Habían pasado unos minutos después de que ardieran los autos de los jugadores de Aldosivi cuando el jefe policial de la zona del Puerto recibió un Whatsapp en su celular. Del otro lado de la línea estaba el Indio para algunos, el Narigón para otros. Y sentenciaba: “Yo no tuve nada que ver”. Se sabía marcado. Sabía que irían por él o por su gente. Y él insistía en ese intercambio con el alto funcionario policial: “No fui yo ni tampoco mi gente del barrio San Martín”. El Indio o el Narigón no es cualquier persona. Es Luis Coman, el jefe de la barra brava de Aldosivi que viene tallando fuerte en la tribuna desde hace ya casi 20 años. El hombre por el que pasan todas las decisiones del Minella. El que dirige La Pesada del Puerto sin que nada a su alrededor se mueva sin su consentimiento.
Hasta ahora, según afirma él y confirman también fuentes de Seguridad que van por otra línea investigativa que parece desligar al Indio Narigón de la causa: el ataque premeditado habría sido realizado por un grupo disidente pero del mismo núcleo de la barra, gente de la zona de Plaza Italia que es un afluente principal de ese mar de violencia llamado La Pesada del Puerto y que son no más de diez y muy jóvenes y que ven como los beneficios de la cúpula no llegan abajo, que mientras Aldosivi pelea el descenso sus superiores siguen teniendo negocios y que además se enteraron del botín que hay de acá a fin de año si nada se sale de cauce: viaje all inclusive al Mundial de Qatar para cinco personas, cuyos nombres recién saldrán cuando se sepa quién puede viajar y quién tendrá restricción para hacerlo por causas judiciales o derecho de admisión. Pero lo que saben esos jóvenes es que esos cinco pasajes serán para Coman y su núcleo íntimo. Eso también encendió la chispa que terminó en la barbarie. Y hoy, por primera vez, el Indio Coman habla. Lo hace con Infobae y cuenta su historia. Y trata de desmarcarse de lo que algunos narran en La Feliz.
Antes de ir a sus palabras y para entender esta historia hay que remontarse a 2005. Hasta entonces en la tribuna mandaba la banda de Plaza Italia, que reúne al grupo La Gringada. Pero ese año la facción San Martín bajo el liderazgo de Luis Coman se hizo fuerte y se decidió compartir la tribuna. Ambos grupos son los históricos dueños de la barra del Tiburón. Claro que esa paz no fue para siempre: se quebró en 2011 cuando salió de la cárcel de Batán Emiliano el Gordo Crescitelli, quien decide echar a Plaza Italia y lo consuma el 5/3/11 tras una batalla en los alrededores del estadio después de un partido con Chacarita. Y secuestra a Matías, líder de La Gringada, y como rescate pide todas las banderas y bombos. Desde entonces y hasta 13/1/13, el Gordo Emi lideró la Pesada. Hasta que cayó asesinado por otro barra de Aldosivi, llamado Jorge Luna, por temas que no tenían que ver con la tribuna. Sin él, Coman volvió como jefe único. Pero a mediados de ese año salió de prisión Alberto Torre y en 2014 quiso quedarse con la tribuna liderando una facción llamada La Villita. Para eso se alió a La Gringada. Pero al no poder desbancar a Coman, pactó y se sumó a la barra oficial traicionando al otro grupo. Eso sumado al ascenso a Primera y los nuevos negocios, terminó por desatar una guerra infernal por toda Mar del Plata durante 2015, que en sólo una semana terminó dejando varios heridos de bala entre ellos dos capos, Maximiliano Pérez y Sergio Chanchín Menéndez. Y terminó todo con Torre preso. ¿El Indio Coman? Como siempre cayó parado, como se dice en la jerga de la barra.
Desde entonces, cada vez que alguien se retobaba y se venía una interna, se mantuvo firme gracias a sus contactos con la dirigencia deportiva, política y policial. De hecho, ni mella le hizo cuando le aplicaron derecho de admisión en 2017, tras una requisa a los micros de Aldosivi previo a un partido de Copa Argentina contra Vélez en la cancha de Arsenal, donde se encontraron armas de fuego y blancas. Tanto a él como a sus segundos, Guillermo Pineda y Sebastián Gallegos, les pusieron prohibición de concurrencia. Pero cuando se cargaron sus documentos en la base de datos, el del Indio tenía un número cambiado. Cosas que pasan en el mundo barra. Su nombre volvió a la luz un año después cuando en medio de un amistoso contra Unión en el mismo predio donde ahora fueron quemados los autos de los jugadores, un grupo disidente intentó ir por Coman y sus secuaces y hubo incidentes con intervención policial que registraron que el líder había vulnerado la restricción de concurrencia. Le hicieron una causa contravencional que languideció al poco tiempo.
