Penales no cobrados y arbitrajes polémicos: las dudas de River Plate con la gestión de Beligoy y la influencia de Tapia

En el Millonario apuntan a varios fallos que perjudicaron al equipo de Gallardo en la campaña. El detrás de escena de los cortocircuitos

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La decepción de River y la influencia de Beligoy en el arbitraje y de Chiqui Tapia
La decepción de River y la influencia de Beligoy en el arbitraje y de Chiqui Tapia

En un año irregular dentro del exitoso ciclo de Marcelo Gallardo al frente del plantel de River Plate, el elenco millonario quedó eliminado de la Copa Argentina por penales ante Patronato. En los 90 minutos, le llegaron bastante, pero también lo pudo ganar. El Muñeco no puso excusas: hizo una profunda autocrítica. No obstante, puertas adentro, todo River no dejó de anotar una jugada que pudo haber resuelto el desarrollo del encuentro disputado en La Rioja.

Con el cotejo 1-0 para la Banda tras el gol de Bruno Zuculini, Pablo Solari remató al arco y un defensor rival bloqueó en forma deliberada la pelota ampliando su espacio corporal. Era un claro penal y amarilla para el infractor: el árbitro Fernando Espinoza lo omitió.

La actuación del juez fue muy floja: también pudo haber expulsado a Enzo Pérez y a instancias del asistente Ezequiel Brailovsky anuló mal un gol de Andrés Herrera. Pero el penal resultó simbólico, sobre todo, por arrastre: el Millonario es el único equipo de los 28 integrantes de la Liga Profesional que no recibió un remate desde los 12 pasos a favor en lo que va del certamen. Curioso, sobre todo, tratándose de un elenco que, más allá de que no está en el pico de su rendimiento, ataca y mucho.

Pablo Solari remato y automaticamente reclamaron por una mano extendida

¿Cuándo fue la última vez que le dieron un penal al Millonario? El 8 de mayo, ante Platense en el Monumental, por la Copa de la Liga. En aquella oportunidad, Julián Álvarez lo tradujo en gol a 10 minutos del epílogo, para firmar el 2-1 definitivo. No es que no hubo oportunidades para los árbitros para sancionar la pena máxima en favor de River. Son varias las situaciones polémicas que fueron profundizando las suspicacias en la dirigencia y en el cuerpo técnico.

Hay un ejemplo marcado: el penal de Barreto a Borja en el triunfo contra Independiente en Avellaneda. Ni Fernando Rapallini ni el VAR lo advirtieron. Sin embargo, pese al error, fue “premiado” con la conducción de Racing-Boca, donde volvió a cometer una falla notoria al no sancionar un remate desde los 12 pasos por mano de Jonathan Gómez. Recién ahí sí fue “penado” con una fecha de descanso.

* El increíble penal no sancionado de Barreto a Borja

En su momento, ya con Claudio Tapia al frente de la AFA (hombre identificado con Boca Juniors, más allá de que el club que lo catapultó fue Barracas Central, hoy en Primera), Gallardo había patentado el término “guardia alta”, ante el temor a los deslices relacionados con los árbitros y la programación; es decir, con lo extrafutbolístico. Pues bien, en River entienden que pasan por un momento en el que la guardia debe estar más alta que nunca.

Los hinchas también. Quedó claro el pasado 4 de septiembre, cuando el Millonario derrotó 2-0 a Barracas Central en el Monumental. A los 25 minutos del primer tiempo, cuando el árbitro Germán Delfino demoraba en convalidar el gol de Nicolás de la Cruz mientras era revisado por el VAR, todo el estadio atronó con insultos al titular de la AFA. El “Chiqui Tapia botón” fue un mensaje que no pasó por alto en la sede de la calle Viamonte.

Tampoco las declaraciones de Gallardo post partido. “No me gustó el arbitraje, no sé si polémico, pero con el arbitraje argentino… Cuando todo el mundo se queja es porque hay que prestarle atención”, azotó. “Hay que revisar algunas cuestiones que tiene que ver con mejorar el fútbol nuestro, que no se convierta en algo feo, en algo decadente… Ya de por sí tenemos un campeonato que es jodido, difícil de entender y jugarlo, y cuando aparecen todas estas cosas…”, fue contundente.

Tapia y compañía temieron el efecto cascada, que los insultos con el presidente como foco ganaran otras tribunas fronteras afuera de Núñez. La polémica con el VAR, y su fallida implementación, llegaron al clímax en aquel escandaloso triunfo de Barracas ante Patronato en el estadio de All Boys, en el que parte de la delegación entrerriana explotó por las sanciones erróneas y hubo integrantes que hasta se enfrentaron con la policía y terminaron detenidos. Desde entonces, tal fue el tamaño de la controversia, que algo cambió en la puesta en práctica de la tecnología, al menos de forma silenciosa, sin un anuncio formal: el VAR se “apaga” en el último tramo de los encuentros, delegándole la conducción al juez principal.

Eso no implica que el arbitraje que gestiona Beligoy (como Director y a la vez secretario general del gremio de la Asociación Argentina de Árbitros, en una situación que ha generado acusaciones de incompatibilidad) haya salido del ojo de la tormenta. Y River, desde su lugar, es de los más críticos.

También con otras cuestiones relacionadas al día a día de la AFA, lo que muchos sospechan en Núñez que provocó que el láser rojo siempre apunte a la Banda. Tapia, aseguran, está dolido con el Millonario porque no apoyó los cambios que impulsó en febrero. Y ahora también se opone a la reestructuración de los torneos sumando más equipos en la Liga y cambiando las reglas de juego en plena competencia (con la anulación de los descensos).

Los cuestionamientos no se reducen a River, sobre todo en Primera División. Ni hablar si la imagen de Tapia se mide fuera del ámbito dirigencial. Los máximos sostenes de la gestión Tapia se afincan en Ezeiza: la selección argentina de Lionel Messi y Lionel Scaloni. No por nada anunció en Estados Unidos el acuerdo por la renovación con el entrenador (que estaba frío hasta este sprint en Nueva Jersey) antes de tratar los cambios en la Liga en Buenos Aires, como paraguas de sus propuestas y las críticas que le podían llover. Tampoco es casual que pase más tiempo en sus oficinas en el predio albiceleste, lejos de los reclamos y donde para lograr un cara a cara hay que concertar una cita y no pasar por el tercer piso y golpear la puerta, como es costumbre en Viamonte.

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