El equipo de la gente

La ilusión crece de la mano de un equipo que tiene en Messi a su emblema y figura

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La celebración del primer gol
La celebración del primer gol de Argentina ante Australia (REUTERS/Carl Recine)

“No hay mejor en el fútbol. Cuando ves a la gente y cómo se sienten identificados, está todo cerrado”, así definió Lionel Scaloni lo que está sucediendo con el público en cada partido.

Pero hoy hubo algo especial, algo distinto en la conexión entre jugadores y la gente. La alegría y la sensación de alivio de estar en cuartos luego de estos últimos minutos dieron paso a una explosión de los simpatizantes. Los que estaban en las tribunas y los que estaban en la cancha. Porque como bien dijo Rodrigo De Paul, ellos también son hinchas de la Selección. Y la defienden desde adentro.

La ilusión continúa creciendo de la mano de un equipo que tiene en Lionel Messi a su emblema y figura, quien otra vez inició el camino al triunfo con su gol. Como si tuviera siempre la llave para destrabar cualquier candado que le propongan sus ocasionales adversarios.

Pero detrás suyo también hay una estructura armada por un entrenador que no duda a la hora de tomar decisiones sobre quién debe jugar, cuándo y cómo. Y por supuesto, un plantel que le responde. Un arquero confiable, de personalidad, capaz de quedarse con la pelota decisiva del encuentro en el último minuto; centrales firmes con temperamento y la dosis necesaria de agresividad para disputar cada pelota. Un mediocampista central que se ganó el puesto, a base de buen juego, equilibrio y dinámica; un todocampista joven (De Paul), pero a la vez experimentado que se convirtió en uno de los motores de este engranaje y una rueda de auxilio para sus compañeros, y un delantero eficaz, que nunca para de correr, de presionar. Es el primer defensor y quién se encarga de la estocada final.

Más allá de esta columna vertebral, a la que también sumaría a Angelito Di María por su velocidad, desequilibrio en el uno contra uno y su enorme capacidad para definir, son varios los puntos altos de este conjunto de figuras que se convirtió en un equipo en donde todos son útiles y necesarios.

Ahora habrá varios días para recuperar fuerzas, descansar y preparar el partido contra Países Bajos, que a diferencia de nuestros anteriores rivales, nos va a disputar la tenencia del balón y jugará con mayor presencia ofensiva.

También habrá tiempo para organizar el viaje. Uno intuye que este contagio que genera La Scaloneta es cada vez mayor. Como lo es el deseo de estar aquí acompañando al equipo en este sueño mundialista. Quizás, el último Mundial de Messi, que no es poco. Pero todavía falta. Hay equipo. Hay hinchada. Hay ilusión.

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