Si no fuera tan real que asusta, el juicio a Rafael Di Zeo y otros dos miembros de La Doce por los dos crímenes producidos en la interna de la barra en 2013 sería una historia de ribetes sórdidos armada para Netflix. Porque como pocas veces se vio en un juicio, la paleta de testimonios trae a altos jefes policiales que elogian a barrabravas y casi los postulan como ministros de seguridad, a otros efectivos que súbitamente parecen alcanzar el mal de Alzheimer sólo para el día de los trágicos hechos, la naturalización de la cantidad y el calibre de armas que usaron para la ocasión incluyendo rifles semiautomáticos y como si fuera poco, las cuentas pendientes entre barras de todos los sectores que se pasan factura en pleno juicio y se acusan unos a otros de haber disparado aquel día, lo que lleva al proceso a escalar a un nivel de máxima tensión, y a un río revuelto que como siempre es ganancia de pescadores. Y en este caso, la caña más grande la tiene el líder de La Doce.
El debate empezó dos semanas atrás. Di Zeo y Cristian Fido De Vaux enfrentan una posible pena de prisión perpetua, ya que están acusados de instigación a cometer homicidios. Rafa era el líder de uno de los grupos que se enfrentaron, Fido lo era del otro, lo que queda claro en el transcurso de las jornadas. Pero sobre el mítico hombre del paravalancha de Boca hay que probar que estuvo en el lugar y dio esa orden, lo que viene siendo imposible, y sobre su rival en la interna, que si bien ya se estableció que estaba en la escena, debe justificarse que dio una presunta indicación de enfrentarse a tiros, lo que también está tambaleando mal. El tercer acusado es Walter Coronel, jefe de la barra de Los Andes y que por entonces era un peso pesado en la facción Lomas de Zamora de La Doce, acusado de proveer las armas e insólitamente tema que ni siquiera está siendo tratado en el juicio.
Con seis audiencias en su haber, todas las primeras repitieron el mismo patrón: policías que participaron del operativo y que aseguraron haber olvidado todo lo ocurrido por el tiempo transcurrido, ya que pasaron más de nueve años desde aquel infausto 20 de julio de 2013 cuando estalló la batalla en la previa del partido entre Boca y San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro. Pero esta semana se llevaron adelante los testimonios más esperados de todos: los jefes del operativo y también algunos de los barras heridos. Y sus declaraciones superaron toda capacidad de asombro.
El más llamativo fue el de Gustavo De la Sota, alias Chupetín, quien por entonces estaba a cargo de la Fuerzas de Orden Urbano de la Policía Federal y era el hombre más importante de la seguridad deportiva, con más de 15 años de fatigar las canchas. Según personal civil de aquel momento del Ministerio de Seguridad de la Nación, De la Sota había contado que Rafael Di Zeo estuvo allí. Si repetía eso, la suerte del líder de La Doce podía estar echada. Pero no sólo negó esos dichos sino que fue más allá: el por entonces más alto oficial en la contención de la violencia aseguró que si el popular “Rafa” hubiera estado en el lugar, ningún hecho de sangre se habría producido. “Le guste o no a la prensa (NdR: Infobae era el único medio presente) con los referentes uno trabaja y ayudan a mejorar el servicio y el trato con los hinchas. Un líder tiene poder sobre su gente, entonces uno habla y ordena. Pero ese día era todo una anarquía porque Di Zeo no estaba y su hermano tampoco”, dijo De la Sota como quien no quiere la cosa, dejando en claro que el monopolio de la fuerza no es del Estado Nacional o Provincial, sino compartido con Di Zeo. Una locura.
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Pero no quedó ahí la cosa. Tratando de despegar siempre a uno de los principales acusados, afirmó que el grupo de Di Zeo estaba cantando alegremente y no se preveían hechos violentos y nada pasaba hasta que el otro grupo empezó a tirar, algo que contradice todo lo que se verificó en Instrucción y hasta sus propios dichos de un rato antes, cuand contó que apenas llegó al lugar para montar el operativo de Seguridad, un barra al que identificó sólo con el apodo de Topadora le dijo: “Quedate tranquilo, Gustavo, tenemos todos entradas” con la naturalidad con la que uno habla con su mejor amigo (NdR: En La Doce así se denomina a Fabián Kruger, mano derecha de Di Zeo, aunque De la Sota con 15 años de cancha no recordaba el nombre).
