(Desde Riad, enviada especial) “Quiero que Arabia Saudita llegue a octavos, pero que Messi levante la Copa del Mundo”, dice Jamal. No creo que ambas cosas sean posibles, le señalo. Se enconje de hombros con una sonrisa: “Esa es nuestra contradicción”.
Pero después me fijo, y sí es posible; sería uno de los mejores escenarios. Si la Argentina le gana a Polonia y Arabia Saudita le gana a México, ambos se clasifican y el líder se definirá por diferencia de gol. Jamal, vestido con un tradicional thobe blanco y un ghutra cuadrillé en la cabeza, reza para que “Alá lo permita”.
Jamal está con mi celular en la mano en el aeropuerto Aeropuerto Internacional Rey Khalid. Acabo de pasar migraciones y estoy esperando que me lleven al hotel, pero no logro conectarme a la red WiFi. “Supuestamente los extranjeros pueden conectarse, pero en realidad no anda. Yo te conecto con un truquito, pero sólo si me dices que hinchas por Arabia Saudita”. Cuando le digo que de ninguna manera, se ríe y me dice que entonces no puede ayudarme. Me da el celular y comienzan a llegar las notificaciones. Se ríe de nuevo.
“Nosotros siempre íbamos temerosos, esta vez no fuimos con miedo. ¡Y le ganamos a Messi! Pero él merece ser el campeón del mundo”.
Y a pesar de algunos fanáticos saudíes que en Qatar aullaron cánticos en contra del astro argentino, el sentimiento entre los locales es diferente. Messi, además de héroe nacional e internacional, no es un desconocido en Arabia Saudita, donde fue nombrado embajador de turismo del reino en su intento por atraer viajeros extranjeros.
Además, el país está considerando hacer una oferta conjunta con Egipto y Grecia para albergar la Copa Mundial de la FIFA 2030, según el ministro de Turismo, Ahmed Al Khateeb.
“Estamos considerando una oferta con Grecia y Egipto y deseamos que sea una oferta ganadora”, dijo en una entrevista en Riad. “Definitivamente, los tres países invertirían mucho en infraestructura y definitivamente estarían listos. Y sé que para entonces Arabia Saudita tendría estadios y fanzones de última generación construidos”.
En Riad, la bandera verde se agita con renovada esperanza. “No hay más dios que Alá; Mahoma es el Mensajero de Alá”, reza la inscripción subrayada por una espada que flamea en distintos puntos de la ciudad.
Arabia Saudita es la segunda selección con peor ranking del torneo. Pero si uno habla con los habitantes de Riad, la capital saudí, pensaría que está por disputarse una final.
Tariq está entusiasmadísimo por el partido de hoy y se muestra un poco triste cuando tenemos que declinar su oferta de ver el partido con él y sus amigos. “Nuestras chances no son altas pero tenemos fe de que vamos a pasar a los octavos de final. Vamos a ganar 2-1, como le ganamos a Argentina”, dice y aclara sonriente “Argentina es increíble, especialmente Messi”.
El impactante triunfo de Arabia Saudita a la Argentina de Lionel Messi tomó a los propios saudíes completamente por sorpresa y puso a la selección -que ocupa el puesto 51 en el ranking de la FIFA- en el foco de la atención internacional.
“Los saudíes ni se imagaban que podian ganarle a la Argentina”, dice Javier Llanos, un veterinario argentino que trabaja en la capital saudí y que se cruzó a Qatar para ver el partido. “Todos los futboleros saudíes decían ‘que no nos metan más de dos goles’, u ‘ojalá que le empatemos por lo menos’. En ningún momento se imaginaban que iban a ganar”.
“Antes del partido estaban muy respetuosos. ‘Ojalá que juguemos bien”, decían. Pero cuando ganaron, enloquecieron. De hecho se pusieron pesados, te gritaban en el oído, se les fue todo el respeto. Pero, más allá de eso tienen una locura por Messi, así que ahora que perdieron siguen hinchando por Argentina”.
Un rascacielos de Doha se iluminó con la bandera verde y blanca, y el rey Salman aprobó un feriado para festejar la victoria tras una sugerencia del príncipe heredero Mohammed bin Salman.
El sábado, Arabia Saudita perdió 2-0 ante Polonia y permanece con tres puntos después de dos partidos en el Grupo C de la Copa Mundial. Los mismos que Argentina. La esperanza sigue encendida. Este miércoles cierran la fase de grupos ante México, pero ellos ya sienten que ganaron: es que hasta el martes 22 de noviembre, Arabia Saudita solo había ganado tres partidos en los mundiales.
Los Halcones Verdes tienen la ventaja de jugar como si estuvieran en casa. No se ve publicidad del Mundial en las calles de Riad, aunque no sorprende teniendo en cuenta la intensa rivalidad política entre ambos países. No hay casi señales que a pocos kilómetros se está disputando la Copa del Mundo. Pero la gente no puede hablar de otra cosa, y en los hoteles y cafés montan pantallas gigantes para no perderse un partido.
Un chileno que está visitando Riad hace más de una semana dice que el día del partido contra la Argentina la gente estaba desaforada, levantando banderas y bufandas verdes y blancas. “Los días de partidos no te enterarías que hay Mundial hasta que hablas con ellos”, me cuenta.
“Habrá que ver qué pasa, pero la verdad es que si perdemos contra México, no voy a sentirme devastado”, dice Ahmad, un joven de 25 años que me cruzo durante un paseo por Diriyah, la antigua sede del primer reino saudí. “Llegar hasta aquí… ¡Qué increíble logro!”.
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