Lionel Messi se dispuso a hablar en zona mixta después del partido por cuartos de final ante Países Bajos. Desbordado por la clasificación agónica, por la definición por penales, por las rispideces con los jugadores rivales, por su propia disputa personal con Louis Van Gaal, lo primero que dijo ante las cámaras no fue una respuesta sino una pregunta: “¿Qué mirás, bobo?”. El remitente estaba fuera de cámara y era neerlandés. Terminó siendo Wout Weghorst y terminaron siendo dos preguntas iguales y una orden de que se vaya para allá.
El exabrupto de un Messi desencajado ante las cámaras fue trending topic, meme, tatuaje y piezas de merchandising. Alcanzó una difusión global al instante. Tal fue la virulencia en la propagación que quienes se iban del estadio Lusail en la madrugada qatarí ya estaban consumiendo lo que dejaban las entrevistas de los protagonistas en la zona mixta. La cámara de un celular registró la salida de la familia Messi y cómo hablaban del video del momento.
El documento descubre a los hijos, sobrinos, tíos, madres, hermanos y esposa marchando de regreso al hotel, en las inmediaciones del estadio. Es Matías, el hermano mayor, quien sostiene el celular y dice “andá para allá, andá para allá” antes de reírse a carcajadas. A su lado, Antonela Roccuzzo, con un piluso en la cabeza, repite tres la acusación de su marido: “¿qué miras, bobo?”. La sensación es de diversión, de consagración y de liberación: una familia haciéndose eco de una descarga emocional.
En sus redes sociales, como habitualmente hace después de cada partido, la rosarina de 34 años subió una foto con sus tres hijos: Thiago, Mateo y Ciro. Lo acompañó con un mensaje en mayúsculas que dice: “¡A semis! ¡Vamos Argentina de mi corazón!”. En las publicaciones posteriores a los duelos en los que ganó Argentina se repite una misma particularidad: los cuatro visten las camisetas alternativas de la Selección -las violetas- con el 10 en el frente y en la espalda.
La respuesta de Messi obedece a una bronca contenida con el delantero de Países Bajos, a quien acusa de haber entrado para ensuciar el partido. El autor de los dos goles que llevaron el partido a la prórroga ya tenía amarilla por haberle reclamado al juez español Mateu Lahoz una acción de juego mientras era suplente, le propinó un golpe en las costillas al mismo Messi en la reanudación tras el tanto del descuento y fue uno de los más activos en la presión psicológica de los futbolistas argentinos que caminaban hacia el punto penal. El astro argentino no toleró que después lo buscara para intercambiar camisetas. En el altercado tuvo que intervenir hasta Sergio Agüero, a quien se lo vio dialogando con Weghorst en el momento que Messi daba la entrevista. “Ya está”, le pidió, poniéndole un freno.
“Yo solo quería darle la mano después del partido. Le tengo mucho respeto como jugador de fútbol. Pero me tiró la mano hacia el costado (rechazando el saludo) y no quiso hablar conmigo. Mi español no es muy bueno, pero me dijo palabras irrespetuosas y eso fue realmente decepcionante”, fue la respuesta del 19 de Países Bajos.
Mientras el pueblo futbolero se sorprendía con un Messi enajenado con Van Gaal y Weghorst, hubo quienes vieron en ese gesto de altanería el nacimiento de una frase mítica. Convirtieron al “¿qué mirás, bobo?” en remeras, mates, gorras y hasta accesorios para la computadora, en una clara muestra de la inventiva criolla y de la veneración al 10. En Mercado Libre hay una gran variedad de objetos ploteados con la pregunta y la cara de Lionel Messi disponibles para todos los gustos y con una gran gama de precios.
Seguir leyendo: