“Me siento campeón porque estuve desde el primer día hasta el último con mis compañeros. Yo también levanté la Copa, tengo la medalla y estuve en el banco de suplentes. No me tocó entrar, pero me siento más campeón que el que jugó de titular. Porque a la hora de entrenar lo hacía como si fuese parte del once. Así que me siento más campeón que los titulares”. Sergio Omar Almirón fue uno de los 22 jugadores que integró el plantel de Argentina se consagró en México 86, aunque no tuvo la posibilidad de sumar minutos en cancha.
“Me costó entender por qué Bilardo no me puso ni un minuto. Un día lo encaré y le dije: ´Juego de titular en los entrenamientos y ni siquiera ingreso en los partidos´. Entonces, me respondió: ´Está bien lo que vos me decís, pero siendo parte del plantel argentino se gana mucho dinero´. Al mismo tiempo, le respondí: ´Sí, Carlos, pero todo el dinero que se gana me gustaría cambiarlo por jugar un minuto en el Mundial´. Ahí se terminó la charla. No me contestó y tuve que irme”, relató el admirador de Pelusa, Bochini y el Trinche Carlovich.
Además de ganar un Mundial, Carucha Almirón tuvo el privilegio de compartir plantel con Diego Armado Maradona, a quien todavía no pudo darle el último adiós. “Soy muy sensible cuando hablo sobre él. Cuando me lo nombran, me pongo mal y me largo a llorar. Estuve cuatro días bajoneado, muy triste y no paraba de llorar. Diego fue un gran compañero, amigo y muy generoso, ya que primero estábamos nosotros y después él. Era un verdadero capitán y caudillo”, recordó el actual entrenador de María Teresa, un club que milita en la liga rosarina.
El ex futbolista de 63 años tuvo una gran carrera que inició a sus 17 con su debut en la Primera División de Newell’s. Como delantero, tras México 86, emigró a Francia para jugar en el Tours FC. Luego, recaló en los Tigres de México, y volvió a su país para desarrollarse en Estudiantes de La Plata, Central Córdoba de Rosario y Talleres de Córdoba, donde se retiró en 1994.
“Nací y crecí en Newell’s, que me dio todo. Poder salir campeón ahí es algo único. Además, con el plus de hacerlo con todos jugadores de la cantera . Fue el logro más importante de mi carrera”, remarcó en un mano a mano con Infobae.
-¿Qué es de tu vida, Sergio?
-Gracias a Dios sigo trabajando en el fútbol. Estoy dirigiendo y tratando de hacer las cosas bien, como se debe hacer, y eso es lo más importante. Estoy en María Teresa, un club de la liga rosarina. Durante seis años me desempeñé en Arias, Córdoba. Anteriormente, pasé por Tampico, en la Segunda División del fútbol mexicano. Tuve la suerte de dirigir junto a Julio Zamora la Primera de Newell’s en el 2003. Siempre estuve ligado a lo que más me gusta, que es la pelota.
-Cuando colgaste los botines, ¿seguiste ligado al fútbol?
-En 1992, fui dueño de una fábrica de ropa en Rosario. Y cuando volví de México tuve cuatro canchas de sintético y una escuelita de fútbol. Después, cuando me retiré estuve dando vueltas, hasta que empecé a hacer el curso de entrenador. Asimismo, arranqué a trabajar en las Divisiones Inferiores de Newell’s y luego me llegó la oportunidad de entrenar la máxima categoría con Zamora. En ese momento alternaba entre ser fabricante de ropa y director técnico.
-¿Cómo te fue como empresario textil?
-Horrible, porque fue en el peor momento de la década del 90, entre 1992 y 1993. Nos fue muy mal y, más que ganar dinero, perdimos. Fue una etapa dentro de mi vida que sirvió para ver qué podía hacer después, ¿no? Fue durísimo. Al principio estaba todo bien, pero nos fuimos agrandando un poco más, a distribuir la empresa por otras partes del país, y ahí vino la debacle, ya que cobrábamos cheques sin fondos y todavía los tengo guardados. Fue un desastre y perdimos mucha plata.
-Hoy, ¿podés vivir bien dirigiendo en María Teresa?
-Mirá, tengo para cubrir los gastos, no estoy para tirar manteca al techo. Lo hago para seguir ligado al fútbol y nada más, hasta que salga una cosa mas importante. Cuando estuve en Arias fue una etapa muy linda de mi vida. Hoy se vive por lo menos para cubrir los gastos diarios. No es fácil, pero tampoco estoy pasando hambre. Con lo que gano, puedo rebuscármela tranquilo y sin problemas. Hoy, el futbolista gana un poco más que en nuestra época. Estoy viviendo como debo vivir y nada más, subsistiendo, trabajando. No la estoy pasando mal, pero tampoco estoy tan bien.
