Es un hecho histórico. Y como tal, podría sentar un precedente que cambie para siempre la relación del fútbol argentino con sus barrabravas, no sólo en Santa Fe, sino en todo el país, si las autoridades judiciales y políticas deciden llevar adelante la pelea contra la violencia caiga quien caiga. Porque por primera vez desde que se sancionó en 1993, dos dirigentes fueron condenados por la ley de violencia en espectáculos deportivos y más específicamente por su artículo cinco que establece penas de uno a seis años de prisión para todo aquel que instigare, promoviere o facilitare de cualquier modo, la formación de grupos destinados a cometer delitos en ese ámbito. En criollo, que sostengan a las barras. Y uno de esos dirigentes condenados no es cualquier persona: se trata del vicepresidente de un club de Primera División.
Porque ayer, en un juicio abreviado tras pasar cinco días en la cárcel, Horacio Darrás, vice tercero de Colón de Santa Fe, se declaró culpable de sostener a la barra Sabalera y fue condenado a dos años y medio de prisión (que son de cumplimiento condicional y en libertad como cualquier pena menor a los tres años y un día), a una multa de 700.000 pesos y a cinco años de inhabilitación para ejercer cualquier cargo en una Comisión Directiva. Junto a él también resultó condenado en este caso a un año y medio el vocal Lucas Paniagua, señalado como encubridor y protector de las dos facciones de la barra, la oficial llamada Los de Siempre y liderada por Orlando Nano Leiva, y la disidente, denominada La Negrada, cuyo jefe es Chucky Ríos. Y es histórico porque sólo un dirigente de fútbol había llegado en su momento a ser llevado a juicio por este delito, Daniel De La Fuente, ex presidente de Estudiantes, y allí resultó absuelto.
El acuerdo de Darrás y el vocal Paniagua se realizó con la Unidad Fiscal de Delitos Complejos de Santa Fe, que dio por probado que al menos desde octubre de 2021 y hasta el momento de la detención, el pasado 26 de septiembre, ambos dirigentes proveían carnets de socios y entradas para ambas facciones tanto para ingresar al estadio como para la reventa, les daban indumentaria oficial del club con el mismo fin y le pagaban una mensualidad como jefe a Nano Leiva sin contraprestación alguna de 150.000 pesos que salían de las arcas del club. Y puntualizaron que las órdenes para todo esto las daba el vicepresidente y las llevaba adelante el vocal, como nexo directo.
Pero esto no es todo. Si bien la investigación venía de antes, la bomba explotó el martes 20 de septiembre, cuando los barras de la facción oficial fueron a amenazar al plantel por los malos resultados y a exigirles ropa deportiva y dinero, lo que no era la primera vez que ocurría. De hecho, la investigación se remonta a 2021, cuando la exigencia de dinero a los jugadores era habitual y la que desató el comienzo de la investigación fue cuando la barra, sabiendo exactamente el día que el plantel había cobrado su premio por salir campeón de la Liga ese año, fue hasta el predio a “exigir su parte”, lo que terminó provocando el hartazgo de quien por entonces era su técnico, Eduardo Domínguez.
En esta última del 20 de septiembre los jugadores fueron citados a la Justicia, que determinó que Darrás le indicó al manager de la institución, Mario Sciaqua, que en su declaración de ninguna manera podía identificar a las personas que habían estado presentes y debía negar toda amenaza. “Fue un encuentro pacífico”, debía declarar haciendo hincapié en que no se mencione jamás a Nano Leiva. Increíble. Mientras que Paniagua habló con el hermano de Nano, el ex capo Quique Leiva que está purgando pena de 24 años de prisión por asesinato, para coordinar qué se debía decir. Y allí el mayor de los Leiva le indicó que les manifestara a los jugadores que si identificaban a su hermano y al resto como los autores de la apretada, irían a buscarlos a sus casas, ya que conocían las direcciones de todos y les dio los nombres de las escuelas donde iban los hijos de los futbolistas como para que quedara en claro que la amenaza iba bien en serio. Y todo lo que le dijo Leiva se lo manifestó a uno de los referentes del plantel. En vez de cuidarlos como institución o denunciarlo ante la Justicia, fueron los vehículos para que las amenazas llegaran a sus destinatarios. Una verdadera postal del fútbol argentino todo, aunque en este caso sólo referida a Colón de Santa Fe.
Ante este material probatorio y la posibilidad de quedar presos hasta que se lleve adelante el juicio, Darrás y Paniagua optaron por reconocer la culpabilidad de todos los hechos, siempre y cuando les dieran una pena de prisión menor a los tres años, para salir en libertad. Lo que finalmente sucedió a última hora de la tarde de ayer, después que acordaran los montos de la condena con la fiscalía y que esto fuera revalidado por el juez Leandro Lazarini.
Hoy será el turno de los nueve barras de la facción Los de Siempre comandados por su jefe, Orlando Leiva, de estar ante el mismo escenario. Parece difícil que después de que ambos dirigentes aceptaran lo sucedido, los barras opten por negar todo y tratar de hacer valer una supuesta inocencia en un juicio penal. Con lo cual se supone que ellos intentarán también hacer un acuerdo, aunque en el caso del líder de los violentos se verá si logra llevarse una pena en suspenso o termina, como todos esperan, en una condena efectiva y una inhabilitación larguísima para poder concurrir a algún estadio argentino.
Pase lo que pase, el fútbol argentino está ante un hecho histórico. Si sólo es una excepción a la regla o una bisagra que cambiará para siempre la violencia en las canchas depende de la política, la Justicia y las fuerzas de seguridad.
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