Después de esa fuerte caída en su estreno en la Copa Mundial de la FIFA, era difícil presagiar que la selección de Australia iba a conseguir la clasificación a la siguiente fase. Su camino hacia Qatar, el más largo entre los 32 equipos participantes, tampoco había sido muy placentero. Tuvo que visitar el país árabe muchos meses antes de que inicie la competencia para conquistar su boleto a través del repechaje internacional. El combinado oceánico, que no compite con los países de su confederación desde principios de siglo y ha clasificado a las últimas cinco ediciones de este prestigioso torneo, tuvo que jugar hasta las últimas instancias en la Eliminatoria de Asia para ganarse un lugar en la repesca y lo consiguió finalmente con una ajustada victoria por penales ante Perú. Y pese a que comenzó en ventaja en el marcador en su debut ante Francia, los vigentes campeones terminaron imponiéndose por un contundente 4-1 en el Al Janoub Stadium. Todo parecía perdido para Australia pero cambió en el transcurso de la última semana: ganó sus compromisos ante Túnez y Dinamarca, y se convirtió en el rival de la Argentina en los octavos de final al finalizar en el 2° puesto del Grupo D por diferencia de gol.
No hay que ir muy atrás en el tiempo para encontrar la primera participación mundialista de Australia. Empezaron a competir en las Eliminatorias en la década del ‘60, cuando había pocos cupos para países de otros continentes que no fueran europeos y sudamericanos. Los elencos oceánicos competían de forma conjunta con los Asia y los Socceroos se metieron en la edición de Alemania 1974 tras una aventura que culminó con empates en los partidos de ida y vuelta ante Corea del Sur (0-0 en Sídney y 2-2 en Seúl) y una definición de la serie con un triunfo por 1-0 en un partido extra disputado en Hong Kong. A partir de la siguiente Eliminatoria, comenzaron a jugar un proceso clasificatorio con las naciones de su región aunque siempre eran sometidos a una instancia final de carácter internacional –hubo una muy recordada ante la Argentina en 1993– y tuvieron que pasar más de tres décadas para que volvieran a clasificar a una Copa del Mundo, puntualmente, la que se hizo nuevamente en territorio germano en 2006.
Esa famosa camada australiana integrada por varios jugadores que militaban en la Premier League (con Mark Schwarzer, Tim Cahill, Mark Viduka y Harry Kewell, entre otros) le ganó a Uruguay en el repechaje y dio paso al largo ciclo del Maestro Tabárez en la Celeste. Era habitual que Australia se quedase con el liderazgo en Oceanía. Solía aplastar a sus vecinos: en su camino a Corea-Japón 2002, se impuso por 17-0 ante Islas Cook, luego por 22-0 a Tonga y estableció el récord de la goleada más grande en partidos internacionales al vencer por 31-0 a Samoa Americana, por lo que daba señales de que podía aspirar a competir con equipos de mayor calibre en instancias decisivas.
En la Federación Australiana de Fútbol notaban que había un potencial para desarrollar, por lo que en 2005 solicitaron a la FIFA el traslado a Asia para tener mayor competitividad. En marzo de ese año, el Comité Ejecutivo de la Confederación de Fútbol de Asia anunció su decisión unánime de invitar a Australia a formar parte de su organización y al mes siguiente el organismo que regula el fútbol mundial lo hizo oficial. Desde entonces, se transformó en uno de los clasificados frecuentes desde Asia a la Copa Mundial de la FIFA, siempre con ciclos sólidos y convincentes, aunque no fuera el caso en la previa del certamen en Qatar. Si bien tuvo un arranque superlativo en la segunda ronda de las Eliminatorias de Asia emparejado con Kuwait, Jordania, Nepal y China Taipéi, convirtiéndose en la primera selección en la historia de la clasificación para los Mundiales en ganar 11 partidos consecutivos en una misma campaña, luego mostraron sus flaquezas al enfrentarse a equipos más fuertes y quedaron fuera de los puestos de clasificación directa en la tercera ronda al lograr una sola victoria –como local ante Vietnam– en siete partidos.