-¿Cómo fue tu llegada a Newell’s?
-De la mano de José Berta. Estábamos laburando con mi viejo de albañil en su casa, en Funes. Y un día fue a verme jugar a un club de mi barrio. Pasó un tiempo y me citaron en Newell’s, ahí empezó mi historia. No fue fácil porque sufrí muchísimo desde las Divisiones Inferiores, ya que a veces no tenía plata para los dos colectivos. Fue una etapa dura, pero me sirvió para seguir creciendo.
-¿Qué sintió al debutar a los 17 años?
-Fue por intermedio de Jorge “el Indio” Solari. Llegué a los 14 y debuté tres años después. Me costó al principio, hasta que me asenté en Primera en 1981. Luego, fue completamente diferente. Gracias a Dios no bajé a la Reserva y quedé en la máxima categoría.
-¿Qué recuerdos de aquel Newell’s de los 80?
-En 1981 se conformó una base con todos juveniles. El premio lo tuvimos seis temporadas después cuando nos consagramos campeones del torneo doméstico. Del 83al 87 nos agarró Solari como técnico, en una etapa que peleamos entre los primeros lugares de la tabla. El Indio nos agarra en 1983 peleando el descenso, y fuimos creciendo poco a poco. Tras el Mundial 86, se fue Ramos, Alfaro y me voy al club Tours de Francia. Con el tiempo, regresamos los tres para armar ese equipo tan importante que quedó en la historia, con todos jugadores formados en las Inferiores, incluido el cuerpo técnico. Los frutos se dieron desde 1981 hasta 1987. Fueron seis temporadas con jugadores del club y se lograron resultados.
-¿Fuiste compañero de Marcelo Bielsa?
-Sí, cuando estuve en Inferiores, él estaba en Reserva. No llegamos a jugar juntos en Primera, pero sí en las Inferiores. Luego, cuando regresé de México, el Loco ya estaba trabajando en Inferiores y le traje videos de Francia, de cómo se entrenaba en el Tours. Presencié la presentación de Bielsa como entrenador de Newell’s y estuve con él en el vestuario. Así que lo conozco a Marcelo.
-Debido a esas charlas que tuvieron, ¿ya se vislumbraba un futuro entrenador?
-Realmente pude observar que iba a ser un buen entrenador cuando él estaba dirigiendo en Reserva; ya me daba cuenta de la idea futbolística que tenía. Un tipo muy trabajador, metido en el fútbol, y muy obsesivo con las cosas que quería. No me sorprendió la carrera que hizo, porque observaba lo obsesivo que era, ya que estaba en todos los detalles. Cuando volví de Francia, me dio la posibilidad de entrenar con él, ya que era el director técnico de Newell’s y yo fui parte de la plantilla. Estuve un tiempo bajo sus órdenes y realmente entendí el potencial que tenía.
-¿Qué enseñanza te dejó?
-Era un tipo muy detallista, un trabajador y un obsesivo con el juego propio, y del rival. No dejaba nada librado al azar. Trabajé poco junto a Marcelo, pero ya se notaba lo que quería como jefe de un grupo.
-Tu buen rendimiento en Newell’s te permitió ser convocado a la selección argentina. ¿Qué se siente vestir la camiseta albiceleste?
-Todo jugador de fútbol cuando está en Inferiores quiere debutar en Primera. Luego, salir campeón, y el tercer objetivo es jugar en la selección argentina. Mi primera convocatoria fue algo increíble y por telegrama. Resulta que el secretario técnico de Newell’s me avisó que había llegado un telegrama de la AFA para ser convocado al seleccionado. Me dijo: “Te citaron para la Selección!. Yo me reía, no lo podía creer; pensé que era una broma. Entonces, le dije “si, está bien” y me moría de la risa, hasta que me mostró el telegrama.
-¿Ahí te diste cuenta de que era cierto?
-Sí, pero igualmente no caía, seguía asombrado. Al otro día tuve que viajar a Buenos Aires para empezar a entrenar con la Selección bajo el mando de Carlos Bilardo en 1983, de cara a una Copa América que finalmente no disputamos. Un año después, ya empezamos a entrenar pensando en México 86.
-¿Cómo se gestó el grupo comandado por Bilardo?
