La histórica revista El Gráfico, con las imágenes de los goleadores que rompían las redes todos los fines de semana, ofició de maestra incluso antes de que pisara la escuela y forjara su vocación. Tras atravesar desavenencias propias de la profesión, lanzó a la venta la biografía de Marcelo Bielsa cuando el fracaso de Corea-Japón todavía era palpable; aquella arriesgada iniciativa le serviría para disfrutar de un ascenso meteórico y construir su figura dentro del periodismo.
Ariel Senosiain se consolidó como una voz autorizada durante los partidos de la selección argentina, es destacado por su sobria tarea como conductor en “Líbero”, uno de los ciclos de análisis más elegidos por los futboleros, y su inventiva le permitió codearse con el círculo íntimo de Lionel Messi. El libro “El genio completo”, que llegó a su punto cúlmine luego de que el combinado nacional lograra consagrarse en la Copa América ante Brasil en el Maracaná, acabó siendo la frutilla del postre de su prolífica carrera dentro de los medios.
-¿Qué te enamoro del mundo del periodismo y, particularmente, del fútbol?
-Fue como un flechazo infantil: toda la vida quise ser periodista. Siempre está la frase instalada de que nosotros somos futbolistas frustrados, y yo, de haberlo sido, que me faltaba bastante de talento y algo de esfuerzo, hubiese sido un periodista frustrado. Yo aprendí a leer con El Gráfico, siendo muy chico, incluso antes de entrar al colegio; empecé a escuchar programas de radio y era demasiado tiempo enfocado en querer hacer algo que después, por suerte, terminó pasando. El periodismo es una carrera que, sin vocación, hay un momento en el que te cansás.
Vas a contramano, hay horarios complejos… Pero también están las posibilidades y el provecho que les podemos sacar a ellas. Por eso es que puedo trabajar de lo que tantos años anhelé.
-¿Con qué obstáculos te fuiste encontrando al avanzar casilleros en esta profesión?
-Las dificultades iniciales son las mismas que las de todos: no cobrar desde el arranque, cobrar mal, ilusionarte con una chance de laburo y que no prospere, y sobre todo la ansiedad. La personalidad de cada uno es muy importante. Yo empecé en TyC Sports a los 26 años, antes había estado en Perfil y en radios partidarias, pero seguía siendo joven. Sentía lo que deben sentir muchos chicos hoy en día, que no hay lugar para tantos. Escribí la biografía de Marcelo Bielsa a los 23 y eso en algún punto me ayudó, pero para todo hay que esperar.
-Y con respecto al fútbol, a lo largo de los años, ¿notaste cambios en el ritmo, en las formas de jugar?
-Totalmente. En el día a día no se notan las modificaciones, pero cuando ves un partido viejo, es mucha la diferencia. Si bien los métodos y los jugadores dentro de la cancha siguen siendo los mismos, la preparación física es otra y eso hace que se juegue a otra velocidad. Ahí está uno de los principales debates: si los grandes jugadores del pasado podrían pisar el césped en cualquier época. Yo creo que sí, porque se hubiesen tenido que adaptar, pero ves algunos estereotipos de cuerpos que, en este momento, hubieran dado ventajas. La mayor velocidad, indudablemente, lleva a mayor imprecisión, salvo en ligas donde la técnica se trabajó muchísimo.
Al mismo tiempo, en algunos sitios se jugaba de forma más torpe, y ahora se divisa otra fineza. Al final de cuentas, el futbolista va a seguir haciendo diferencia con las mismas características que tenía en la década del ‘50, ‘60 o ‘70… El pase, la recepción, la pegada, y el desequilibrio, tanto por velocidad como por habilidad.
-Vos sos reconocido dentro del periodismo como una persona más sensata, analítica. ¿Por qué creés que en un momento en el que abundan programas de debate, efusivos, Líbero sigue siendo uno de los caballitos de batalla del canal?
