Daniel Guerrieri fue un comerciante muy emprendedor y supo reinventarse cuando algún negocio no salió bien. Ese espíritu de sacrificio y perseverancia es uno de los tantos legados que les dejó a sus tres hijos y uno de ellos, Esteban, es un fiel reflejo de esa lucha. Tuvo golpes duros en su carrera como tener un contrato para correr en Fórmula 1, pero no el presupuesto. O ganar en Indianápolis y quedarse a las puertas de la IndyCar. A sus 37 años sigue siendo un piloto ganador y se convirtió en empresario.
Esteban es el menor de tres hermanos y a los Guerrieri nunca le sobró un peso. Un día Daniel les preguntó a sus otros dos hijos, Daniela y Agustín, si aceptaban que Esteban recibiera los ahorros familiares y parte de los ingresos para su campaña y ellos de una dijeron “sí”. La familia se encolumnó detrás del pequeño que se enamoró de los karting a los cinco años. Fue campeón argentino en la especialidad y por la falta de presupuesto, para poder empezar a correr en autos consiguió un lugar tras ser el más veloz en una prueba contra otros pilotos.
Se sumó al equipo Crespi Junior de la Fórmula Renault y, con 15 años, en 2000 fue el campeón más joven de la historia a nivel nacional de pista. A esa altura Esteban ya le había pedido a su mamá, Esther, si lo podían mandar a un colegio bilingüe porque vio una nota en la que Ayrton Senna recalcó lo importante que era saber hablar en inglés para correr en el exterior.
Luego formó parte de un proyecto armado por el equipo Lincoln Sport Group, un programa para apoyar jóvenes pilotos argentinos en Europa, donde Esteban llegó en 2001 y junto a José María “Pechito” López fueron los máximos referentes de una generación a la que le afectó la crisis económica de la Argentina. Sin embargo, el talento y su perseverancia lo llevaron a codearse con el gran circo. Tiene historias para escribir un libro y en diálogo con Infobae recordó algunas de ellas.
-Te fuiste a correr afuera hace 21 años, ¿cómo es pasar más de la mitad de tu vida en el exterior?
-Aprendí mucho y sigo aprendiendo mucho. Se disfruta conocer culturas nuevas, costumbres, humores, gente. Eso te entusiasma para crecer como persona. Disfruto de eso tanto como persona como viviendo del automovilismo en el exterior.
-¿Cómo fue vivir en un taller en un pueblo suizo y moverte en bicicleta?
-Siempre hubo situaciones de chico y no tan chico que fueron complejas, pero con la actitud de poder superar ciertos escollos. Nunca me molestó dormir en un taller, o barrer en las mañanas, o que me dijeran de trabajar en los neumáticos, de prepararlos. Era parte del proceso de trabajo y con mucho entusiasmo, porque sabía que mi granito de arena ayudaba al equipo.
-¿Qué fue lo más duro que pasaste viviendo afuera?
-La enfermedad de mi papá, de vivirla lejos de él y con poca comunicación, algo que en esos tiempos era muy complejo. Fue en 2005 (Daniel falleció ese año) y eso creo que fue lo más duro. No estar cerca de la familia. Hoy te sentís cerca estando lejos y solo falta tocar a las personas. Pero tenés mucha más conectividad y posibilidad de levantar un teléfono y al instante estar hablando con la familia.
En 2003 fue campeón de la Fórmula Renault Europea. En 2004 terminó sexto en el campeonato de la Fórmula 3000 (actual Fórmula 2) y fue elegido por la Federación Internacional del Automóvil (FIA) como el “Debutante del Año”. Por falta de dinero en ese momento no pudo pegar el salto a la F1 y pasó a correr en la Fórmula 3 Euro Series, por entonces una de las promocionales más fuertes. En 2006 tuvo una gran temporada en la que logró dos triunfos y terminó cuarto en el torneo. Les ganó a Sebastian Vettel (apoyado por Red Bull) y otros que llegaron a la F1 como Paul Di Resta, Kamui Kobayashi, Romain Grosjean y Sébastien Buemi.