-Bilardo y Bielsa tienen algo en común: son muy obsesivos y trabajadores, están en todos los detalles y conocen de lleno a todos los rivales. Realmente, Carlos me marcó muchísimo en mi carrera. Tal vez no me tocó jugar, pero soy una persona muy agradecida a él por todo lo que me enseñó.
-¿Qué aprendiste de Bilardo?
-A manejarme en el vestuario. Es una persona que te hablaba y te enseñaba. Si le prestabas atención, podías aprender muchas cosas. Fue un adivino, además, porque todos los jugadores que citó le brindaron al grupo una energía positiva. Se fue conformando un grupo de seres humanos espectaculares. Se llegó a ser campeón del mundo porque el entrenador supo elegir bien a sus futbolistas. Fue muy criticado por muchas cosas, y nosotros también. Mas allá de eso, hoy seguimos unidos y hablando todo el tiempo. En lo humano, eso tiene un valor inmenso.
-¿Porque te eligió a vos y no a Oscar Dertycia en la lista final? ¿Dónde los reunió y qué les dijo?
-En el momento que decide la lista definitiva, Carlos nos cita en la AFA. Estábamos todos y sobraba un jugador. Se reunía con cada uno para explicarle por qué lo citaba y quedaba en la lista. Así que fueron pasando y para lo último quedamos Dertycia y yo, que éramos muy compañeros y amigos en muchas cosas. Nos hizo entrar a ambos y nos dijo: “Hay un solo lugar. Uno quedará afuera”. Durante la charla, nos explicó los dos motivos por los cuales me eligió a mí.
-¿Cuáles fueron?
-El primero era por recordar en un entrenamiento una jugada que habíamos practicado mucho tiempo antes en un plantel que se preparaba para una Copa América. El segundo, por haber seguido concentrado tras un encuentro en Tilcara, aunque teníamos la opción de un par de días de descanso con la familia.
-Entonces, para Bilardo era fundamental demostrar no sólo en la cancha, sino también en los entrenamientos…
-Por eso digo que Carlos estaba obsesionado por todo. Por este tipo de cosas no puedo estar enojado con él; claro que me hubiera gustado jugar, pero formé parte de una nómina de 23 que millones hubieran querido integrar. Y ahora, en el rol de técnico, también me sirve para que los jugadores entiendan la importancia del entrenamiento.
-¿Le planteaste alguna vez por qué no te puso ni un minuto durante el Mundial?
-Sí, se lo planteé. Me costó entender por qué Bilardo no me puso ni un minuto. Un día, estando en la concentración del América le dije al profesor Ricardo Echeverria que quería hablar con Carlos, porque estaba jugando en todos los entrenamientos de titular y en los partidos no me tocaba. Entonces, me respondió: “Bueno, lo vamos a hablar”. Entonces, se dirige a Bilardo, vuelve y me dice: “Vení Carucha, Carlos te está esperando”. Llegamos y le digo al profe “nos puede dejar solos”. Saltó el Narigón y dijo: “No, quedate, siempre tiene que haber una tercera persona, por las dudas”.
-Entonces, ¿qué hiciste?
-Lo encaré a Carlos y le dije: “Tengo una inquietud. Juego de titular en los entrenamientos y ni siquiera ingreso en los partidos”. Entonces, me respondió: “Está bien lo que vos me decis, pero siendo parte del plantel argentino se gana mucho dinero”. Al mismo tiempo, le respondí: “Sí, Carlos, pero todo el dinero que se gana me gustaría cambiarlo por jugar un minuto en el Mundial”. Ahí se terminó la charla. No me contestó y tuve que irme.
-¿Cómo siguió tu situación durante la Copa?
-No cambió en nada. Yo entrenaba como lo venia haciendo y esperando a ver si me ponía. Yo le demostraba todos los días que el lugar que me había dado no lo iba a perder y lo valoraba entrenando a la par de mis compañeros. Entrené para qué ellos estuvieran bien y la rompieran el día del partido. Uno quería jugar, pero desgraciadamente si no me tocaba, era algo.
-¿Qué conservas de aquel Mundial?
-Tengo camisetas con el número 1 en la espalda porque era por orden alfabético. Conservo la medalla, todo. Pero lo más importante son los recuerdos de mis compañeros, eso no tiene precio. Fotos, y sobre todas las cosas, una de ellas que nos sacamos con mis compañeros e integrantes del cuerpo técnico. No es fácil estar en un plantel argentino con excelentes futbolistas y haber compartido vestuario con el mejor de todos los tiempos, como es Diego Armando Maradona. Yo tuve el privilegio de estar a su lado y jugar con él.
-¿Te sentís igual de campeón que el resto de tus compañeros?