Y lo remató con una escena increíble: “En un momento tres grandotes se abren los camperones y tenían armas de fuego de grueso calibre. Uno se me acercó y me dijo ‘con vos la cosa no es gordo, sacá a tu gente de acá (por la policía) y no les va a pasar nada’. Yo los retiré para preservarlos y empezó el tiroteo”. Si alguno quiere saber quién es el verdadero dueño de la calle en la Argentina, basta con pasarle el video de esta declaración.
Ahí reconoció que había todo tipo de armas y que le sorprendía que algunos agotaban cargadores, sacaban más del bolsillo y seguían tirando. “Para mí había uno de los que tiraba que era profesional”, contó como si nada. Y cerró su testimonio narrando que Gendarmería escoltaba ese día al grupo de Fido, pero que extrañamente lo abandonaron 300 metros antes de la llegada al estadio y que ahí sólo quedó el otro jefe policial a cargo, Horacio Marot, como acompañante y que de ese lugar vinieron los disparos iniciales.
Claro que Marot dijo en la misma jornada todo lo contrario. Si bien admitió que la facción que él acompañaba era la de De Vaux y que éste la lideraba (y lo reconoció después de que estuviera al borde el fiscal de pedirle detención por falso testimonio), aseguró que de ese lado nunca tiraron. Ahora habrá un careo entre ambos para saber quién miente. Careo del que seguramente también participará en breve Gustavo Lugones, el testigo civil del Ministerio que asegura que De la Sota le dijo que Di Zeo estaba en el lugar y que debe declarar este martes. Al mismo tiempo, a todos los policías que pasaron por el estrado se le exhibieron innumerables fotos de los barras que participaron del hecho. Insólitamente, nadie conoce a nadie. En aquel momento una investigación del diario Olé pudo reconocer a una decena de ellos. Pero policías con 15 años de cancha no lo logran. Un absurdo.
Como para cerrar el panorama, declararon también varios heridos de aquella balacera. Y sobresalió sobre todo Diego Bramajo, quien declaró vía zoom desde el penal de Sierra Chica, donde está alojado por otros delitos, y se presentó como un hincha común. Esto último sólo hubiese quedado como un mal chiste si alguien en la sala contaba su historia: su apodo es Zorri, es el hijo de Marcelo Bramajo quien lideraba la peligrosísima facción de La Doce del barrio Los Pinos de La Matanza y que era íntimo de Maximiliano Mazzaro, cerebro de la barra entre 2007 y 2012.
El Zorri, herido de bala en aquel suceso, afirmó: “A mí me disparó Marcelo Aravena”, algo que nunca había contado en la investigación y cuando se lo hicieron notar afirmó: “Se lo dije cuatro veces a la Policía pero no lo anotaban porque lo estaban cubriendo”. ¿Por qué nueve años después dice algo que jamás contó y no se puede probar? Aravena, que cumplió condena a 18 años de prisión por el crimen de dos hinchas de River en 1994 y también fue condenado por manejar un grupo de barras en La Salada, es hoy el hombre fuerte del grupo de Lomas de Zamora de La Doce y está enfrentado a Walter Coronel. Y éste último retomó relación con la gente de Los Pinos para intentar ganar poder en la tribuna. Da toda la sensación de que, para debilitarlo, intentan meterlo en la causa judicial de la que en su momento fue sobreseído aunque el fiscal del juicio, Aldo de la Fuente, analiza pedir la extracción de testimonio para que se lo vuelva a investigar, algo que parece altamente improbable. Así como también luce improbable que con el material reunido hasta el momento, Di Zeo y el resto sean condenados.
Es más, daría la sensación de que si en vez de haber ido por el delito de instigación a cometer homicidio la Justicia los habría acusado de formar y mantener un grupo violento, que tiene pena de hasta seis años de prisión, el final podría ser con los barras tras las rejas. ¿Puede el fiscal cambiar sobre la marcha la acusación e ir por esta otra calificación? Casi toda la biblioteca dice que no, dado que no fueron indagados por esa acusación y entonces se estaría vulnerando el derecho a defensa. Pero algunos sostienen que si no tiene un as bajo la manga, el fiscal podría hacer jugar esta carta como último recurso. Se verá qué pasa. Por ahora el juicio sigue este martes con policías sin memoria, altos jefes con relaciones carnales con los barras y los violentos haciendo explotar la interna de La Doce en medio de Tribunales. Sí, un guión que no se le podría ocurrir ni al más creativo guionista de Netflix.
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