-Entiendo que una programación tiene que ser variada. Si bien TyC generó más programas de panel que hace tiempo, tienen diferencias entre sí. Líbero es un ciclo al que yo llegué con casi todo armado, muy establecido, con una dupla en la conducción –Martín Souto y Ariel Rodríguez- que era la más instalada del periodismo deportivo. A mí me gustó mucho la idea porque la producción es buenísima y hay lugar para que el conductor aporte. Ahora se sumó Hugo Balassone, con mucha riqueza de análisis. El estilo, al final, se lo terminan dando los presentadores. Por eso estoy muy a gusto.
-Hay una sobredemanda de partidos y de campeonatos. ¿Sentís la necesidad de cortar con tanta dosis de fútbol en algún momento?
-La tecnología me da la posibilidad de adelantar los tiempos muertos de los partidos, el entretiempo y otras cuestiones. Yo trato de ver lo máximo de fútbol argentino que pueda, pero también disfruto del internacional, de ver una final del Roland Garros o un rato de otras cosas. Obviamente que hay mucho a la vista, y de por sí el campeonato nuestro es un absurdo, porque hay 14 encuentros por fecha, pero después está la elección personal.
Yo elijo mirar todo, no creo que el análisis se termine en River y Boca. Hay una falta de respeto a muchos equipos por el hecho de estar desinformado de otros colores. Mi programa trata de ir un poco más allá, y no me cansa, porque hay que dosificarlo. El día que me sienta cansado, me tengo que replantear si me gusta mi trabajo.
-Pablo Aimar reflexionó en una entrevista que las generaciones venideras son las de los highlights, las de los resúmenes, que ya no miran partidos completos. En ese contexto, ¿cómo ves, en particular, a los próximos periodistas deportivos?
-Afortunadamente, y pese a que me parece que la frase de Pablo es bastante acertada, porque habla en comparación con los partidos de Play, con aquellos que duran siete minutos, futboleros van a haber siempre. No porque el tiempo de atención sea otro vamos a querer dejar de ver cotejos. La nueva generación es parte de una era muy a gusto con lo virtual, conocedora de lo que opinan los protagonistas en las redes, con manejo propio. Esa es una herramienta novedosa y bárbara porque puede haber periodismo en las plataformas.
Lo que siempre hay en las redes es comunicación, pero hacen falta añadidos que son las pautas propias, como la información chequeada. Si no, puede haber opiniones livianas. Quizás haga falta un poco más de ir a la fuente, del periodismo artesanal. De todos modos, es lógico: es más fácil encontrar un dato en Google que una llamada por teléfono. Las generalizaciones no me gustan, porque pareciera que los pibes de 20 años están todos pegados al monitor, pero hay chicos que buscan lo desconocido. El periodismo se trata de eso.
-Más allá de tu participación en los programas deportivos, incursionaste en un noticiero general como conductor de la TV Pública. ¿Dudaste cuando te llegó el ofrecimiento? ¿Cómo te preparabas?
-Lejos de dudar, me encantó la propuesta. Llevaba un tiempo pensando en hacerlo y me atrapó ese formato, más rutinario. Me gustó mucho la experiencia, porque soy una persona que va encontrando motivaciones con el tiempo. Lamentablemente, a veces se van haciendo a un lado y en los últimos meses no lo estaba disfrutando tanto, por eso decidí no renovar el contrato. No sabía, obviamente, que me iba a aparecer una chance en la radio nueva. Con la dificultad que significa dejar un laburo, me había quedado sin energía.
Me preparaba mucho porque algunos temas no eran los míos, no sabía si me iban a tocar o no. Hacer un noticiero no requiere de mucha información, porque a veces solo hay que presentar el tema, pero a mí me incomodaba la posibilidad de que yo luciera fuera de lugar sobre lo que estaba hablando.
-En ese ciclo te tocó compartir la conducción con Diana Zurco, una de las pocas mujeres trans que pudieron hacerse un lugar en el rubro. ¿Cómo valoraste ese paso que dio el canal y qué creés que falta para que la inclusión siga creciendo?
