Hakimi, la revancha del hijo de inmigrantes: pudo jugar para España, pero eligió Marruecos y hace historia

De padres marroquíes, nació en Madrid pero sufrió el racismo y la discriminación. Lo descubrió el Real pero nunca lo valoró. Triunfa en Paris y ahora se metió en semifinales

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El marroquí Achraf Hakimi convierte el penal decisivo ante España en el partido de octavos de final del Mundial en el estadio Education City, en Rayán, Qatar, el 6 de diciembre de 2022 (AP Foto/Martin Meissner)
El marroquí Achraf Hakimi convierte el penal decisivo ante España en el partido de octavos de final del Mundial en el estadio Education City, en Rayán, Qatar, el 6 de diciembre de 2022 (AP Foto/Martin Meissner)

Achraf Hakimi se paró frente a la pelota como se ha parado en la vida misma, con la misma personalidad y las mismas convicciones. Y corrió hacia ella con el mismo valor que ha vivido y ha enfrentado todo tipo obstáculos. Con ese coraje, además, tomó una decisión arriesgada, picar la pelota en la acción que podía definir el pase de su país a cuartos de final. Sí, el penal más importante de la historia de Marruecos. Pero el lateral, uno de los mejores del Mundial, demostró tener la suficiente personalidad y calidad para hacerlo. La decisión salió perfecta, dando un poco de justicia divina a su historia si miramos para atrás. Y, además, despertando la locura en el estadio y el país de sus padres. En realidad, el suyo porque si bien Hakimi nació en Madrid y se crio en España, justamente al rival que eliminó de este Mundial, él siente todo como un marroquí más, por la crianza que tuvo en su casa… Y por lo que ha tenido que atravesar. Porque, como gran parte de los hijos de inmigrantes en Europa, Achraf no la pasó bien. Ni él ni su familia. Pero, una vez más, el deporte -el fútbol- ha sido la tabla de salvación, sobre todo a partir de que un ojeador del Real Madrid lo vio jugar en Getafe, ciudad ubicada al sur en la Comunidad de Madrid, y se lo llevó a la Casa Blanca.

Luego, con momentos felices y otros no tanto, se hizo camino al andar hasta llegar a la elite del fútbol mundial. Este martes pasado llegó el sumum y el mejor resumen fue el verlo trepar otra vez hacia la tribuna para besar a su madre Saida, como lo hizo aquel 27 de noviembre, tras el primer golpe de Marruecos en el Mundial, ante Bélgica. Aquella foto, del sentido beso del hijo a su madre en la cabeza, quedó como la tierna del torneo y ahora se repitió. Pero ojo, puede no ser la última... Este sábado, desde el mediodía argentino, toca Portugal y quién se atreve a predecir que Marruecos no puede dar otra sorpresa… Aquí, por lo pronto, desandaremos la historia de este hijo de inmigrante que en Qatar está tocando el cielo con las manos y disfrutando de lo que siempre soñó… Inspiración pura para muchos en este mundo.

Hakimi con su madre post partido del triunfo ante España
Hakimi con su madre post partido del triunfo ante España

Saida y Hassan tenían apenas 20 años cuando llegaron a España -desde Rabat, Marruecos- para formar una familia y empezar de cero. Nada fue fácil en aquel comienzo. El hombre se dedicó a ser vendedor ambulante y ella, a limpiar casas. Cuando llegó Schraf, en 1998, se habían asentado en Getafe y el niño comenzó a demostrar facilidades para el fútbol. Ellos, con mucho esfuerzo, le compraron los primeros botines y el niño comenzó a sobresalir en el Club Deportivo Colonia de Ofigevi, en el barrio El Bercial. “Que yo pudiera jugar al fútbol era un esfuerzo y un sacrificio para ellos. Mis hermanos también han tenido que sacrificarse. Éramos muy pobres. Ahora yo lucho por ellos”, repitió en el Mundial lo que ha dicho en otras entrevistas. Hakimi recuerda cada momento y lo tiene muy presente. Un scout del Real lo vio en 2015, cuando tenía 17 años, y fue designado para unirse a la filial en Castilla, en Segunda B.

