“Futbolista y pirata moderno”. Así se define en sus redes sociales Mario Ferri, el hombre de 35 años que saltó al campo de juego en el inicio del segundo tiempo del duelo que Portugal le ganó a Uruguay en el estadio Lusail e incomodó con su protesta a las autoridades de Qatar en pleno Mundial. Es que, luego de derrumbar con un regate al agente de seguridad que intentó detenerlo, se paseó por el césped con una bandera de la comunidad LGBT. Y lució una remera azul con el símbolo de Superman y dos consignas: “respeto para las mujeres iraníes” y “salven a Ucrania”.
No es la primera vez que el italiano se convierte en noticia por este tipo de intervenciones, aunque, tal vez, haya sido la que más ruido generó, sobre todo por el celo exhibido por Qatar a lo largo del certamen para evitar cualquier tipo de manifestación de los derechos del colectivo LGBT. Por ejemplo, durante el Mundial de Brasil 2014 invadió el campo en el cruce por octavos de final entre Bélgica y Estados Unidos, con una camiseta similar, pero con la leyenda “salven a los niños de la Favela”. Entonces le dieron tres días para abandonar el país por desorden en el orden público.
La particularidad es que Ferri, efectivamente, es futbolista. Su último club fue el Tre Fiori de San Marino en el que, por ejemplo, disputó un partido por la UEFA Conference League. El Halcón, tal su apodo, no limita sus intervenciones a inquietar a las autoridades con sus mensajes en los partidos de fútbol (también lo “padecieron” en varios duelos de la élite europea). También se ha involucrado directamente a ayudar en las causas que respalda.
Por caso, cuando Rusia invadió Ucrania en febrero, el jugador se hallaba jugando en United Sports Club en Kolkata, de la Segunda División de la India. El certamen había puesto pausa por un rebrote de COVID-19 en el país. No obstante, dejó todo para dedicarse a asistir a los refugiados a trasladarse ante Polonia. Para ello, pusos sus ahorros a disposición. Durmió noches y noches a bordo de su automóvil para continuar tendiendo su mano y cumplió el récord de pasar 10 noches sin ducharse en pos de ayudar a las víctimas a abandonar el territorio atacado.
Esta vez decidió incomodar en Qatar. Una vez que las imágenes de su finta a la seguridad y su corrida alocada en el estadio Lusail se hicieran virales, muchos que creyeron identificarlo buscaron en su cuenta de Instagram. Allí advirtieron que, antes y durante el cotejo por el Grupo H entre lusos y charrúas, había compartido contenido en su cuenta de Instagram. Y no dudaron. Ferri lo había hecho de vuelta, tal como rubricó La Gazzetta dello Sport.
Cuando muchos futbolistas (el plantel de Alemania, por ejemplo) no pudieron exhibir un brazalete con los colores de la bandera del colectivo LGBT ante el temor de una sanción de la FIFA, otro jugador tomó la posta y la paseó ante las cámaras del mundo. Y en su cuerpo llevó otras dos consignas de fuerte actualidad. Al fin y al cabo, para Ferri, una vez más, su Mundial estuvo en el mensaje y no en sus cualidades con la pelota.
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