-Me siento campeón, porque estuve desde el primer día hasta el último con mis compañeros. Yo también levanté la Copa, tengo la medalla, y estuve en el banco de suplentes. No me tocó entrar, pero me siento más campeón que el que jugó de titular. Porque a la hora de entrenar lo hacía como si fuese parte del once. Así que me siento más campeón que los titulares.
-¿Qué recuerdos tenés de Maradona?
-Soy muy sensible cuando hablo sobre él. Cuando me lo nombran me pongo mal y me largo a llorar. El día que me enteré de que falleció, estaba comprando facturas en un bar para tomarme un café. De repente, miro en la televisión a Luis Ventura que estaba contando la noticia y me tuve que sentar, porque me puse a llorar desconsoladamente. Me llamó mi hijo desde Italia porque sabía lo que yo siento por Diego. Estuve cuatro días mal, bajoneado, muy sensible y no paraba de llorar porque para mí no es fácil. Diego fue un gran compañero, amigo, generoso con todos nosotros. Para Pelusa, primero estábamos nosotros y después él. Era un verdadero capitán y caudillo.
-¿Cómo era fuera de la cancha?
-Muy generoso, también. Vos lo llamabas y estaba. Siempre preguntaba por la familia de uno, te buscaba y te hablaba. Por ahí, nosotros teníamos permiso para ir a tomar algo al centro de DF en México, y se preocupaba por todo y todos. En lo económico, como líder defendía los intereses de sus compañeros y peleaba para que todos ganaran lo mismo. La ropa primero era para nosotros, luego para él, y todo eso tiene un valor sentimental muy importante. Pueden pasar millones de futbolistas, pero como él no habrá ninguno igual dentro y fuera de la cancha.
-¿Le pudiste dar el último adiós?
-No me animé. El día de su partida habíamos salido con mi otro hijo rumbo a Buenos Aires, pero a mitad de camino nos volvimos. Lo llamé al Chino Tapia para que le dijera a Claudia Villafañe que no podía ir, porque estaba muy dolido. Diego conmigo hablaba mucho. Cuando arribó a Newells como futbolista, en su primer día le dije “viniste a mi casa”. Maradona para mí lo es todo, hasta se puso la casaca del leproso, y su partida es una herida difícil de subsanar. Tengo el video de la última vez que estuve con Diego en una cena en Vicente López.
-¿Hablás con Bilardo o lo fuiste a visitar?
-Estoy en el grupo de WhatsApp de los campeones de México 86. Allí, Carlos Pachamé cuenta cómo está Bilardo todos los días; manda un informe. La última vez que lo vi fue en Vicente López, donde también estuvo Maradona. ¿Si se enteró de la muerte de Diego? En el grupo contaron que le habían dicho. Ojalá que viva por mucho tiempo más, que no sufra. Fue una persona especial también, porque me dio la oportunidad de ir a México 86.
-¿Por qué te retiraste?
-Primero, porque desde Estudiantes de la Plata me fui a Central Córdoba de Rosario y perdimos la final para ascender a la Primera B contra Gimnasia y Tiro de Salta. Segundo, me tuve que operar de la rodilla derecha. Me la limpiaron de punta a punta porque jugaba con líquido. Luego, me llamaron Colón y Talleres, pero la T insistió, fui a jugar y ascendimos a la máxima categoría. Luego, me desarrollé durante 90 días en Belgrano de Arequito en la liga Casildense.
-¿A qué edad colgaste los botines?
-A los 35, porque me dolía mucho la rodilla. Hace dos años me operé y me pusieron una prótesis en la rodilla derecha. No me costó mucho retirarme porque será que no me di cuenta, producto de las lesiones. Uno no está preparado para dejar de jugar al fútbol. Se extraña a los compañeros, la gente, la cancha. Dejar de jugar es muy duro.
-¿Seguís siendo socio de Newell’s?
-Sí, hace poco tiempo fui a la cancha a verlo. Se habló mucho de mi paso por la institución como coordinador general con Eduardo López como presidente del club. Estuve mucho tiempo a su lado; fue muy duro y triste para mí. Yo no tengo nada que ver con lo que pasó. Fui a la cancha y hablé con los actuales dirigentes; me han llamado para darme ropa del club. He llevado jugadores a las Divisiones Inferiores para que vean que está todo bien. Desgraciadamente en el fútbol cuando jugás hay personas que te quieren y otras que no. Cuando dejsá de jugar, pasa lo mismo. El tiempo pasa. Gracias a Dios no tengo problemas con Newell’s, al contrario.
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