadas como Zvonimir Boban, Robert Prosinceki, Dario Simic, Vedran Corluka o Niko Kranjcar.
Son los principales encargados de desarrollar a esos jóvenes que sueñan con ser futbolistas en un país de corta tradición futbolística y son de la pequeña población de una Croacia que en sus dos mejores actuaciones en los Mundiales se ha cruzado con Argentina. La primera vez que se enfrentaron fue en aquel impactante debut en Francia 1998, en el partido correspondiente a la tercera fecha del Grupo H, que terminó con victoria por 1-0 de la Albiceleste en Bordeaux. Y cuatro años atrás volvieron a verse las caras en Nizhny Novgorod, en un duelo correspondiente a la segunda fecha del Grupo D, con el equipo de Zlatko Dalić aprovechándose de una Argentina endeble que tenía a Sampaoli como DT e imponiéndose por 3-0. Esta vez se verán las caras en el Lusail Stadium, por primera vez en una fase de eliminación directa y con un boleto a la final de la Copa Mundial de la FIFA en juego.
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