River no podrá dar ninguna vuelta olímpica en 2022 y eso es noticia: será el segundo año del ciclo de Marcelo Gallardo en el que el equipo no será campeón de al menos un torneo o copa. En los casi ocho años y medio que lleva la era más exitosa de la historia de River, eso solo había ocurrido una vez y con un atenuante: en 2020, año en el que se jugó muy poco al fútbol por la pandemia de Coronavirus. Otro detalle: la final que le ganó a Racing por 5 a 0 en Santiago del Estero el 4 de marzo de 2021, por la Supercopa Argentina, correspondía a la temporada 2020. A los efectos estadísticos, entonces, éste será el segundo año en el que el River del Muñeco no seguirá nutriendo las vitrinas del club.
Ahora bien, ¿este es el peor momento del ciclo de Gallardo? Es uno de los más deslucidos, pero no necesariamente el peor. Por caso, 2016 fue un año en el que tuvo muchas dificultades futbolísticas y lo terminó salvando con la obtención de la Copa Argentina al superar 4 a 3 a Rosario Central en la final, en Córdoba. Y entre fines de 2017, con la dolorosa eliminación en las semifinales de la Copa Libertadores a manos de Lanús tras ir ganando la serie 3-0, y principios de 2018, antes de la final de la Supercopa Argentina que le ganó a Boca en marzo en Mendoza, el equipo se había acostumbrado a las críticas por su nivel de juego antes que a los elogios que en líneas generales acompañaron el trabajo del entrenador desde que asumió a mediados de 2014.
Gallardo reconoce que hoy River atraviesa un presente esquivo y es bastante crudo en el diagnóstico de lo que le ocurre a su equipo. “Tenemos que ser autocríticos. No pudimos cumplir con las pretensiones del año y hoy tenemos que estar serenos pese a la desilusión que nos invade. No pudimos construir un equipo que dé garantías”, admite. Y el entrenador está en lo cierto: River dejó de ser un equipo confiable. Lejos de eso, hoy parece ser capaz de ganar o perder ante cualquier rival, según cómo se hayan despertado sus futbolistas.
De cualquier modo, en el cuerpo técnico que comanda el Muñeco siguen viendo signos de vitalidad en el plantel, deseos de modificar esta actualidad desteñida y gris que tiene al equipo a nueve puntos del líder, Atlético Tucumán, en el campeonato local, y además afuera de la Copa Argentina.
“La eliminación de la Copa Argentina ante Patronato fue un golpe muy pero muy duro para todos. No esperábamos una derrota porque los muchachos estaban mentalizados en tratar de ganar la Copa. Pero así como te digo esto, también tenemos en claro que el equipo buscó la victoria hasta el final y en los últimos diez minutos tuvimos cuatro chances muy claras para convertir. Eso quiere decir que hubo voluntad y determinación. No vimos para nada un equipo entregado. Notamos respuestas, pero la pelota no entró, más allá de que queremos jugar mucho mejor”, comentó un integrante del cuerpo técnico en una charla informal con Infobae.
En la dirigencia también están preocupados por el presente del equipo, especialmente porque dejó de transitar esa senda ganadora que lo caracterizó durante la mayor parte de la gestión de Rodolfo D’Onofrio. La Comisión Directiva que comanda Jorge Brito no quiere que se la emparente solamente con la remodelación del estadio Monumental, sino también con los éxitos deportivos que por ahora le son esquivos: solamente consiguió el Trofeo de Campeones 2021 al golear 4 a 0 a Colón, en Santiago del Estero. River sumó esa estrella el 18 de diciembre del año pasado, es decir cuatro días después de la asunción de Brito. Cuando eso ocurrió, el pensamiento de todo River fue que se trataba de la continuidad del ciclo exitoso que vivió durante los ocho años de presidencia de Rodolfo D’Onofrio. Sin embargo, desde entonces River no volvió a festejar ningún título y esa es una muy mala noticia para una dirigencia acostumbrada a celebrar, teniendo en cuenta que Brito representa la continuidad política del proyecto que supo encabezar D’Onofrio.
En ese sentido, también hay mucha inquietud dirigencial por la incertidumbre respecto de si el equipo se podrá clasificar a la próxima edición de la Copa Libertadores. El propio Brito reconoció públicamente que el boleto para jugar la Copa se volvió algo “indispensable” para el club por los importantes ingresos económicos que otorga la Libertadores. Para sostener a un cuerpo técnico y a un plantel que están entre los dos más caros de la Argentina, River necesita entrar a la edición 2023 de la Libertadores. Más que un objetivo deportivo, ya se le transformó en una necesidad institucional.
Por ahora, River se está clasificando a la Copa a través de la tabla anual. Y este domingo a las 20.30, ante Argentinos Juniors en La Paternal, y el próximo miércoles a las 21.30, frente a Estudiantes en el Monumental, jugará sendas “finales” ante rivales directos en cuanto a esa lucha.
El otro tema que mantiene en vilo y expectante a la dirigencia es el de la decisión que tomará Gallardo sobre su futuro cuando finalice la temporada a fines de este mes. En primer lugar, Brito y compañía no se imaginan sin el Muñeco al frente del equipo cuando el plantel realice la pretemporada en Miami, del 3 al 18 de enero. Luego, cuando se sienten a conversar sobre la posible continuidad del entrenador, le ofrecerán renovar su contrato por tres años, hasta la finalización del mandato de Brito.
Enzo Francescoli, el manager del club y con quien Gallardo mantiene una gran relación, ya aceptó acompañar al actual presidente de la institución hasta que termine su gestión. Brito y Francescoli tienen la esperanza de que Gallardo siga en el cargo, tal el deseo de la gran mayoría de los hinchas millonarios.
Los dirigentes de River evitan hablar en los medios sobre el andar errático del equipo. Prefieren el silencio antes que pronunciar alguna frase que pueda incomodar a Gallardo. Y están preocupados por los arbitrajes, teniendo en cuenta el penal que no cobró Fernando Espinoza por una clarísima mano de Sergio Ojeda en el partido ante Patronato y la jugada en la que a instancias del asistente Ezequiel Brailovsky cobró una posición adelantada que no existió de Andrés Herrera, quien anotó un gol cuando el arquero de Patronato, Facundo Altamirano, ya se había desentendido de la acción. Cuando el partido, que Patronato ganó por penales luego de igualar 2 a 2 en los 90 minutos, estaba igualado sin goles, Espinoza también omitió una jugada en la que Enzo Pérez debió haber sido expulsado por una agresión a un rival.
Por lo bajo, en River le apuntan más a Federico Beligoy, el presidente de la Asociación Argentina de Árbitros, que al presidente de la AFA, Claudio Tapia, por los sucesivos errores que perjudicaron al equipo en el último tiempo en el fútbol local.
De cualquier manera, en River saben que el problema principal es el andar poco convincente del equipo y remarcan la necesidad de volver a ser el año próximo un equipo con la identidad que le supo imprimir Gallardo durante la mayor parte de su ciclo. Pero para eso primero necesitan que el Muñeco les confirme que seguirá, esa obsesión de casi todo River.
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