Dibu Martínez (7): Espectador de lujo durante gran parte del partido. El gol es un accidente. Firme de arriba, bien con los pies, atento, como en el balón comprometido que Otamendi le cedió hacia atrás. Y la atajada del final a Garang Kuol se festejó como una conquista. Como pasó ante México, cuando lo llamaron, apareció.
Nahuel Molina (6): Partido correcto. A su vocación permanente de pasar al ataque le faltó algo de final. No tuvo problemas en la marca. Levantó con el esquema con tres centrales en el segundo tiempo.
Cuti Romero (7): Se devoró a cualquier rival que le pasó cerca. Cortes firmes y estéticos, salida elegante desde el fondo. La falta de ritmo que dejó en evidencia en el partido ante Arabia quedó en el pasado.
Nicolás Otamendi (7): Asistencia de N° 9 en el gol de Messi. durísimo en la marca, una garantía de arriba. Apenas un pase con zozobra a Dibu. Sostiene un nivel superlativo en la Copa del Mundo.
Marcos Acuña (7): Una máquina de ir, de ofrecerse y de entregarse por el equipo. Messi lo busca seguido como descarga, Argentina se hace ancho con él. Con el Papu Gómez a la derecha, ya sin freno por delante en el campo, se proyectó mejor. Y se soltó definitivamente con los tres en el fondo. Otra vez fue reemplazado por Tagliafico.
Rodrigo de Paul (7): El mejor partido del hombre del Atlético Madrid en el Mundial. Participativo, más preciso, paciente en los pases ante un rival replegado, agresivo en la presión. La reaparición de su mejor versión es una gran noticia para Argentina.
Enzo Fernández (7): Menos brillante y decisivo que en los otros partidos, pero igual de importante. Pase siempre seguro, sufrió la fatalidad de que el remate de Goodwin rebotó en su rostro y batió a Dibu Martínez. Calma y tenencia cuando apretó Australia.
Alexis Mac Allister (7): Otro abanderado del toque y la paciencia. Más centralizado o volcado hacia la izquierda, se incluyó en el circuito de juego y fue quien profundizó con su pase vertical para Otamendi en la acción del gol de Messi.
Alejandro Gómez (6): Con poco juego cuando estuvo volcado sobre la izquierda, como un wing controlado. Más participativo cuando se cerró o pasó a la derecha. Es quien acorta un tiempo y abre para Messi de aire en el inicio de la jugada del 1-0.
Lionel Messi (8): Messi en modo Messi. Su pelea con Aziz Behich le dio un empellón anímico a la Albiceleste. Abrió el partido con un gol como los que se cansó de hacer en Barcelona. Lo cortaron con falta (o directamente le pegaron), pero no dejó de pedirla. A los 18′ del segundo tiempo armó una jugada que hizo recordar a una Pulga más joven. Le regaló dos asistencias a Lautaro Martínez y hasta casi vuelve a marcar en el epílogo. Todocampista.
Julián Álvarez (8): Una máquina de presionar, de exigir, de tirar diagonales para ofrecerse. Olfatea los errores de los rivales, como lo hacía en River Plate. Así siguió con fe el pressing de De Paul y puso el 2-0. Sigue confirmando que su salto al Manchester city no es fruto de la casualidad.
Lisandro Martínez (7): Entró en el complemento para armar línea de tres en el fondo y protagonizó una salvada de alto impacto al arrojarse ante el disparo de Goodwin en las inmediaciones de Dibu Martínez. Lo celebró como una conquista. No es para menos. La zaga tiene recambio.
Nicolás Tagliafico (5): Ingresó irregular. Perdió una buena chance y Kuol le giró y lo desplazó en una de las pocas oportunidades que tuvo Australia sobre el final.
Lautaro Martínez (5): Corre, mete, presiona, pero no se le da el gol. Tuvo tres oportunidades claras (dos le tapó el arquero Ryan). Argentina necesita que se saque de encima el maleficio.
Exequiel Palacios (6): Inteligente y prolijo para manejar las contras y tener la pelota en los momentos en los que, más por cuestiones anímicas que futbolísticas, presionó Australia. Interesante entrada.
Gonzalo Montiel: Un rechazo en el epílogo y el esfuerzo de siempre.
Lionel Scaloni (7): Leyó bien cómo iba a darse el partido y que la paciencia iba a ser trascendente. Y el cambio de esquema del complemento resultó positivo, porque Argentina se hizo ancha y controló el desarrollo con comodidad hasta el descuento. El final fue más fruto de la desesperación que de un tema relacionado al juego.
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