-Me pareció bárbaro que ella se animara y lo tomara como un tremendo desafío profesional, porque es locutora. Diana sabía que había mucha atención puesta, cierta presión, y como compañera tuvimos una relación maravillosa, de mucho aprecio. Todo aquello continuó. La verdad es que le veo carisma y ángel para que pueda seguir en los medios el tiempo que ella quiera. Tengo solo elogios.
-El fútbol no se ha podido despegar del todo del machismo, más allá de algunos pasos que se han dado. ¿Qué sentís cuando ves que hay cada vez más mujeres involucrándose en el periodismo? ¿Qué tendría que ocurrir para que el fútbol femenino achique distancias con el masculino?
-Me parece que es un tema de tiempo y de idiosincrasia. Yo no sé si lo va a igualar, porque entiendo que esa quizá no es la meta. Hubo décadas y décadas del fútbol masculino como principal entretenimiento de la sociedad argentina, ya es el tercer siglo que nos apasionamos con él, y es parte de nuestra esencia. En algún momento iba a llegar el femenino a tener una figuración distinta. Creo que los pasos son los que se han dado y hay dos maneras de ver las cosas: todo lo que falta o todo lo que se hizo.
Es fundamental el apoyo, a fin de cuentas hubo una Copa América que fue muy importante y que debió ser puesta en pantalla antes de la semifinal. Algunos pequeños pasos se tienen que dar desde afuera, pero veo que hay un camino que ya empezó a hacerse. Con respecto a las colegas, creo que es natural. Hay muchas chicas que tienen chances que antes no se daban ni remotamente; me parece que de acá a 20 años no nos vamos a acordar ni de los nombres de la cantidad de mujeres que vamos a tener en el periodismo. Es así la sociedad: estamos viendo que se han roto algunas estructuras.
-Vos te identificás con un estilo de juego que, de alguna manera, es un estilo de ver la vida. ¿Por qué creés que hay una mirada general en la que los procesos no importan y que lo único que vale es el resultado?
-A mí me gustan determinados equipos más que otros, pero con el tiempo entendí que no solo tenemos que hablar desde nuestros gustos. De lo contrario, tenemos una posición de privilegio solo por portar un micrófono. No existe la objetividad, pero tampoco la subjetividad puede dar paso a despreciar lo que no nos gusta y a ponderar lo que nos encanta. Trato de ser justo. Hay entrenadores con los que me pasa lo mismo, pero eso no hace que cuando se equivoquen, no haya que marcarles los errores. El tipo de jugador que sigo es el que hace jugar al resto; ahora, cuando el futbolista no tiene un buen partido…
El “Todo ya” también es parte de nuestra sociedad. Creo que algunos clubes se diferencian y tienen algo más de paciencia, pero entiendo que no todos los dirigentes están capacitados para resolver algo del fútbol. Muchas veces son hinchas que pueden decidir sobre asuntos menores, pero de repente se encuentran con que tienen que elegir al DT, quiénes son los jugadores… Habría que encontrar términos medios.
-Tu comentario durante los partidos quedó muy identificado cuando hacés dupla con Rodolfo de Paoli. Sin embargo, has compartido transmisiones con varios periodistas de renombre. ¿Cuáles son, para vos, los mejores?
-He trabajado mucho en radio con Mariano Closs y es una institución, tanto en el relato como en el periodismo. Tiene el punto justo de todo: ritmo, conocimiento, saber qué jugada es importante y con una visión de los fallos arbitrales que lo destaca el país entero. Está arriba. Con Rodo ya llevamos seis años haciendo dupla en TyC. Él es un apasionado que sabe muchísimo del juego, y si está embalado va arriba de la pelota. Por eso es una de las voces más reconocidas.
-Escribiste el libro “Lo inexplicablemente loco” en 2004, a tus 23 años. ¿Qué te inspiró para hacerlo?
-Las ganas de escribir y de trabajar de algo relacionado a lo periodístico. Me sobraba el tiempo: Marcelo Bielsa era el técnico de la selección argentina y se había quedado afuera del Mundial, pero le habían renovado el contrato. Veía que era una persona popular, por lo cual el libro iba a tener un cierto techo. Aun así, yo estaba convencido de que era alguien de lo que mucho se podía dar a conocer. Es llamativo que el DT del combinado nacional fuera un desconocido para el futbolero: había dirigido dos años en Newell’s, uno en Vélez y todo en el exterior, y nunca se mostró demasiado. Contrastaba totalmente con su antecesor Daniel Passarella. Todo eso me lanzó.
