La ilusión que nos condena

Argentina volvió “a las bases” ante Polonia y seguirá construyendo su identidad. Tiene variantes y más de 11 titulares que le van a dar aire para no sentir que entre partido y partido pasaron menos de tres días de recuperación

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El plantel celebra el triunfo ante Polonia de cara al público argentino (REUTERS/Issei Kato)
El plantel celebra el triunfo ante Polonia de cara al público argentino (REUTERS/Issei Kato)

* Desde Doha, Qatar

“Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”. Ese cántico mundialista de Qatar se escuchaba cada vez más fuerte en el Estadio 974 a medida que pasaban los minutos. Ya había quedado atrás el golpe del penal atajado y continuaba el dominio nacional.

Argentina se adueñó de la pelota y del juego. Mostró niveles individuales muy buenos (Enzo Fernández, Alexis Mac Allister, Nicolás Otamendi, Nahuel Molina) y colectivamente estaba enfocado en romper la estructura polaca.

Cuando llegó el gol del desahogo de Mac Allister, todos los técnicos de butaca (los argentinos que coparon Doha) afirmaban que la Selección se había encontrado con el nivel que mostraba antes del primer partido ante Arabia.

Ya con el segundo gol de Julián Álvarez (otro acierto de Lionel Scaloni), las canciones se hacían sentir más y ya se pensaba en el próximo rival. Argentina se clasificó primera y jugará mañana ante Australia, que, curiosamente, despojó a Dinamarca y se metió en los octavos. A priori, un rival más accesible que el conjunto europeo. El día fue perfecto.

Se escuchaban gritos de festejos, y ansiedades por conseguir entradas para el próximo partido.

Hubo cuatro jugadores que tuvieron su momento especial y fueron coreados por los hinchas. Messi, sobre todo después de que Szczęsny le atajara el penal.

Sonó el “Fideo, Fideo” cuando fue reemplazado Ángel Di María; Enzo Fernández, ahora la revelación del equipo y Lautaro Martínez. “Toro, Toro” alentaban los hinchas al delantero que no fue titular.

Argentina volvió “a las bases” y seguirá construyendo su identidad.

En el horizonte está Australia, una selección que venció a la Argentina por 2 a 0 en los últimos Juegos Olímpicos de Tokyo, en el duelo de selecciones Sub-23. El antecedente es relevante porque el DT australiano, Graham Arnold, y ocho jugadores del actual plantel en Qatar 2022 participaron de aquel encuentro. Australia necesitaba una renovación -como Argentina- y su entrenador armó la columna vertebral de la selección mayor en ese torneo.

De los 26 convocados al Mundial, 17 están disputando su primera Copa del Mundo. Algo similar a lo que ocurre con Argentina (19).

El estilo del equipo de Arnold es distinto al de Polonia, pero también son fuertes físicamente. Si bien su dibujo táctico es 4-4-2 (así ganó los dos últimos partidos) o 4-1-4-1 (derrota 1-4 vs. Francia), la idea es la misma: sale jugando desde su arquero con pases cortos (Francia le convirtió el segundo gol presionando la salida), la línea de defensores se para lejos de su arco y sus extremos juegan cerrados y a perfil cambiado, para dar paso a los laterales. Juegan mucho por las bandas.

Su figura es Ajdin Hrustic, volante ofensivo del Hellas Verona, que llegó a Qatar con una lesión en el tobillo que le impidió jugar el primer partido contra Francia y solamente pudo disputar 26′ ante Túnez y el tiempo de descuento contra Dinamarca.

Si bien Arabia le dio un susto a la Argentina y este Mundial está dando sorpresas, Argentina tiene variantes y más de 11 titulares que le van a dar aire para no sentir que entre partido y partido pasaron menos de 3 días de recuperación.

En el 974, había un nene con la camiseta de Messi que lloraba desconsoladamente en la tribuna por la emoción de saber que volvió el buen juego y regresó la ilusión. Cerró su puño cuando el papá le contó que Australia era el próximo rival. Sonrió y se fue del estadio. Olvidó la primera derrota y como si nada hubiera ocurrido, siguió cantando, mientras bajaba las escaleras, “quiero ganar la tercera, quiero ser campeón Mundial”.

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