En la Selección apareció Messi antes que el equipo. El capitán destrabó a un grupo que jugaba atado. Leo no surgió para darle un upgrade al juego colectivo sino para individualmente devolverle los signos vitales. Que Scaloni vuelva a hacer cambios, entonces, no debería sorprender. Aun en los momentos de triunfos con aplausos solía cambiar. Es parte de su manual de estilo, al punto de no haber repetido la formación en las últimas 39 fechas. El famoso 11 de memoria que siempre valoró Coco Basile se mira según las distintas escuelas. Con tanta información -y una notable evolución del fútbol mundial- es lógico hacer ajustes de acuerdo al rival. Ya nadie deja de observar al oponente, ésa es una discusión en blanco y negro. Aunque cuando tu equipo suena armonioso no hay tanto que tocar. Después está el hallazgo táctico: un día Guardiola no varió nombres pero ubicó a Messi de falso 9 para destruir al Real Madrid. El caso de Argentina aún no llega a ese punto cumbre, parte más atrás. Faltó juego en los dos primeros partidos mundialistas. Por físico y por niveles, otra vez el DT parece obligado a cambiar la partitura y tal vez algunos apellidos. Una buena puerta de salida puede ser apostar a los jugadores de mejor actualidad. Argentina debe volver a ser favorita a ganar el Mundial por su presente en Qatar, por su nivel; no sólo por el gran camino previo y porque Messi patea para su lado.
Sampaoli solía repetir que el 5 define el estilo de un equipo. Así inició su ciclo con Banega de mediocentro y cuando debutó en el Mundial juntó a Mascherano con Biglia. Los dos son jugadores notables, pero conceptualmente es la prueba de la traición a sí mismo. En Rusia gestionó todo mal, aunque no le saca su valor como entrenador. Vale su idea, más allá de que se puede jugar bien o mal con distintos volantes centrales. Scaloni casi siempre eligió a Paredes. Es una de las caras del ciclo. Un 5 de los que hay más en estos tiempos, al que se le exige buen pie, salida, además de retroceso ordenado y quite. La idea es recuperar la pelota como un movimiento colectivo y achique de espacios. Pasa que el ex enganche de Boca llegó sin tanto ritmo al Mundial y se justificó que perdiera su lugar. Entonces entró Guido Rodríguez, quien también tuvo partidos en esa posición en la Copa América que consagró a este plantel. Más conservador en el juego -y en la gestación de la antigüedad- el técnico optó por él contra México. Después rescató en público su partido, una evaluación que se podría debatir. Al inicio, a Guido lo saltearon en la salida. Después pasó a jugar como tercer central y fue primer pase con toques sencillos. Enzo Fernández, que ya había entrado bien con Arabia, fue superador en todo sentido. Si el pibe no tiene miedo a sus 21 años; menos habría que tener temor de ponerlo en la cancha ya.
La carrera de Enzo Fernández da vértigo desde afuera. Él igual va tranquilo, como apoyando el brazo sobre la ventanilla mientras maneja un auto a toda velocidad. En las últimas horas de hizo viral la carta que le escribió a Messi cuando renunció a la Selección después de la derrota por penales en la Copa América Centenario 2016, la planilla en la que jugaba con la 10 en la Sexta de River mientras Argentina sufría en el último Mundial, las fotos como alcanzapelotas. Enzo no sólo resultó el personaje de estos días post México: fue el jugador del partido después de Messi. Un volante con gol vale doble. Desde esa virtud sobresaliente también se lo pedía para la Selección ya desde abril de este año. River no le alcanzó para llegar a la Selección de modo permanente, tal vez porque la medida del fútbol argentino no aplica al Mundial. El chico entonces fue al Benfica y en 15 minutos ya era uno de los dueños del equipo. Hasta Messi el otro día declaró que lo enfrentó por la Champions y parecía que hacía 10 años que jugaba en el equipo portugués. Su gol contra México no fue un milagro, un hecho aislado, sino una repetición de su juego, de su variedad de recursos. Sin entrar en comparaciones prematuras, apareció en el área para definir en modo Casemiro en el Brasil-Suiza de este lunes. Los 5 con esa capacidad dan gusto, como Bentancur, otra vez figura de Uruguay en la derrota contra Portugal. Su competencia igual es otra. En el arranque del Mundial -se vio- Enzo está en mejor nivel que Paredes y Guido Rodríguez.
Enzo arrancó mejor que el propio De Paul, aún impreciso. Rodrigo es intocable y se lo ganó más allá de su partido consagratorio en la final con Brasil en el Maracaná. Tan jugador de Selección es que Simeone le pidió varias veces que juegue en el Atlético Madrid igual que en Argentina. Es el gran hallazgo del ciclo Scaloni. Cuando De Paul llegó a la Copa 2019 fue una revelación, un enganche ya convertido en un interno con intensidad. Él no entra en discusión. Después, no sólo el enorme Bocha Bochini podría pedir titularidad para Enzo Fernández y Julián Alvarez. Se vio que los dos entraron en otro ritmo. El caso del centrodelantero tiene contexto. El 9 es el que más padece cuando un equipo no tiene volumen de juego. Lautaro quedó preso de esa falta de gestación, salvo el primer tiempo contra Arabia. Por un hombro y un poquito de ansiedad no festejó un golazo que le hubiera cambiado la cuenta. Es uno de los goleadores del ciclo y será más difícil sacarlo ya. Tanto que fue extraño que con el partido 0-0, en el último partido, Scaloni lo haya reemplazado. Después, hay otros nombres que son duda por lo menos en el mundo periodístico, porque tal vez el DT ya tenga la planilla armada. Puede pasar por algún central, por el juego aéreo rival o por devolverle el lugar a Romero. El que pide a gritos entrar es Enzo. A los buenos no se les mira la fecha de nacimiento.
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