Me di cuenta que era más fácil escribir de alguien o de algo. El rubro de las biografías siempre me interesó. Con el tiempo, terminó siendo algo que me encantó, sobre todo el proceso de escritura y la averiguación de datos.
-En ese proceso que comentás, con lo que seguro no contabas era con la palabra del propio Bielsa. ¿Pudiste comunicarte con él al lanzar el texto?
-Alguna charla hemos tenido, queda en la intimidad. Me parece que es un individuo íntegro, tal cual el público lo imagina. Tiene una frontalidad y una sinceridad a prueba de cualquier escenario adverso. Al mismo tiempo, es una persona muy recta y me parece shockeante que conjugue tanto su costado pasional como el racional. Ama lo que hace, y eso lo lleva para el lado de lo sanguíneo, pero es muy metódico porque planifica al detalle. Es una doble cualidad única. Y además es un formador, así arrancó y así alguna vez terminará. Todos ganan y todos pierden, pero él deja una huella y mejora al futbolista.
-¿Cómo valorás su proceso en el seleccionado teniendo en cuenta la eliminación en la fase de grupos en Corea-Japón 2002?
-Su camino está teñido por su eliminación. Eso sigue siendo lo más saliente del ciclo, no puede no ser el primer dato. Después, lo segundo a tener en cuenta es el respeto de sus propios dirigidos, el 99%; eran de élite, del principal escalón del fútbol mundial, y lo recuerdan como el que mejor intervino en sus carreras. Además, se fue en el momento en el que su Selección había virado hacia algo mucho más vistoso, incluso más que en la previa al Mundial, donde se notaba más autoridad. El de la Copa América y JJOO 2004 eran más atrapantes desde lo estético.
-Después vos hiciste “Messi, el genio incompleto”. ¿Fue un desafío? Porque parecería que del 10 ya se ha dicho todo.
-Ese era el punto. Otra vez me habían vuelto las ganas de escribir, pero ya no una biografía. Yo a Messi siempre lo admiré y me cautivó, pero hay más literatura en la derrota que en la victoria. Del Leo de Barcelona había poco que contar. Antes de la Copa América 2021, mi idea fue escribir una crónica de diferentes momentos suyos en la Albiceleste con el deseo de poder cambiarle el nombre al libro, hacerle una actualización y tachar el “in”. Salió, y estoy mucho más feliz porque le pude hacer esa modificación que tanto quería. Cualquiera se daba cuenta de que el que más merecía el logro era él. No creo que en la historia del fútbol haya habido un equipo que se pusiera tan orgulloso del título por un compañero y no tanto por lo personal.
-Vos tenés una relación especial con la familia de Leo. ¿Cómo fuiste cosechando eso?
-Pude hablar con el papá, que ha estado en todos los momentos de su carrera. Siempre detrás de una carrera como la de Messi tiene que existir un sostén como el de Jorge. Ha estado permanentemente, cuando viajaron a España todos juntos se terminaron quedando ellos dos. Hoy es diferente analizar lo que hizo que lo que fue haciendo: nos paramos con que es el padre y representante del mejor futbolista de la historia. De entrada, cuando llegaron, ni siquiera sabían si iba a poder ser jugador. Me dio algunas respuestas pese a que no es habitual que brinde entrevistas, pero me parecía que era necesaria su opinión. Suele decirse “detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”. Bueno, en este caso, “detrás de todo gran niño, tiene que haber un gran padre”.
-Más allá del juego que armaste con el título. ¿Creés que le faltaba este trofeo con la Mayor al genio para ser completo?