Los dirigidos por Graham Arnold, quien tomó el cargo de seleccionador en reemplazo de Bert van Marwijk tras el Mundial de Rusia 2018, solamente pudieron sacar un punto de 12 posibles ante Arabia Saudita y Japón, por lo que finalmente terminaron por detrás de ellos en la tabla de posiciones y apenas un punto por encima de Omán. Es cierto que han jugado 16 de sus 20 partidos (en todas las rondas) fuera de Australia debido a la pandemia, pero también es innegable que rindieron por debajo de las expectativas. Los Socceroos tuvieron que vencer en los play-offs de cuarta ronda a los Emiratos Árabes Unidos (2-1) y después le ganaron por penales a Perú en Doha para convertirse en uno de los últimos clasificados a la Copa del Mundo en Qatar. Todo hacía pensar que iban a sufrir mucho en un Grupo D integrado por Francia, Túnez y Dinamarca, principalmente por la presencia de dos de los mejores equipos de Europa, aunque dieron un sorpresivo golpe sobre la mesa.
Esta no es una de esas generaciones doradas de Australia ni tampoco tienen varios jugadores desempeñándose en ligas importantes del fútbol europeo como en otras épocas. Graham Arnold, reconocido entrenador de la liga local, quien fuera ayudante de Guus Hiddink en el proceso mundialista de Alemania 2006 y de Pim Verbeek en el ciclo de Sudáfrica 2010, tiene muy poca calidad individual a su disposición pero ha construido un modelo de juego que logra maquillar la carencias y potenciar las fortalezas de su experimentado grupo de futbolistas.
Es un plantel con un alto promedio de edad –mayor de 27 años, con solo cuatro jugadores de 23 años o menos– que trabaja colectivamente en el campo bajo lineamientos de juego tan básicos como efectivos. Arnold ha utilizado el 4-2-3-1 como sistema predilecto durante las Eliminatorias y eligió un 4-5-1 para enfrentarse a Perú en el repechaje internacional, pero ha empleado un 4-4-2 defensivo en sus victorias por 1-0 ante Túnez y Dinamarca, esas que le permitieron clasificar a los octavos de final con los mismos puntos que Francia. Independientemente del dibujo táctico, se trata de un equipo defensivo y vertical, que hace un culto de su fortaleza en los duelos individuales, y que no tiene grandes figuras en la ofensiva como en otras épocas pero sí atacantes que saben aprovechar sus momentos para hacer daño de contraataque.
La filosofía de Graham Arnold, que lo ha tenido al borde del despido en su interminable proceso de clasificación a Qatar pero también lo ha convertido en una especie de genio táctico tras lograr el acceso a la siguiente ronda, se apoya principalmente en ganar los balones divididos y ser eficiente en las transiciones. Sus limitaciones son a veces demasiado evidentes pero su entrenador ha sabido construir un ecosistema que permite explotar las virtudes que poseen sus jugadores más importantes: un 4-4-2 bastante compacto y sólido, con una gran sincronización y concentración en una fase defensiva que les da lugar para explotar su velocidad en la transiciones ofensivas, que generalmente son desde dentro hacia afuera.
Al momento de recuperar la pelota, las persecuciones de forma coordinada y los marcajes agresivos son la principal herramienta que tienen los jugadores de Australia. La primera línea de presión la marcan los delanteros Riley McGree y Mitchell Duke, quienes vigilan a los zagueros y el mediocentro rival para evitar que progresen por los carriles centrales. En las bandas, Craig Goodwin (izquierda) y Matthew Leckie (derecha) juegan a perfil natural y colaboran en tapar las líneas de pase por dentro. Su función es orientar la salida hacia los laterales, donde ejercen una persecución más agresiva y empujan a cometer errores a sus oponentes. El doble pivote se divide bien las tareas: Jackson Irvine hace un mayor despliegue, cae hacia los costados para reducir espacios y estar atento a una posible recuperación, mientras que Aaron Mooy tiene un rol más posicional por delante de la defensa constituida por Milos Degenek, Harry Souttar, Kye Rowles y Aziz Behich, quienes basculan bien juntos según el movimiento de la pelota. Principalmente, acumulan mucha gente por dentro, con sus líneas bien juntas, y saltan rápidamente a la banda para forzar la pérdida o quitar la pelota.
