Argentina comenzó con el pie izquierdo su participación en el Grupo A de la Copa Davis ante Suecia: perdió 2-1. Habrá que buscar los motivos de esta derrota en la irracional superstición de un martes 13 o, simplemente, en la realidad de dos fallidas e irreconocibles presentaciones en los singles de Sebastián Báez y Diego Schwartzman, según orden de aparición.
No hubo escusas físicas ni por arribos sobre la fecha ni por razones extra deportivas, pero la sombra del peso que significa representar al país en esta competencia volvió a acompañar otra jornada de nervios, esta vez en el Unipol Arena de Bolonia.
Con el resultado puesto, es fácil caerle al capitán Guillermo Coria por la inclusión de Báez en la apertura de la serie ante el equipo sueco, máxime si se tiene en cuenta la cantidad de derrotas consecutivas que arrastra Sebastián. Pero, dentro de la cancha, la diferencia fue mínima en favor del mayor de los Ymer, quien jugó un tenis excepcional y de mucha precisión, algo que no acostumbra en el circuito. Esa fue una de las sorpresas que se llevó el argentino en la jornada. Por otra parte, la diferencia de ese nivel con el que le había forzado la decisión del capitán para que lo incluyera en ese primer partido, fue la otra sorpresa.
De todos modos, no sólo fueron detalles, como comentaba Báez, los que inclinaron la balanza en favor del sueco. La falta de decisión en determinados momentos y una muestra de baja en la confianza durante algunos pasajes del encuentro le permitieron tomar ventaja a Ymer en cada set, por lo que el argentino siempre tuvo que ir desde atrás, a remolque -como se suele decir- en el resultado.
Y, después, Schwartzman no ayudó. Su juego estuvo muy distante de lo que también venía demostrando en los entrenamientos de la semana y hasta en los torneos previos. Al contrario de la velocidad y precisión de su rival Mikael, el menor de los Ymer, no le funcionó nada. Propuso un juego de regularidad, para minar la confianza del europeo, pero sólo encontró buenas respuestas y mucha agresividad desde el otro lado de la red.
“En los entrenamientos la respuesta es distinta a la competencia”, dijo con acierto Peque, porque esa intención de querer y no poder le fueron minando la confianza y la planificación, para dejarlo vulnerable ante un rival que si bien tuvo buenos resultados en el circuito estos últimos meses, no debería haberle causado estos problemas y, menos, una diferencia tan grande en el score.
El match de dobles (victoria de Horacio Zeballos y Machi González) le permitió un respiro al Mago Coria y sostener que mantendrá la planificación del modo que lo tenía previsto, a pesar de lo obligada que quedó la selección argentina de tenis.
Suecia era el rival a vencer dentro de un Grupo bastante cerrado a pelear con Italia y Croacia, aunque ahora se sentó Suecia a conversar por el segundo puesto. Y aquí es donde comienza a tomar importancia el punto que consiguió Argentina en el doble, una de las apuestas fuertes del equipo de Guillermo Coria.
En caso de un triple empate que pudiera incluir a la Argentina, la derrota 1-2 no es igual en la sumatoria que un 0-3, tanto en contra como a favor de quien consiguió esa victoria. Y acá es en donde hay que comenzar a sacar la calculadora. Los porcentajes de partidos ganados, primero; de sets y games, por último, filtrarán al mejor o al peor de los tres. Y, en el doble empate, a quien haya ganado el match entre los dos. Pero para eso falta mucho todavía.
A la Argentina le vienen bien, ahora, estos dos días de descanso, como reconoció Peque, “aunque si me lo preguntabas antes de la serie te hubiese dicho lo contrario”, dijo en voz baja. En la espera hasta el viernes, cuando los dirigidos por Coria enfrenten a Italia, Croacia y Suecia ya tendrán dos de sus partidos jugados y la Argentina tendrá más claridad sobre sus posibilidades.
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