-No le faltaba para ser mejor jugador, pero sí por un motivo personal. Un tipo tan competitivo como él, que no quiere perder ni en los entrenamientos, tenía ese deseo. Creo que pudo mostrarse y abrirse más después del título. El 11 de julio del 2021, Messi no fue mejor que el 9: solo tenía una medalla más en su casa. Y la medalla que más quiso. Cuando la consiguió, Leo consideró que estaba por encima de cualquier cosa, y mirá que ganó Champions. Lo de la Selección es la definición de la perseverancia, porque ese es su gran triunfo. Es su gran legado. De una derrota, una segunda o una tercera, puede haber una victoria.
-¿Qué cosas te sorprendieron cuando fuiste escribiendo esas crónicas y con qué sorpresas te encontraste?
-Me encontré con una pasión por el deporte, por el juego, por la Selección. Con una persona que es muy querido por quienes lo rodan, incluidos empleados de la AFA. Él es Superman para todos nosotros y está más cómodo siendo Clark Kent. Por algo este equipo, que lo vio más como Leo, lo tiene con una sonrisa permanente. Obvio que tiene ciertos rasgos de personalidad, pero a medida que crecés, encontró otro temperamento y liderazgo. No necesitaba ser líder porque había suficientes referentes que tomaban ese rol, no era innato. Pedía la pelota, pateaba los penales, pero con el tiempo se fue convirtiendo en el más grande del equipo. Es natural, no lo tenía en las venas como Diego, pero sí como algo de ascendencia pura. Al líder se lo reconoce y se lo respeta, que es algo que pasó acá. Le facilitó su proceso en el vestuario.
-Argentina tuvo una eliminatoria casi perfecta en 2002, y en la actualidad pasó lo mismo. ¿Creés que la Selección llega en un nivel similar al que mostró aquella camada?
-Puede ser que llegue con la costumbre de la victoria y con las ganas de más, sacando una enorme diferencia a nivel sudamericano. Creo que algunos jugadores están en la curva ascendente de su carrera, a diferencia de lo que pasó en Corea-Japón. Todos imaginamos que Lautaro Martínez va a jugar muchos años en Europa, y así puedo nombrar más: Cuti, Dibu… van a tener uno o dos Mundiales más. El otro punto que hay que tener en cuenta es cómo va a llegar este seleccionado, que ese aprendizaje lo tuvimos. Al jugarse la Copa en noviembre no van a jugar tan castigados, y aquello, hace 20 años, no lo vimos venir. Tenían mucho ajetreo encima y terminó siendo una pauta clave para la eliminación temprana. Creo que hay dos equipos en un escalón superior, que son Francia y Brasil, pero después venimos nosotros.
-¿Cuál es tu opinión sobre el proceso llevado a cabo por Lionel Scaloni en el seleccionado?
-Quien dice que bancaba a Scaloni apenas fue oficializado, si no miente, exagera. A mí me parecía que era un lugar para un técnico de más experiencia, pero también hay que reconocer que en ese momento, los de mayor envergadura no querían venir. Tampoco había alguien que reuniera unanimidad absoluta. Sin embargo, el fútbol argentino tenía decenas y decenas de DT’s. El primer año fue de experimentación, casi como un casting, y el post Copa América 2019 fue ordenando todo. Es claramente un ciclo de menor a mayor que está en su punto más alto, después del título contra Italia.
-¿Vos creés que a Messi le falta un Mundial para ser el mejor de todos los tiempos?
-Es un poco injusto ese concepto, porque todos los tiempos han sido distintos. Discutimos si Maradona o Messi, y los que vieron a Pelé dicen que fue una cosa extraordinaria. Es incomprobable y una discusión eterna que se hace banal. No vi a nadie hacer con regularidad las cosas que ha hecho Messi; alguien tan ganador, tan efectivo, tan impactante desde todo punto de vista. Yo nací en el 80 y algunas cosas de Diego me las perdí, no tengo el recuerdo vivo. A Leo le falta un Mundial porque juega a ganar, porque juega un partido de truco y deja la vida. Va a llegar preparado como nunca, y ahora tendrá una nueva motivación. Hasta el último día seguirá soñando con eso que se le ha negado. No necesita un Mundial para ser mejor jugador, pero sí para ratificar su insistencia. Ojalá que se le pueda dar.
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