¿Por qué Dybala es una estrella que mira el Mundial desde afuera?

Scaloni hace unos días volvió a declarar sobre Dybala y explicó que su ausencia era una decisión técnica

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El festejo de Dybala, junto
El festejo de Dybala, junto a Julián Álvarez y De Paul, tras la clasificación de Argentina ante Australia (REUTERS/Bernadett Szabo)

Dybala llegó al Mundial como una estrella. Su reputación en Europa hace años le dio ese status. Desde ahí, no sorprendió que fuera una de las caras gigantes del micro ploteado que trasladó a la Selección cuando fue a jugar su último amistoso con Emiratos Árabes. Ese día, el del 5-0 al equipo de Arruabarrena, tampoco llamó la atención que el zurdo de la Roma no fuera ni al banco. Había llegado al límite físicamente y no tenía sentido arriesgarlo en una práctica abierta al público. El foco se puso en Paulo en los días siguientes, cuando Scaloni habló en TV para movilizar al plantel. “Hay jugadores que no están del todo bien. Ellos son bastante grandecitos para saber si están en condiciones de seguir o no”, expuso y a las 24 horas cortó de la lista a Nico González y el Tucu Correa. Al otro día hubo un nuevo examen, mientras las cámaras hacían foco en Romero, Acuña y Dybala. Los tres surfearon la ola y se quedaron. En la Copa del Mundo pasa todo a tanta velocidad que ese episodio quedó atrás, como si no hubiese sucedido. Lo extraño es que sea por ese arranque de atrás o no, Dybala hasta ahora nunca jugó. Scaloni en los primeros cuatro partidos usó 21 futbolistas de la lista de 26. De los jugadores de campo los únicos que no sumaron ni un minuto fueron Foyth, Correa y él... El ruido lo hace Dybala no por marketing sino por talento, imaginación, gol, roce internacional. Cuando terminó Rusia 2018, se apuntó como el jugador de la renovación.

Dybala puede aún jugar en Qatar y ser una figura determinante, por supuesto. La sorpresa es que aún no haya sido ni siquiera una opción en un equipo que varió de partido a partido y en un Mundial que permite cinco cambios. El zurdo hace tiempo pudo haber tenido algún fantasma de Rusia porque Scaloni fue ayudante de Sampaoli, aunque se atacó rápido ese rumor mediático. Fue muy práctico el entrenador. En el arranque del ciclo, después de un amistoso con Colombia, le preguntaron por Dybala. Y en medio de la nota llamó al jugador para que entrara en cuadro. “Vení. ¿Creen que tengo problemas con él? Este es un fenómeno, pasa que no entrenamos en la semana. Es un grande. No hagan cosas de una boludez. Necesitamos que Argentina tire para adelante. Quedate hablando, Paulo”, dijo y se fue. Dybala sonrió, algo que no había ocurrido un tiempo antes. El cambiante Sampaoli lo había hecho jugar apenas 24 minutos. Aunque peor que no ponerlo fue que no le habló. “Charlé con él cuando vino a verme a Italia, como hizo con todos. Ahí me dijo que me llevaba al Mundial. Pero después, nunca más hablé. Desde el día que llegué al predio hasta el día que nos fuimos, cero comunicación. Vos convivís, te cruzás muchas veces. Es raro que un entrenador no salude a un jugador”, blanqueó una vez Dybala en Fox Radio. Sampaoli en una conferencia de prensa lo elogiaba, en la otra le marcaba distancia. Aunque nadie podía pensar que lo iba a tratar con esa indiferencia.

Dybala, en uno de los
Dybala, en uno de los primeros entrenamientos de la Selección en Doha (REUTERS/Carl Recine)

Scaloni hace unos días volvió a declarar sobre Dybala y explicó que su ausencia era una decisión técnica. “Paulo está bien y debe tener ganas de jugar, como sus compañeros. Después decidimos nosotros”, dijo desarticulando un tema físico y tal vez algún rumor de los que siempre hay en los Mundiales entre tantas voces alrededor del plantel. Cerca del cuerpo técnico deslizan que lo ven bárbaro en las prácticas, aunque no alcanzó para ser variante ante la baja de otro zurdo como Di María ni para sumar minutos antes que Almada. El pibe que salió de Vélez es un fenómeno, tiene uno contra uno, gambeta, pero se remarca que jugó antes porque él entró en la lista a horas del Mundial. La otra posible explicación es que los partidos no estaban para Dybala. Los cambios pueden ser para corregir algún punto oscuro o para asegurar un resultado. En ninguna variante aplicó. Ni cuando al equipo le faltó imaginación en el arranque contra Australia ni después. Quizá la razón en el fondo sea que no lo ven tan bien todavía, más si se coincide en que el técnico eligió los jugadores de mejor momento. En la mesa chica de Dybala cuentan que se siente en condiciones, aunque durante días tuvo miedo de no llegar al Mundial. Él se había lesionado el 9 de octubre y Mourinho lo ayudó para reaparecer contra Torino. Ahora le falta volver en Argentina. Él puede ser centrodelantero o arrancar de más atrás. No es que sí o sí reemplaza a Messi, más allá de la vieja frase aclarada oportunamente entre ellos.

El potencial de Dybala hace siempre esperar por él. La Selección no tiene un gran ausente como en otros Mundiales. No existe el Riquelme y Saviola del 2002, Verón y Zanetti del 2006, Cuchu Cambiasso del 2010, Tevez del 2014. Podría haber tomado ese lugar Dybala si se quedaba afuera de los 26, más por su nivel en la liga italiana que con la camiseta argentina. Los jugadores se ganan la atención del entrenador por lo que hacen en sus clubes. Aunque una vez que llegan a ser convocados, el lugar en la Selección se conquista en la Selección. Un ejemplo es De Paul, un mediocampista que en Atlético Madrid no tiene un rol relevante pero al lado de Messi es intocable por mérito propio.

Dybala, quien supo ser capitán en Juventus con Cristiano Ronaldo al lado y ahora llegó después de un buen campeonato en la Roma, tuvo algunas oportunidades en Argentina, pero entre bajos rendimientos y lesiones, que fueron muchas lamentablemente, le costó asentarse. Con ojos argentinos se recuerda como uno de sus mejores partidos el choque por el tercer puesto con Chile en la Copa América 2019, pero no hay tantos. Por eso sorprendió más aún a la prensa internacional que no tenga un lugarcito en la Selección. Hasta ahora la acción de Dybala fue apoyando a sus compañeros, participando de los festejos desde afuera. Un rol demasiado secundario para una joya.

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