-¿Qué pasó con Vettel luego de un toque?
-Fue en Norisring, una pista en Alemania, donde yo venía ganando y él se me tira a pasar en una curva. Me pega y yo creyendo que lo hizo más adrede, fuimos a los comisarios deportivos, y viendo la maniobra consideré que había sido sin querer. Tranquilamente podría haber seguido con mi pensamiento de que lo había hecho a propósito, pero me di cuenta que no y fui honesto y dije que no era una maniobra para penalizar. Sin embargo, estando primero en el campeonato en ese momento, los comisarios decidieron no penalizarlo y ahí perdí la punta del campeonato. Pero creía que debía ser sincero y objetivo.
-¿Cómo fue pelearles a tipos que después llegaron y triunfaron en la F1?
-Pude pelear con mis armas y siempre dependiente de tener un auto de carrera que funcione. En algunos años pude pelear con buenos coches, sobre todo en 2006 cuando corrí en la Fórmula 3 Euro Series con el equipo Manor, contra Vettel, Paul Di Resta, Romain Grosjean, Kamui Kobasashi. Fue un año de mucho nivel en la categoría y sentía que lo podía hacer, preparándome de la mejor manera, estudiando, creyendo que todos los pilotos también somos personas de carne y hueso, con dos brazos, dos pies y una cabeza, y esa confianza de que podía lograr buenos resultados. Sigo creyendo que con trabajo, pasión, paciencia y perseverancia, todo es posible.
En marzo de 2010 se lo vio a Esteban caminar por los boxes del Autódromo de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez en una carrera de Turismo Carretera. Sin presupuesto para seguir en Europa su futuro era un interrogante. Se dispuso a terminar la secundaria y tras volver de una de las clases nocturnas recibió un llamado que le cambió la vida.
-En esa temporada, ¿cómo pasaste de la nada a pelear por un título y tener un contrato de F1?
-Siempre que volvía a la Argentina nunca sabía dónde iba a correr al año siguiente, pero trataba de seguir preparándome, de ser paciente y esperar la oportunidad que sentía que podía llegar. Por eso quería estar preparado y se dio así. Me contrató un equipo de República Checa (ISR Racing) para trabajar en su equipo junto a su hijo (Filip Salaquarda). En vez de dos carreras que me habían dado terminé haciendo toda la temporada, porque arranqué muy bien y peleé el campeonato hasta el final (de la Fórmula Renault 3.5, por entonces antesala a la F1). Pude conseguir ese sueño de tener un contrato, una oferta de un equipo de F1 (Manor) para 2011. Sin embargo, conseguí parte del presupuesto aquí en la Argentina, no todo y no pude concretar el sueño de subirme a competir en un F1. Pero consideré que el objetivo estaba logrado y que el camino hacia la misma lo había transitado por completo y me quedé con una paz interior muy grande.
Ese año le ganó a Daniel Ricciardo, quien ya corría bajo la tutela de Red Bull. En una fecha en Silverstone ganó una de las carreras, pero fue excluido porque su equipo pegó un pedazo de cinta en la unión entre la trompa y la parte de la carrocería que cubría la suspensión. Fue denunciado por el equipo de Ricciardo (Tech 1). Al otro día se tomó revancha y venció. En el podio celebró con un pedazo de cinta en la boca.
-¿Qué pasó con Daniela antes de una importante reunión?
-Íbamos en la camioneta Fiorino con mi hermana y nos quedamos en la bajada de la autopista hacia la 9 de Julio por un problema mecánico. Pero teníamos una reunión en la Secretaría de Turismo para presentar una carpeta a las 9 de la mañana. No había mucho tiempo y empujamos la camioneta, la dejamos en un garage y nos tomamos un taxi y nos fuimos a la reunión. Con mi hermana decíamos siempre que el objetivo era siempre llegar a horario y con la ilusión de presentar esa carpeta que la oportunidad para poder cumplir nuestro sueño porque mi hermana se siente parte y siempre con las ganas y actitud de darle para adelante y no bajar los brazos. Esa reunión era para conseguir presupuesto para correr en la IndyCar (tampoco logró el apoyo necesario).
