La salida parece definitiva. Solo faltarían los detalles del acuerdo, la rescisión formal y la despedida. Las posiciones son antagónicas pero se unen en un mismo punto: finalizar el vínculo contractual. La distancia es pública: nadie ya se encarga de esconder las decisiones y la secuencia de hechos escala en virulencia. El último acto es el corolario de una guerra declarada que adeuda capítulos. El Manchester United removió a Cristiano Ronaldo de los carteles publicitarios del estadio Old Trafford: la secuela de un desgaste notorio entre el club inglés y el delantero portugués.
No había participado de la pretemporada: gozó de un permiso que le permitió incorporarse vencido el plazo de preparación física. Se había ido reemplazado en el entretiempo del primer amistoso del semestre contra el Rayo Vallecano: se bañó, agarró sus cosas y se fue del estadio antes de que terminara el encuentro. Se había convertido nuevamente en padre de una niña y de un niño que falleció al nacer. Su equipo no había superado la quinta ubicación en la tabla. Había jugado de titular un solo partido en la Premier. Se había negado a entrar los últimos minutos frente al Tottenham y se había marchado al vestuario antes de que se cumplieran los 90 minutos. No había disputado los últimos dos partidos del Manchester United -triunfos 4-2 ante el Aston Villa y 2-1 frente al Fullham-. Erik ten Haag, el entrenador, informó que había sido desafectado de los dos últimos duelos de la temporada por una “enfermedad”. “No sé cuándo volverá a estar listo, pero no estoy preocupado”, declaró el técnico. La decisión despertó sospechas, el indicio de una presencia incómoda, la aparición de una “enfermedad” misteriosa, el advenimiento del quinto Mundial del portugués que en la presente temporada disputó 16 encuentros y marcó tres goles. El silencio que emergió desde el club sobre la situación del futbolista hizo ruido.
Cristiano Ronaldo se retiró del Manchester United para unirse a su selección. En la transición, fuera de libreto y exento de una política conciliadora, dio una entrevista al periodista de Talk Sport Piers Morgan. “¿Crees que te están forzando a que te vayas?”, le consultó el entrevistador. “Sí, no solamente el coach, me está forzando, sino también dos o tres personas del club”, respondió. “¿Te refieres a posiciones jerárquicas?”, inquirió. “Sí, me siento traicionado”, devolvió. “¿Crees que se quieren deshacer de ti?”, insistió su interlocutor. “No debería decir eso, no lo sé, pero no me importa, siempre me interesó que la gente escuche la verdad. Sí, me siento traicionado, siento que algunas personas no me quieren aquí, no solo este año, también el año pasado”, concluyó.
La relación con Erik ten Haag se adivinaba herida. Cristiano confirmó la presunción en la entrevista: “No lo respeto porque él no muestra respeto por mí. Si no me tienes respeto, nunca te tendré respeto. Me han convertido en la oveja negra”. También dijo que había consultado con Alex Ferguson cuando lo tentaron del Manchester City: “Seguí mi corazón. Él me dijo: ‘Es imposible que vengas al Manchester City’, y yo dije: ‘Está bien, jefe’”. Y que en su regreso a la institución luego de un primer paso en el que conquistó nueve títulos y una Champions League fue una desilusión: “El progreso fue cero. Desde que se fue Sir Alex no vi evolución en el club. Nada había cambiado”, acusó.
A las declaraciones explosivas le siguió un documento visual que evidenciaba la tensión entre el futbolista y el club. Un video difundido por la CNN mostró el saludo entre CR7 y su compañero en el Manchester United y en la selección portuguesa, Bruno Fernandes. Las imágenes muestran el ingreso de Fernandes al vestuario y el saludo amigable de Cristiano que no fue correspondido de la misma manera: incluso se adivina un reproche y una contestación que dejó al delantero con cara de fastidio.
En simultáneo, el Man U sacó un comunicado oficial en su página web luego del escándalo: “El club está al tanto de la entrevista que concedió Cristiano Ronaldo en Inglaterra y considerará su respuesta una vez que se hayan establecido todos los hechos”. Asimismo, según el medio británico Daily Star, la entidad dispuso una multa que ascendería al millón de libras esterlinas -unos 1.5 millones de euros-, que representarían dos semanas de salario del futbolista.
Un día después, el club inglés tomó una decisión controversial: quitar del mural publicitario que se luce el frente de su estadio a la figura de la máxima estrella de su equipo. El mensaje es público y desafiante. La publicidad fue colocada hace apenas doce días. Adidas motorizó una campaña llamada “United Sevens” que rinde homenaje a los míticos futbolistas que llevaron el número 7 en la espalda. Entre el hueco que dejó CR7 sobreviven Eric Cantona y David Beckham. También aparecen Bryan Robson y Ella Toone.
El contrato del portugués con los Diablos Rojos vence el 30 de junio de 2023. Los medios ingleses anuncian que el club analiza la decisión de rescindir el contrato del futbolista y que lo haría, incluso, valiéndose de cláusulas disciplinarias que le evitarían incurrir en una indemnización. El artículo 14 del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores de FIFA evalúa las causas justificadas de despido. El punto 2 dice que “cualquier conducta abusiva de una parte que tenga como objeto forzar a su contraparte a rescindir un contrato o modificar los términos de este, constituye una causa justificada de rescisión por la contraparte (jugador o club)”. A su vez, según el Daily Mail, antes de que escalara la guerra entre ambas partes, el futbolista y su agente, el portugués Jorge Mendes, tuvieron un encuentro con dirigentes del Bayern Munich.
El jueves 17 de noviembre, cuando Portugal enfrente a Nigeria en las vísperas del Mundial de Qatar, Cristiano Ronaldo no estará ni en el banco de suplentes a causa de una gastritis. Su futuro es previsible hasta que concluya la Copa del Mundo. Lo que pasará después es una incógnita. Probablemente no será Manchester su destino.
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