“¡Largala, qué te hacés el Maradona!”. Esta era la frase de los chicos en los ochenta y principios de los noventa cuando en un picado uno quería gambetear, pero los ataques de habilidad quedaban en buenas intenciones. Jorge Vázquez soñó con ser Diego y muchas veces quiso emularlo, hasta que un llamado lo llevó a conocer al ídolo y jugar un partido con él en la previa del Repechaje para el Mundial de los Estados Unidos 1994. Esas horas le dieron forma a la gran anécdota de su vida.
Jorge nació en 1974 en San Justo, en el oeste del conurbano bonaerense y dos años más tarde sus padres decidieron que la familia se mude a Australia. “Llegar a Australia tan chico y completar todo mis estudios acá fue una gran ventaja para mí. Hablo inglés y español a la perfección”, le cuenta a Infobae. Sin embargo, el arraigo argentino estuvo muy presente y desde chico jugó al fútbol en el Parramatta Melita, un club de Nueva Gales del Sur,
En esa época el fútbol en Australia era semiprofesional. Con su zurda se destacó como volante ofensivo y en 1988 regresó a la Argentina para jugar en la Octava División de Boca Juniors. Se entrenó en La Candela y la noticia rebotó en Australia.
El año que estuvo en el Xeneize vivió en Villa Madero otra localidad del partido de La Matanza, cercana al barrio porteño de Mataderos y allí creció su amor por Nueva Chicago. Retornó a Australia y en 1990, con apenas 16 años, recibió una propuesta para debutar en la Primera de Paraguay, en el club Tembetary. Aunque luego volvió a Oceanía y a las huestes del Parramatta Melita.
Mientras tanto a la distancia siguió a su gran ídolo, Maradona, que en octubre de 1993 retornó a la selección argentina, que un mes antes perdió 5-0 con Colombia en el Estadio Monumental y complicó su presencia en el Mundial de los Estados Unidos 1994. El teléfono de Diego sonó y su “sí” fue inmediato. Llegó como el “salvador” para que el equipo conducido por Alfio Basile pudiera clasificarse a la Copa del Mundo y el boleto debió sortearlo en un ida y vuelta con Australia. La expectativa fue enorme porque el Pelusa estuvo cuatro meses sin jugar desde su última función en el Sevilla (13 de junio ante el Burgos) y su estreno en Newell’s, el 7 de octubre en un amistoso con el Emelec en el que marcó un golazo de derecha. Diego había bajado 15 kilos y otra vez se puso el traje de héroe en la Albiceleste. El mundo estuvo atento a aquellos días en el que el mejor futbolista del planeta se puso otra vez los colores de su selección.
Vázquez estalló de alegría porque iba a poder verlo como espectador en una cancha, pero recibió un llamado que nunca olvidará. “De la AFA empezaron a convocar jugadores argentinos para los entrenamientos. Se comunicaron con el club, me avisaron y ni lo dudé. Acepté en el momento. Fue una locura, llamé a mis padres y hermana para darles la noticia. Me acuerdo que no dormí toda la semana antes del gran día”, relata.
Conocerlo y jugar con Maradona fue un momento mágico y el crack se interesó por Jorge. “Diego fue un campeón, me pregunto de qué jugaba, de dónde era, cuánto hacía que vivía acá. Lo único que me dijo del partido era, ‘ojo con las patadas’ y se rió. Ni lo toqué por razones obvias. Al terminar el partido me invitó al hotel para hacerme unos masajes con el Profe y que mire mi rodilla, que en ese momento la tenía bastante mal. Un genio total”, recuerda.
“El partido se jugó en Wentworth Park, un estadio que normalmente es para carreras de galgos. Fueron dos tiempos de 30 minutos. Nosotros éramos entre 16-18 y la selección eran 11. Yo entré en el comienzo y salí faltando 10 minutos. Jugué en el medio, de diez. Diego ese día jugó por toda la cancha, no paraba, era un avión, volaba. Increíble. El resultado fue Selección 4-Chicos Argentinos 0″, recuerda.
“Para mí ese momento fue lo más. Fue único. Conocer a mi ídolo de toda la vida y estar juntos en una cancha de fútbol. Volver al vestuario y al hotel con él para hacernos unos masajes y charlar. Jamás me olvidaré de esos momentos. Fue una máxima felicidad”, confiesa.
Luego de la preparación llegó el encuentro ante Australia que fue el domingo 31 de octubre de 1993 en el Sydney Football Stadium, un día después del cumpleaños 33 de Maradona. Jorge estuvo presente en la tribuna y afirma que hubo mucha expectativa en Australia más allá de que el fútbol no es su principal deporte. “En esos tiempos me acuerdo que todo el país estaba pendiente. El estadio se llenó y en ese momento entraban 40 mil personas en el Viejo estadio de Sydney. Era la única vez que este país tuvo la chance de ver a Diego en vivo y en directo. Esa selección australiana fue unas de las mejores en su historia y había gran chance de ir al Mundial ‘94, pero tuvo al gran Diego enfrente”, afirma.
