“Nunca me había pasado algo así. Es más, nunca me habían expulsado, ni siquiera en Inferiores. Creo que solo una vez me comí suspensión por cinco amarilla. Y en la B Nacional tenía dos amarillas en 20 fechas”.
Este martes, Agropecuario de Carlos Casares recibe a Güemes por la Primera Nacional. Milton Leyendeker sabe que no podrá jugar: está suspendido por la patada que lesionó a Exequiel Zeballos en el duelo ante Boca Juniors por Copa Argentina. Tampoco sabe cuándo podrá volver a hacerlo, dado que aún no salió la sanción definitiva. A una semana del hecho, el defensor, de 24 años, asegura estar “un poco más tranquilo”, aunque todavía le da vueltas en la mente la falta que llevó al Changuito al quirófano - la lesión ligamentaria de tobillo derecho y en la parte posterior de la tibia le demandará entre 4 y 6 meses de rehabilitación- y le dejó una marca al infractor. “Cuando me enteré de lo que le pasó a Exequiel, me preocupé, y cuando conseguí el informe médico me preocupé más. Opté por ir a verlo a la clínica, le había escrito y con el lío de la operación no me había podido contestar, y cuando llegué a la clínica, me contestó. Y lo pude ver”, se explaya en diálogo con Infobae.
-¿Cómo fue la charla con Zeballos?
-Llegamos a la clínica, pedimos ingresar, y nos dijeron que solo podían pasar familiares a la habitación. Llamamos a distinta gente para ver si podíamos lograrlo, nos dieron el OK, subimos a su piso. Me recibió, lo saludé, le pedí disculpas, me sorprendió que me atendió muy bien. Es un chico muy humilde, tuvimos una charla tranqui. Le dije que le deseaba la mejor recuperación y la más rápida posible, que va a volver mejor, y que estaba a disposición. Me agradeció por el gesto, lo que le importaba a él era el gesto. Y eso me dejó más tranquilo.
-¿Qué evaluación hacés de la patada a la distancia? ¿Por qué no advertiste en el momento que podías lastimar al rival?
-En la jugada, te soy sincero, nunca pensé que me iban a expulsar. Cuando hice el foul, ni pensé que lo había lastimado. Por eso me fui, pensé que con amarilla estaba bien. Él pasó, me punteó justo la pelota. Lo que le protesté al árbitro fue el cambio de tarjeta. Y cuando vi la jugada en el vestuario, más tranquilo, me di cuenta de que fue más fuerte que lo que sentí en cancha. Lo mismo cuando lo sacaron de la cancha y lo vi entre lágrimas.
-¿Cómo te llevaste con todas las opiniones que hubo sobre la jugada? Se dijo que fuiste con mala leche o que buscaste hacer daño.
-Después de la expulsión no me imaginaba lo que me esperaba. Se dijeron muchísimas cosas, traté de no darle tanta trascendencia porque yo sabía lo que había hecho, jamás iría a lastimar a alguien a propósito, los que me conocen también lo saben. Lo único que me importaba era el informe médico de Exequiel y que estuviera bien.
-¿Cómo fueron los días posteriores?
-Recibí muchísimas amenazas, puteadas, mi celular estaba que explotaba. La mayoría fueron por Facebook, Instagram y Twitter. Y todavía siguen. No les doy bola, yo ya hablé con él. Y a los que me conocen, ni hizo falta explicarles, ellos solos me mandaron su apoyo. No pude responderles a todos, aprovecho ahora para agradecer. Siento que me crucificaron antes de saber quién soy. El que me conoce sabe que soy honesto. Soy lo que vieron en la clínica.
-También surgieron sospechas sobre la posibilidad de que una expulsión en el inicio del partido estuviera relacionada con las apuestas.
-Eso es totalmente descabellado. ¿Voy a dejar a mi equipo con uno menos, jugando contra Boca, en el partido que todos quieren jugar...?
-¿No tenés miedo de que te quede la marca, de que tu nombre termine relacionado para siempre con la patada?
-Los hinchas sé que me lo van a recordar por mucho tiempo. Pero me deja tranquilo que hablé con Exequiel y le expliqué todo. A mis compañeros les pedí disculpas en el vestuario por haberlos dejado con uno menos, hubiera sido otro partido 11 contra 11. Lo mismo hice con el técnico y con el presidente. Ahí nomás me dijeron que no hacía falta, que saben lo que soy como persona. Y que íbamos a pelear todos juntos para que la sanción no sea desmedida. Sobre lo que digan los hinchas, trataré de hacer oídos sordos y seguir, porque el fútbol es mi trabajo.
Leyendeker surgió de la cantera de Newell’s, donde llegó a jugar cuatro partidos en Primera. El trance que hoy atraviesa Zeballos él lo desandó dos veces. “En 2017 me rompí ligamento cruzado de la rodilla derecha y en 2020, el de la izquierda. Estuve dos años sin jugar, me queda la duda de saber qué hubiera pasado conmigo en Newell’s si no me hubiera lesionado”, explica el zaguero clase 98. Su presente en Agropecuario lo mostraba en alza hasta la fatídica patada.
“Me preocupa el tema de la sanción. Estaba en un momento muy bueno, venía siendo titular, tengo contrato con el club, ya había hablado con el presidente por el tema de la renovación, soy un pibe humilde, no estoy sobrado. Tengo un contrato normal, no gano fortunas. Tengo el contrato de cualquier laburante que trabaja las ocho horas, gano más o menos lo mismo”, expresa su inquietud.
“Necesito jugar, necesito laburar. Nunca quise lastimar. Entiendo que me tienen que sancionar porque fue un foul desmedido, solo pido que no me corten la carrera. También por el lado de que ayudo a mi familia, ayudo a mi vieja, que está con mi hermanita (tiene 7 hermanas). Mi mamá hace comida en casa para vender. Y yo trato de ayudarla en lo que más puedo”, concluye su descargo el oriundo de Maciel, provincia de Santa Fe.
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