Las oportunidades, como él mismo admitió, no fueran muchas y a los 19 años abandonó el club, a préstamo. Emigró primero a Alemania, puntualmente al Borussia Dortmund, lugar en el que impactó rápidamente ganando los premios de Mejor Jugador Joven de África en 2018 y hasta Mejor Rookie del Mes en la Bundesliga. Se consolidó como uno de los mejores laterales de Europa durante aquellas dos temporadas, jugando 73 partidos, anotando 12 goles y dando 17 asistencias. En julio de 2020, el Madrid lo transfirió al Inter de Milán por 40 millones de euros y allí debutó dos meses después siendo el segundo jugador marroquí en lucir esa camiseta. Fue una figura estelar del equipo que ganó la Serie A tras 11 años de sequía para el club y terminó con 45 partidos, 9 pases gol y 7 goles. Un año después fichó para el equipo de las estrellas que armó el PSG por 60 millones de euros. Ya suma 9 asistencias y 7 goles en 62 partidos.

El arquero de Marruecos Yassine Bounou festeja con Achraf Hakimi la victoria sobre Portugal en los cuartos de final del Mundial 2022 (AP Foto/Ariel Schalit)
El arquero de Marruecos Yassine Bounou festeja con Achraf Hakimi la victoria sobre Portugal en los cuartos de final del Mundial 2022 (AP Foto/Ariel Schalit)

Hakimi hizo un propio análisis de la situación. “Ahora soy más maduro, tengo más experiencia, veo las cosas de otra manera… Recuerdo que la primera vez, en Madrid, yo venía del Castilla, de jugar con los jóvenes y sin tener experiencia a nivel profesional a alto nivel. Era entendible no tener tanta chance, que no apuesten por vos. Pero luego de haber jugado en varios clubes y en grandes equipos, ahí el Madrid creo que seguía sin apostar por mí. Pero no… Cuando me marché al Inter traspasado había también una opción de compra del Madrid y tampoco la ejecutó, así que creo que el Real no quiso apostar tanto por mí como otros clubes. Y estoy contento porque creo que estos clubes no se equivocaron”, comentó sin pelos en la lengua. Más de un madridista se habrá mordido los labios este martes y ni hablar los españoles que también podrían haberlo tenido en su selección, tal vez si lo hubiesen arropado mejor cuando el jugador se probó en la Roja.

“Fui a probarme con la Selección española. Estuve un par de días en Las Rozas y vi que no era mi sitio adecuado. No me sentía como en casa. No era por nada en concreto, sino por lo que yo sentía, porque no era lo que había mamado y vivido en casa, que es la cultura árabe, ser marroquí. Yo quería estar aquí”, resaltó. La relación tan cercana de Achraf con sus padres fue determinante. El lateral, profundamente identificado con el país natal de sus padres y su cultura, eligió a Marruecos como su selección. Tras su debut en 2016, con 16 años y tras una corta experiencia en equipos U17 y U20, ya lleva 61 partidos oficiales con la Mayor y, lo más importante, su segundo Mundial. Justamente esta cita máxima le dio su revancha: el poder ganarle a España. Y en los festejos no se olvidó de Sergio Ramos, su compañero en el PSG, quien quedó afuera del plantel español. Cuando pasó, posteó que Sergio “es el mejor defensor del mundo”. Bueno, este martes, tras picar el penal, hizo el mismo festejo que Ramos, el pingüino. Está claro que no se guarda nada…

El futbolista no lo detalló, pero lo que ha pasado durante tantos años en España también le quitaron las ganas de representar a un país que lo ha hecho sufrir, más allá de haberle dado un lugar. Lo que vivió él -y sus hermanos- es el resumen la historia de muchos hijos de migrantes en Europa. Incluido el racismo que él mismo se encargó de denunciar: “Aun teniendo mi DNI y mi pasaporte, da igual. Ven un nombre árabe, ven tu cara marroquí y hacen cosas racistas. Puedo ir en un auto caro y cuando te detiene la Policía te trata pensando que somos ladrones de autos… Simplemente por nuestra apariencia”, admitió. Nunca se calló. Por eso, además, es tan querido en Marruecos. Porque tiene compromiso político y lo deja claro con sus posturas. Como el apoyo a la causa palestina contra la ocupación israelí. Por eso es abucheado cada vez que juega en Israel, por caso.

Hakimi con su pareja sea Hiba Abouk
Hakimi con su pareja sea Hiba Abouk

Tampoco es casualidad que su pareja sea Hiba Abouk, un actriz española de ascendencia tunesina que ganó fama a partir del 2010, sobre todo desde su actuación en 2014 en la serie El Príncipe. A Hakimi lo conoció en 2018 y enseguida los unió sus historias, ser hijos de inmigrantes árabes. Hace dos años residen en París y tienen un hijo de esa edad, Amín. La pareja lleva la cultura árabe en sus venas y ambos han sido educados en la cultura musulmana.

Por eso no sorprende que Hakimi viva un presente soñado, representando a los suyos, a sus raíces, a su pueblo y a sus padres. Todos, en este caso, representado en ese beso a Saida…

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