La categórica derrota en Copa Davis, sumado al retroceso en el ranking de Diego Schwartzman, dejó a la Argentina sin un jugador dentro de los 20 primeros del mundo, algo que no ocurría desde el 16 de octubre de 2017, cuando Juan Martín del Potro apareció en la posición N°19 del escalafón de ATP. Exactamente, pasaron 5 años y un día hasta la última aparición de Peque como Top 20 (puesto 19, el 17 de octubre de 2022).
A la hora de pensar en las coincidencias, no sólo fue la fecha, sino también el puesto, como además, la posta, el pase de uno a otro. El 26 de agosto de 2019, el ranking mostraba por última vez a Del Potro entre los 20 mejores del mundo, en el puesto 16, misma posición que ocuparía Schwartzman en la siguiente aparición del escalafón de ATP.
Por aquel entonces, con el recambio a cuesta, Argentina exhibía 3 jugadores entre los 30 (#16 Del Potro, #20 Pella y #21 Schwartzman) y otros 3 más en el Top 100 (#56 Londero, #67 Delbonis y #95 Mayer). Mientras que entre los 200 del escalafón agregaba a otros 5 jugadores más, con lo que completaba 11 tenistas en ese rango, o sea, 1 de cada 18 jugadores era de nacionalidad argentina.
¿Pero qué ha pasado en este tiempo? En este aspecto, el tenis puede medirse de dos maneras, por calidad o cantidad, en tanto que le llamamos calidad a estar ubicado en los puestos de vanguardia. Cuanto mayor calidad, más cerca de la cúspide. Respecto a la cantidad, es el número de jugadores que genera un país para competir a nivel internacional, una mayor presencia. En este sentido, la Argentina, a excepción de La Legión a comienzos de este Siglo que arrasó con todos los números, ha contado con un volumen importante en el segundo pelotón y otro casi constante de entre 5 y 7 jugadores entre los 100 primeros, y esta temporada no ha sido la excepción.
Si la pregunta es cómo juega esto en el concierto mundial o cuán alejada está la Argentina del desarrollo de este deporte que llevan a cabo las federaciones nacionales, es preciso conocer las necesidades de desarrollo y desparramar las estadísticas sobre la mesa. La realización de torneos locales y de cercanía, sumados a la participación constante de los juveniles y menores en campeonatos mundiales y continentales de cada categoría, favorecen el mantenimiento y la ampliación de la base de la pirámide que va nutriendo la cúspide de esa figura geométrica. Y esto es algo que persigue la conducción actual de la Asociación Argentina de Tenis, tratando de aprovechar lo que se genera desde el sector privado, mechadas con acciones propias.
¿Calidad o cantidad, ésa es la cuestión? Con un solo jugador, un país puede destacar y tener serias chances de alcanzar grandes triunfos en grandes torneos, o tal vez no, hay muchos casos. Tener un Tsitsipas, un Hurkacz o un Casper Ruud brinda la posibilidad de continuidad en los torneos, crea una figura atractiva, pero, cuando ese tenista no juega o se lesiona o no gana el interés decae y el desarrollo se ve afectado en la poca masividad del producto. Además, tener una de esas figuras, no significa que ese país sea una potencia ni garantiza una continuidad en el tiempo, una vez que ella haya desaparecido, como tampoco lo asegura el presupuesto para la inversión que tienen las organismos rectores.
Es bien conocido que las federaciones que realizan los torneos de Grand Slam cuentan con un presupuesto de unos 100 millones de dólares para el desarrollo y difusión del tenis. Otras podrán disponer de erogaciones menores para ello, pero sus dirigentes serán creativos, mientras que al resto, como las asociaciones sudamericanas, incluida la AAT, sólo le queda hacer magia.
Pero yendo a los números, no son muchos los países que puedan medirse por calidad. Tomando al Top Ten como referencia, ni siquiera llegan a 10: España (Alcaraz y Nadal) y Rusia (Medvedev y Rublev) tienen 2 cada una, mientras que con 1 jugador están Noruega (Ruud), Grecia (Tsitsipas), Alemania (Zverev), Serbia (Djokovic), Canadá (Auger Aliassime) y Estados Unidos (Fritz).
Acá no sólo no figura ningún argentino, sino que no hay latinoamericanos hasta la posición 21, con Diego Schwartzman. Ahora, si tomamos como nuevo parámetro el Top 40, ahí aparecen 3 argentinos (Peque, Fran Cerúndolo y Seba Báez), lo que equivaldría a decir que 1 de cada 13 jugadores es de la Argentina, en una proporción que casi se mantiene evaluando el Top 100, con 7 herederos de Vilas (Pedro Cachín, Fede Coria, Tommy Etcheverry y Facu Bagnis).
En este contexto es en donde Argentina comienza a mostrar el trabajo, muchas veces individual, de desarrollo del tenis, porque no son muchos los países, por más presupuesto que tengan, que puedan igualar o superar esa cantidad.
¿Materia prima o una buena escuela nacional de tenis? Una pregunta a la que pocos se atreven a contestar. La combinación de ambas es la respuesta obvia, pero en caso de optar por una se complica la decisión. Argentina tiene mucho de esto y, aunque sean acciones individuales o dispersas en pequeños centros de tenis, la escuela nacional existe y dio sus frutos a partir de la tozuda fijación de Enrique Morea por desarrollarla.
Por eso es que, tomando 21 naciones entre las potencias y las de los Top Ten, la Argentina aparece en cuarto lugar con mayor cantidad de jugadores dentro de los 100 primeros del ranking de ATP, por detrás de Estados Unidos (12), España (10) y Francia (9).
Sin embargo, si se analiza al segundo pelotón de jugadores, aquellos que están entre el puesto 100 y 200, los datos empiezan a mover posiciones, aunque la Argentina permanece estable en el cuarto lugar, a continuación de Italia (15), Francia (11) y Estados Unidos (10). Enmarcado el tenis nacional en este segmento, podría decirse que 1 de cada 11 tenistas juegan bajo la bandera creada por Manuel Belgrano.
Con 16 jugadores dentro de los 200 mejores jugadores del escalafón de la ATP, mientras algunos países se desplazan por este ranking, los argentinos no se mueven ni un ápice del escalón en el que apoyaron sus pies a comienzos de este muestreo, porque con esa cantidad de jugadores y con una proporción de 1 tenista albiceleste cada 12,5 de otra nacionalidad, la Argentina permanece cuarta en la lista encabezada por Estados Unidos (22) y seguida en el podio por Francia e Italia (20). (cuadro 3)
Si se reduce la visión al contexto sudamericano, ya muy lejos de aquellos años de la Gira de Oro, llena de títulos y medallas olímpicas conseguidas por distintos países del sub continente, como dicen los españoles: “no hay color”. Con sus 16 tenistas entre loe 200, Argentina parece no haber sentido demasiado los efectos del recambio (en cuanto a cantidad) y sigue proyectando jugadores al circuito internacional. Chile aparece lejos (3), luego Brasil (2), posteriormente Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú (1), para cerrar sin jugadores en ese segmento con Uruguay, Venezuela y Paraguay.
Por eso es que, cuando se consulta sobre la situación del tenis argentino en la actualidad, todo depende de con qué se lo compare. Si se lo hace con el gran momento de La Legión, se nota la diferencia, aunque no haya perdido volumen de jugadores. Pero, si la comparación es con el resto de la historia argentina o tiene como contexto al mundo, podría decirse que, aunque falta una figura, la Argentina goza de futuro y buena salud.
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