-¿Cómo es ir a más 300 km/h en Indianápolis?
-Correr en los óvalos no es un reto fácil de asumir. Vas muy cerca de los demás autos, siempre peleando a centímetros y a muy alta velocidad. Pero es una técnica muy interesante que me gustó aprender y un lindo desafío. Me di el gusto de ganar en varios óvalos, sobre todo en Indianápolis (es el único argentino en vencer allí), en Indy Lights, largando último y llegando primero. Ese fue un lindo ejemplo de perseverancia, porque largué último cambiando el motor y sentía que podía lograrlo. De hecho le dije a mi mamá que se quedara tranquila, que sentía que podía ganar y se dio.
Los años pasaron y Esteban formó su propia familia. Hoy vive en Barcelona con su mujer, Marie, y son padres de Milito. Pero sigue corriendo y lo hace en el WTCR (fue tercero en 2018 y segundo en 2019), que es la Copa Mundial de autos de turismo de la FIA. Su experiencia y el saber manejarse debajo del auto lo llevaron a convertirse en empresario y junto a su colega Néstor Girolami, su amigo Federico Punteri y el periodista Felipe Mc Gough, montaron la versión sudamericana del TCR.
-¿Cómo se dio este rol de empresario?
-Sigo con la llama del automovilismo y con la pasión encendida, tanto arriba del auto como abajo, cuando me puse a trabajar para traer la categoría a Sudamérica. Creíamos que el TCR se podía insertar muy bien ya que no había una categoría que pudiera abarcar un mismo reglamento técnico para que todos los pilotos de una misma región o de otro lugar puedan competir, sea Europa o cualquier otro lugar. Compramos la licencia para la región y es uno de los 35 campeonatos en el mundo. Les dimos la posibilidad a los pilotos jóvenes que quieran seguir creciendo con el anhelo de un torneo europeo o el Mundial. También piloto experimentados, los gentleman (quienes no son profesionales y pagan para correr),
-¿Cómo te reinventaste luego de los golpes duros, como no llegar a la F1 o a la IndyCar luego de tanto sacrificio?
-Tratando de aprender a través del automovilismo. Aprender a crecer como persona, por sobre todo. Con el anhelo de ser mejor piloto me fui dando cuenta con el correr de los años de que las herramientas que fui adquiriendo con libros, hablando con gente, con cursos que fui haciendo, eso me fue dando un crecimiento personal, una maduración que me sirvió mucho para poder ver los traspiés de la vida, las frustraciones, poderlo ver desde otro lado y poder aprender de cada situación. Eso a través del coaching, con pilotos (también se desempeña en esa función) es una buena manera de trabajarlo porque en definitiva manejar rápido no es solo acelerar sino sentirse bien. Poder disfrutar del proceso de mejora continua del auto. Es importante que alguien le pueda aportar herramientas y estoy desde ese lugar. La idea es que mejore su capacidad conductiva y el enfoque mental.
-¿Y qué se tiene que hacer para que un argentino vuelva a la F1?
-Pensar a largo plazo y ordenadamente. El talento está, las capacidades conductivas también y hay mucho acá en la Argentina. También hay que ser pacientes. Ahora tenemos a Franco Colapinto que es un excelente piloto y tiene una gran posibilidad y capacidad. También una muy buena persona y estuvimos conviviendo, ya que vino a casa varios días. Eso es lo lindo de poder conocernos en lo personal. Tiene una gran posibilidad y ojalá pueda tener el proyecto a largo plazo y él ordenarse con su entorno para que las cosas vayan sucediendo a su debido tiempo, pero que vayan trabajando paso a paso y no tratar de que todo llegue de pronto.
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