La cena fue como un compromiso, casi un trámite administrativo. Todos fueron al comedor más por la inercia de la necesidad de alimentarse que por el deseo de estar en ese amplísimo espacio decorado para la ocasión antes del inicio del Mundial con imágenes de momentos alegres de la Selección, especialmente el de la consagración ante Brasil en el Maracaná, en la Copa América 2021. En menos de 40 minutos, la mayoría de los jugadores ya estaban de regreso en sus habitaciones: golpeados, dolidos, conscientes de que la selección argentina quedó en la cornisa luego de su impensada e histórica caída por 2 a 1 ante Arabia Saudita en el debut en el Mundial Qatar 2022.
La Universidad Nacional de Qatar parece una pequeña ciudad: en sus 25.500 metros cuadrados se reparten aulas, gimnasios, un estadio de fútbol con capacidad para 10.000 personas y más de 30 canchas para jugar al fútbol que pueden ser fijas o removibles para diferentes disciplinas como básquet, voley, tenis, handball, fútbol de salón, bádminton y squash. Anoche, después del resultado hasta ahora más impactante del Mundial, el silencio en el ala ocupada por el seleccionado argentino parecía poder escucharse (en otro sector de la Universidad está concentrado el seleccionado español).
Las horas posteriores a la caída ante Arabia Saudita se parecieron y mucho a la noche del jueves pasado, cuando Lionel Scaloni decidió desafectar del plantel a Nicolás González y Joaquín Correa, quienes fueron reemplazados por Ángel Correa y Thiago Almada en la lista de buena fe integrada por 26 futbolistas. Aquella vez, el plantel tuvo absolutamente en claro una necesidad: al día siguiente debían volver a enfocarse en el Mundial y dejar atrás la pesadumbre que invadía a un grupo que siempre se caracterizó por la unidad y la camaradería.
No hubo ánimo para realizar las partidas de truco típicas de todas las noches, a excepción de la previa a los partidos. Mucho menos para tocar la guitarra eléctrica que el sábado por la noche mandaron a buscar algunos de los auxiliares del plantel para pasar un momento divertido y relajar tensiones junto al staff de AFA Estudio, la nueva plataforma de la Asociación del Fútbol Argentino para hacer transmisiones de streaming.
Después de cenar y de ver el empate sin goles entre México y Polonia que les dejó una mejor sensación luego del mazazo sufrido en el estadio Lusail, todos se fueron a sus habitaciones para hablar por teléfono con sus familias o para directamente intentar descansar.
Un rato antes, en la tarde qatarí (el partido ante Arabia Saudita se jugó a las 13 de Doha), los históricos y los más experimentados, entre los cuales estaban Lionel Messi, Angel Di María, Nicolás Otamendi y Alejandro Gómez, intentaron levantar el ánimo de varios de los debutantes en Mundiales, abrumados por la derrota. En ese grupo estaban, por caso, Cristian Romero, Julián Alvarez, Enzo Fernández y Thiago Almada, quien -a diferencia de los tres primeros- no tuvo la chance de mostrarse ante el conjunto árabe.
“Ahora es el momento de demostrar que este es un grupo de verdad. Jugamos mal y lo pagamos, pero el sábado tenemos que volver a ser nosotros”, les dijo Messi a sus compañeros al intentar arengarlos.
El clima que se vivió en la concentración pareció una prolongación de lo que se pudo palpar en Souk Waqif, el tradicional mercado ubicado en el casco histórico de Doha, con puestos de souvenirs, ropa tradicional y artesanías, más restoranes y terrazas para fumar shisha, una suerte de pipa de agua característica de Medio Oriente. Allí se congregaron decenas de argentinos tras el partido y el ambiente se llenó de la pesadez de un resultado inesperado. El denominador común fueron los hinchas preguntándose qué le pasó al equipo y sacando cuentas respecto de qué le hará falta para clasificarse a los octavos de final.
Una certeza: para no depender de otros resultados, el seleccionado necesita ganar los próximos dos partidos: el sábado frente a México, nuevamente en el estadio Lusail, y el miércoles 30 contra Polonia, en el 974, en ambos casos a las 16 hora argentina, las 22 aquí en Doha. Un empate y un triunfo lo harían ingresar en zona de milagro.
El ánimo del plantel quedó dañado. Reconstruir esos tejidos será la tarea que tendrán Scaloni y sus dirigidos hasta el sábado, cuando Argentina tendrá ante México una final anticipada que nunca imaginó.
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