“Me acuerdo de todas las camisetas, banderas de todos los clubes de la Argentina, También banderas de otros países de Sudamérica. Fácil, éramos 15 mil argentinos, cantando, con bombos, pirotecnia, un espectáculo maravilloso. Parecía estar en cualquier estadio de la Argentina. Era como estar en casa”, subraya.
La Argentina empató 1-1 y la jugada del gol nació gracias a un esfuerzo de Maradona que peleó una pelota, la recuperó y mandó un centro perfecto para Abel Balbo que de cabeza abrió el marcador a los 37 minutos del primer tiempo. Pero cinco minutos más tarde Aurelio Vidmar igualó para los locales. En el encuentro de vuelta la Selección venció 1-0 con el tanto de Gabriel Omar Batistuta y consiguió su pasaje al Mundial.
“Me acuerdo que el partido de ida terminó 1-1 e igual después fuimos todos en caravana para el hotel. Se hizo tarde, pero no importaba. Queríamos ver a nuestros ídolos, nuestra selección. Pero el partido de vuelta en Buenos Aires fue otra cosa, fue mirarlo con la familia y amigos por la tele. Me acuerdo de los llantos, las lágrimas de felicidad, el grito del gol de Batistuta. Me acuerdo que acá era día laboral, terminó el partido y tuve que irme para mi oficina”, agrega.
Meses más tarde Jorge pasó de la ilusión y euforia por el gran inicio de Maradona en la Copa del Mundo con un golazo ante Grecia (el último suyo con la Selección) en el primer partido (victoria 4-0), al dolor por el doping positivo tras el segundo encuentro frente a Nigeria (triunfo 2-1). “Fue unos de los momentos mas duros y difíciles que viví en mi vida. No entendía nada, era nuestro ese mundial. Nadie nos ganaba con Maradona en el equipo. Lloré y sufrí mucho. Tenía mucha bronca. No me importa más el Mundial, ni me importaba quién jugaba la final. Para mi el día después de Nigeria se termino el Mundial”, sentencia.
Se quedó en Australia, pero su carrera como futbolista se terminó por una lesión en la rodilla. Tras dos décadas regresó a la Argentina por cinco años: “Después de mucho tiempo volví a vivir en Argentina, de 2010 a 2015. En esos tiempos volví a Villa Madero y estuve trabajando como encargado de personal en una droguería en Barracas. Frecuentaba los fines de semana a mi gran club, Nueva Chicago, de Mataderos. Desde 2015 hasta el día de hoy estoy viviendo en Sydney y tengo mi estudio de inmobiliario, en el que administro ventas de propiedades. Estoy casado con una hermosa mujer de Paraguay (Beatriz) y tengo una hija de 14 meses (Valentina)”, cuenta.
A pesar de los 13 mil kilómetros la pasión por Chicago está intacta y confía: “Soy fanático y socio del club, vivía a 15 cuadras del ‘La República De Mataderos’. Sigo todos los partidos de la Primera Nacional y también la Primera División. Por suerte acá se pueden ver todos los partidos en vivo”. Y asegura: “Hace mucho que no me puse más los botines. Ahora es mirarlo por la tele”.
“Es un hermoso país, desde los dos años que vivo acá. Conozco más Australia que Argentina. Lo más gracioso es que en Argentina soy ‘Cangu’ y acá soy ‘Argentino’. Igual acá mis amigos también me llaman ‘Cangu’”, comenta sobre sus apodos. Además revela que lo que más extraña de la Argentina es “la familia”, allá tiene tíos y primos. “También la comida, la gente, el fútbol, los estadios, las fiestas, la música, la mística y mis amigos ¡Todo!”, reconoce.
Sobre cómo ve al país a la distancia, lamenta “lo mal que muchos la están pasando”. Y añora: “Veo las noticias todos los días y es muy difícil ver imágenes e historias de la pobreza e inseguridad que se vive ahora. Ojalá que cambie para bien, que los políticos o los encargados del país puedan sacarnos de lo que se vive hoy. Amo a mi país y me duele verlo así”.
Más allá de Australia jugará su sexto Mundial, asevera: “Este país es más interesado en el rugby y el cricket. Somos los inmigrantes los que nos interesa más el fútbol y la selección australiana. Es una lástima que no haya esa pasión como lo que vivimos en América Latina”.
Por último, sobre Maradona y Messi afirma: “Son dos animales, dos monstruos, dos genios de la pelota, pero Diego para mí fue, es y será todo”. Es que es un maradoniano de pura cepa. Su súper héroe, el ser celestial o “Barrilete Cósmico” hace 29 años fue terrenal en el ámbito más natural del recordado Diez. Fue el día que Jorge no se hizo el “Maradona” porque compartió un picado con él.
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