En tanto, su sistema ofensivo se basa en netamente en el contraataque. Sus transiciones defensa-ataque normalmente se gestan desde el centro hacia los carriles, con dos o tres toques de sus mediocentros –Aaron Mooy es el principal organizador de juego– para buscar con pases largos a los atacantes externos, quienes tiran diagonales o explotan el espacio detrás de los laterales rivales. El portero Mathew Ryan –de gran desempeño bajo los tres palos– tiene buen juego de pies y acostumbra a usarlo para enviar pelotas largas hacia las bandas, donde los extremos como Matthew Leckie pelean 1v1 por el balón. Mitchell Duke, delantero que milita en J2 League (segunda división de Japón), también utiliza su físico para jugar de espaldas y hacer descargas con sus compañeros que vienen de frente. Cada recuperación de los Socceroos es automáticamente transformada en un lanzamiento largo hacia los jugadores del ataque, que corren a los espacios libres para que el equipo pueda ganar metros y pelear por la posesión en campo contrario. Los carriles entre centrales y laterales, y el espacio que pueda quedar en las bandas, son sus zonas predilectas para avanzar. Y hasta cinco jugadores participan en cada transición, con Irvine pisando el área y Mooy siempre bien ubicado en la zona medular, lo que les da opciones de descarga o incluso les permite tener una defensa pasiva más ordenada. Behich y Degenek permanecen en la misma línea horizontal que Mooy, se proyectan con cautela para no dejar un hueco a sus espaldas. En épocas donde la construcción del juego se ha complejizado, donde los entrenadores crean patrones para generar espacios y poner a sus mejores hombres en posiciones favorables, Australia es un equipo anacrónico y con estrategias tan simples como efectivas.
Sin hacer un culto de las acciones de pelota detenida, su juego aéreo es un arma importante para hacer daño. El zaguero central Harry Souttar, quien mide 1,98 metros y actualmente milita en el Stoke City FC de EFL Championship (segunda división de Inglaterra), es la principal amenaza que tienen en los balones quietos: anotó 6 goles durante la etapa clasificación, todos de cabeza desde tiros de esquina, y quedó como el segundo máximo goleador de los Socceroos en su camino a Qatar. Tuvo una lesión de ligamento cruzado a fines de 2021 pero llegó en plena forma para el torneo, algo que no pudo hacer Ajdin Hrustic. El mediocampista creativo del Hellas Verona era una de las figuras pero apenas pudo tener un puñado de minutos en la fase de grupos. Y en caso de que el partido ante la Argentina llegue a una definición por penales, no hay que olvidar que Graham Arnold también tiene un especialista que demostró sus cualidades en el partido ante Perú: decidió quitar al capitán Mat Ryan en el repechaje para que Andrew Redmayne sea el héroe con su excéntrico estilo para atajar penales.
Australia tuvo que recorrer un largo camino para llegar a esta instancia por segunda vez en su historia. Sus jugadores y la Federación emitieron declaraciones condenando el sufrimiento de los trabajadores migrantes durante la construcción de los estadios y apoyaron a las personas LGBTQ+, tomaron una postura muy firme fuera del campo para luego demostrar que también tienen sus ideas bien claras dentro de la cancha. Con su estilo físico y pragmático, basado en el esfuerzo colectivo, los Socceroos maquillaron sus carencias en la técnica individual y volvieron a los octavos de final después de tres eliminaciones consecutivas en primera ronda. No es un equipo de grandes rendimientos, pero sí de enormes resultados. Ya no tienen el talento de esa ‘Generación Dorada’ de Cahill, Kewell y Viduka que puso en aprietos a Italia en el 2006, pero confían en referentes como Ryan, Mooy y Leckie para darle batalla a la Argentina este sábado en el Ahmad bin Ali Stadium. Su convicción ha ido en aumento con el correr de los días, ya que parece que son la gran sorpresa del torneo y nadie puede presagiar lo que va a suceder en el impredecible Mundial de Qatar.
Seguir leyendo: