Disfrutemos a este inmenso Messi que aún nos queda

Maldito el implacable tiempo que le pone fin al músculo, a los reflejos y a la vitalidad. Este es el último Messi y mientras él esté en el campo el fútbol quedará dignificado

Guardar
Lionel Messi en acción ante
Lionel Messi en acción ante el mexicano Uriel Antuna (REUTERS/Pedro Nunes)

Fue como la mano que te rescata del mar cuando la extenuación se entrega al aciago destino fatal. Fue como el grito sublime de la angustia asfixiante que oprime la garganta y el esternón. Fue la muestra emocionante de la entrega generosa transformada en bandera.

Y una vez más honró su compromiso; él no es solo el capitán solidario de todos sus compañeros, también es el paradigma de todos ellos. Una muestra: después de la sorprendente e inesperada derrota frente a Arabia Saudita, Messi se detuvo en más de una oportunidad frente a cuanto micrófono lo requiriese en la zona mixta para comprometerse: “Este equipo no los va a dejar tirados”. Nos estaba diciendo que él y sus compañeros asumían la responsabilidad de esa caída y a la vez nos anticipaba su compromiso para revertir el camino hacia la entonces difícil clasificación.

Aquella actitud que pasó como un detalle más que prolongaba la perplejidad frente al futuro, dejaba las claras señales del grado de involucramiento que Messi tiene con este plantel y con este cuerpo técnico. Un hecho poco común pues después de las derrotas los jugadores prefieren que las explicaciones las ofrezcan los técnicos. Decir lo que dijo Leo el martes pasado después de la derrota frente a Arabia podría resumirse así: “La derrota fue de todos y todos habremos de revertirla”. Y luego que se supiera lo de los cinco cambios estaba claro que la decisión -como todas- había sido consensuada por Scaloni con Messi, con los que salían y con los que entraban en perfecta armonía convivencial.

Los equipos que tienen a un “mejor” (mejor delantero (Mbappé), mejor goleador (Lewandoski), mejor defensor (Maguire), mejor volante (Casemiro) etc, etc, tienen una ventaja sobre el resto: será uno de ellos quien habrá de desequilibrar un partido. Y nosotros tenemos al mejor de los mejores quien transita cualquier sector del campo con su magia hasta tener una oportunidad. Antes de ello lo marcan como lo hizo impecablemente la defensa de México que sin destratarlo, ni agredirlo le fue quitando los espacios posibles.. Y esto quedó más claramente visto durante el primer tiempo: La selección dirigida por el Tata Martino propuso un diseño defensivo cuasi perfecto “electrificando” todos los posibles pasillos de filtración de pases.

En este partido trascendental los Messis se multiplicaron intentando todo: tirarse a los pies (de Araujo), bajar a su propia área para volear lo mas lejos posible un balón rifado (por Molina), ejecutar los dos tiros libres y un par de corners, barrenar cerca de su propia área cual entusiasta defensor, pedirla y mostrarse, arrastrar a sus marcas para que se fugue alguno de los volantes -especialmente Enzo Fernández, autor del segundo gol; golazo- rompiendo líneas, habilitando con pases cortos y convirtiendo un gol estupendo con su inigualable empeine de zurda en el único resquicio que tuvo tras la habilitación de Di María, su compadre.

Este emocionante jugador que cursa su quinto Mundial y ya ha cumplido los 35 años ha declarado con indiscutible lógica que la actual será su ultima Copa del Mundo. Pues entonces disfrutémoslo tal como se muestra. Por cierto que antes era explosión y gambeta a una inusitada velocidad. Hoy es menos velocidad, menos piques, menos gambetas pero más integralidad de sus funciones como capitán, como líder, como lector del partido que juega y hace jugar a sus compañeros. Es un número uno que potencia las virtudes de sus compañeros hasta elevar el coeficiente de sus rendimientos; los jugadores de la Selección son mejores cuando él está junto a ellos; más aún son superiores que cuando actúan semanalmente en sus propios clubes. Resulta una bendición jugar al lado de un número uno. Y es por ello que, sus compañeros, también deberán disfrutarlo cada vez que tienen semejante privilegio.. Y por qué no, tambien el cuerpo técnico que tras el gol y frente al alivio que ello significaba no pudieron contener las lágrimas. Un hecho atípico en los conductores de grupos que marca los difíciles momentos que debieron sobrellevar después de Arabia y antes de México, toda vez que un resultado adverso hubiese significado quedar fuera de la competencia tras el segundo partido del grupo. Durísimo golpe para un cuerpo técnico debutante en Mundiales.

Maldito el implacable tiempo que le pone fin al músculo, a los reflejos y a la vitalidad. Este es el último Messi y mientras él esté en el campo el fútbol quedará dignificado. Disfrutemos de su magia y de su prodigalidad, de su inigualable estética y de la inmensa anchura de su arte.

Seguir leyendo:

Guardar