Así, su poder siempre se mantuvo inmaculado. Hoy, a los 52 años, sigue manejando todo lo que tenga que ver con La Pesada del Puerto. Y hoy, por primera vez habla.
“Yo estoy limpito, soy gente grande. La barra de Aldosivi es una familia, no como te quieren hacer creer. Fijate que yo vengo recién de dejar a mi hijo en el predio para que entrene. Acá de 200 que integramos la barra, 160 son laburantes. Y fijate que desde que estoy yo hace 20 años, nunca hubo un bardo en la cancha. Por eso se me respeta”.
-Si vos y tu gente no fueron, ¿quién incendió los autos?
-Si vos sabés… Fueron unos pibitos de entre 16 y 20 años que los maneja uno que está en la cárcel, que investiguen bien. Mirá, nosotros íbamos a ir a hablar con los jugadores, no te lo niego, porque no puede ser esto. Pero íbamos a ir el jueves y siempre con el permiso del club. Nosotros les hablamos bien, les planteamos nuestras dudas. Y cuando tenemos que putear, puteamos. Pero nada más. Y además cuando insultamos lo hacemos desde el alambrado para que nadie se confunda.
-Pero a vos como jefe barra te dan permiso para entrar al predio, llamás al celular de la Policía, tenés contactos por todos lados. ¿Eso te parece normal? ¿Algo que puede hacer cualquier hincha?
-¡Pero cómo no me van a escuchar si yo soy más popular que el Papa en Mar del Plata! A mí me saluda todo el mundo porque antes que estuviera yo la tribuna era un quilombo y después fue todo paz. Y eso se valora. De hecho cuando algunos me quisieron sacar esos problemas se arreglaron afuera.
-Se dice que siempre ganaste vos por los contactos políticos, deportivos y policiales y que siempre te bancaron Valastro y Moscuzza (los hombres fuertes de Aldosivi y de la pesca en Mar del Plata).
-Que los conozco, los conozco. Pero a mí me banca la gente.
-¿De qué vive un jefe barra? Porque algunos te vinculan a los negocios ilegales del fútbol, hasta se habla de drogas.
-Jaja, yo soy un laburante y no vendo drogas ni entradas. Te ensucian por ensuciar. No tengo una causa. Si fuese como dicen no viviría en la misma casa de siempre, si no tengo un peso. Dios me dio dos manos y dos piernas y con eso trabajo. A mí del club no me pasan una moneda, yo vivo al día de la pesca artesanal. ¿Sabés que tengo un semirígido y con eso me embarco con tres personas y pescamos? Bueno, ese es mi sustento. ¿Qué, me lo regaló Moscuzza? Dejate de joder, para eso me hubiesen puesto un barco de verdad, jaja. No te voy a negar que hasta he comido asado con dirigentes pero hace rato que no y además qué tiene de malo. Vos me hablás de barras de Capital que están llenos de plata, pero no te confundas, yo nada que ver. Soy el mismo y tengo las mismas cosas hoy que hace 20 años, cuando agarré la barra.
-En el último tiempo se acrecentaron tus vínculos con varias barras del Conurbano y del resto del país que están armando el viaje al Mundial de Qatar. De hecho estuviste en una reunión que organizó con ese fin Bebote, se decía que para vos y Aldosivi había cinco estadías all inclusive a cambio de hacer trabajos políticos y ustedes aunque no hay visitantes están recibiendo a barras de otros equipos y viajan también a ver a Aldosivi afuera.
-No te voy a negar que estuve en esa reunión. Pero hasta ahora de lo del Mundial no se concretó nada y yo te puedo asegurar que no voy porque no tengo un peso. Será para otros muchachos de la barra que puedan viajar. Si estoy dando la cara con vos es porque no tengo nada que ocultar. ¿Soy el jefe de la barra de Aldosivi? Sí. ¿Soy un delincuente? No. Y eso lo sabe todo el mundo. Por algo acá se me respeta. Tengo el mismo teléfono celular hace cinco años y se lo ofrecí a la Policía para que lo periten. Porque no van a encontrar nada. Soy un laburante y de lo único que me pueden acusar aquí o en cualquier parte es de pararme arriba del paravalancha y dar la vida por mis colores.
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