Las cámaras, como era de esperar, apuntaron hacia su pareja Tini Stoessel, quien llegó antes del partido de la Selección contra México y lo vio por primera vez en una cancha en una cita mundialista. Sin embargo, al margen de los flashes que imanta la cantante, Rodrigo De Paul cuenta con un círculo íntimo que también lo contiene y recarga su energía espiritual. En medio de la concentración argentina en el predio de la Qatar University, el 7 recibió un emotivo obsequio.
Un par de meses antes del debut del equipo de Lionel Scaloni en la Copa del Mundo, la familia del mediocampista se puso manos a la obra para sorprenderlo en Doha. Se encargó de averiguar sobre el diseño de una bandera y las medidas correspondientes para ingresarla en los estadios de Qatar. La misma fue firmada por la familia completa, pero tuvo un eje profundo y motivacional: su abuelo Osvaldo, uno de sus mentores.
“Él desde el cielo, y nosotros acá, siempre con vos”, fue el lema de la bandera con los colores albicelestes que exhibió además la imagen de una persona que marcó a fuego su vida personal y trayectoria. Durante su infancia, De Paul vivió dos años con sus abuelos ya que su mamá, Mónica, trabajaba muchas horas y no podía cuidar de él. Osvaldo pasó a ser un puntal fundamental y mentor en la parte futbolística, ya que él era quien lo llevaba a los entrenamientos del Club Social y Deportivo Belgrano de Sarandí en baby y Racing en cancha de once. La relación entre el pequeño Rodrigo y su abuelo pasó a ser casi de padre a hijo en un momento trascendental para la familia.
Como el más apasionado de los tres hermanos fue Rodrigo (el menor después de Damián y Guido), pasó a ser el preferido del abuelo Osvaldo, que había tenido dos hijas mujeres (Mónica y Karina) en tiempos en los que el fútbol femenino no estaba tan desarrollado como en la actualidad y la pasión por el fútbol estaba más sectorizada por género.
Algún futbolero observador y detallista se habrá percatado de que cada vez que Rodrigo De Paul ingresa al campo de juego de alguna cancha, mira hacia el cielo en honor a su abuelo y lo lleva tatuado en el cuerpo. Osvaldo Ferrarotti falleció en 2009, unos años antes de que debutara en la primera división de Racing y previo a su vertiginoso ascenso en el fútbol profesional. Ese fue, probablemente, uno de los momentos más duros en la vida de los De Paul. No obstante, Rodrigo siguió adelante para que el anhelo de triunfar en el mundo del fútbol no quedara trunco y así honrara su memoria.
El futbolista del Atlético Madrid tuvo desde chico devoción por la camiseta de la selección argentina, al punto tal que le pedía a su madre que le comprara cada camiseta que se lanzaba y hasta el buzo de arquero de Lechuga Roa, en plena fiebre mundialista de Francia 98. Hoy, cumpliendo uno de los sueños que persiguió desde que era un niño, a su abuelo también lo tiene presente: hecho bandera y en el corazón.
El trapo estuvo presente en el estadio Lusail para el estreno con traspié contra Arabia Saudita, pero horas más tarde fue entregado en mano al 7 de la Albiceleste, que lo guarda como tesoro en su habitación. Un regalo que le tocó la fibra más íntima, que lo emocionó y dio envión para ir por todo.
Luego de la victoria frente a los mexicanos, De Paul se expresó en las redes sociales: “No me pidas que no vuelva a intentar. Que las cosas vuelvan a su lugar”. Ahora su familia sueña con la clasificación a octavos de final para seguir a su lado en Qatar.
Seguir leyendo: