Pocos periodistas argentinos tienen más coberturas de eventos deportivos que Gonzalo Bonadeo, una voz vinculada rápidamente con grandes citas como los Juegos Olímpicos, la Copa Davis u otras competiciones de alto rendimiento que son parte de la escena global. Incluso de la Copa Mundial de la FIFA, que este año se juega en Qatar y por primera vez en la historia desembarca en Medio Oriente. “Voy a ir a dejarme descubrir”, dijo el famoso periodista de 59 años, quien este lunes 1 de agosto dará inicio a un programa llamado Bonadeo Mundial en Radio Continental AM 590 (lunes a viernes de 12:00 a 13:00). A esa emisora acompañaba a su padre cuando integraba equipo periodístico con Magdalena Ruiz Guiñazú y Eduardo Aliverti, entre otros. Unas décadas después, tras una larga trayectoria llena de momentos destacados, inicia su propio ciclo en este espacio y se prepara para viajar al país árabe para contar todo lo que suceda con la selección argentina de Lionel Messi. En un diálogo a solas con Infobae, expone todo su conocimiento e impronta para analizar cómo llega el elenco dirigido por Lionel Scaloni al torneo y otras cuestiones ligadas al desarrollo y la cobertura de la gran fiesta del fútbol...
— Este es un año muy especial para el deporte por ser año mundialista, ¿Cuál es tu primer recuerdo de un Mundial o la primera imagen que te viene a la cabeza?
— El primero que tengo en realidad es de una Eliminatoria cuando Argentina pierde la clasificación para el ‘70. Estaba en la casa de mi abuela paterna, de la mamá de Diego, viendo el partido con Perú. Estaban empatando 2-2. Y me acuerdo que la primera imagen, si me apurás, es un gol que le anularon a Miguel Brindisi con el que Argentina pasaba 3-2 arriba y quedaba un gol de clasificarse. Eso a distancia. Y en lo personal, camino a la ceremonia inaugural del ‘78, fue mi primer partido en la cancha. Fui con la mujer de mi viejo y con mi viejo que iba al palco de prensa. Nosotros teníamos dos populares. Me acuerdo de ese día, yo tenía 15 años, mi viejo oficialmente supo que yo fumaba y como fumaba lo mismo que él y él no tenía, me quedé sin cigarrillos para el partido. No solamente se enteró, sino que me sacó los cigarrillos. Ese primer partido fue raro y muy naif. Estábamos muy impactados por el orden de la ceremonia inaugural. Gran mérito de los chicos de educación física que se esmeraron mucho para hacer todo eso. Había una sensación de que a Argentina le iba a costar un montón organizar algo. Y nada, después de la ceremonia, un partido que fue un bodrio absoluto. Me acuerdo… obviamente ahora más potenciado, el discurso de (Jorge Rafael) Videla fue muy áspero, como dándonos la orden de pasarla bien. Fue toda una experiencia. Y desde aquel entonces, los Mundiales me han marcado permanentemente.
– ¿Y qué te genera el Mundial como evento deportivo? Porque estás generalmente emparentado con muchas otras citas, como los Juegos Olímpicos o la Copa Davis…
— Mirá, los Juegos Olímpicos tienen una ventaja respecto del Mundial y es que tenés más banderas, menos pasión específica y centralizada. Nada genera tanta pasión como el fútbol en un estadio. Pero tenés más banderas que en la ONU y hasta el último día están todos, porque por ahí en la maratón corre un tipo de Guinea Ecuatorial, entonces está la ilusión, esta fantasía. Lo del fútbol es otra cosa y, lo que más me genera desde mi primer Mundial fue el país que fue el de Francia ‘98, y con lo degradada que está la ida a la cancha en la Argentina, lo primero que me genera es la paradoja de sentir que estoy volviendo al fútbol al que iba yo cuando iba con mi primo Fernando a la cancha solos, teniendo 13 o 14 años. Era volver a ir a ver un partido por ver un partido, viendo que cada uno que se mandara un moco iba a ser sancionado y puesto en caja como corresponde. Esto lo viví en el ‘98 con las hinchadas de Argentina e Inglaterra, la pelea de barras bravas en el partido en Saint-Etienne; lo vivimos en el 2010 en Sudáfrica, ni que hablar con el tema de Hinchadas Unidas Argentinas; pasó en el Mundial de Rusia, que tuve algún episodio personal y también con tipos que agredieron a hinchas de Croacia. Ahí no era broma, ibas adentro. Además, hubo un gran trabajo de Guillermo Madero y su equipo de laburo para el tema de Tribuna Segura: fueron marcados absolutamente todos los barras. Pero también hay una cuestión de comportamiento gris en muchos hinchas que no son barras, pero si es un Mundial se hacen los vivos. Esas cosas por suerte están neutralizadas en un Mundial. Es un clima muy distinto al que tristemente hemos perdido en Argentina.
— Sin dudas, esa efervescencia es típica. Y justamente se viene un Mundial en un territorio donde quizás las restricciones son máximas. Qatar es un país muy particular en cuanto a su legislación, a su religión... ¿Cómo ves este choque cultural?
— Ahí yo creo que hay una cuestión que nunca se va a explicar debidamente y es que hay un hilo conductor seguramente arbitrario pero vos fijate que venimos del Mundial del 90 en Italia, el 94 en Estados Unidos, el 98 en Francia, el 2002 en Corea-Japón –grandes potencias económicas más allá del deporte–, el 2006 en Alemania, el 2010 en Sudáfrica (una rareza), el 2014 en Brasil –no es una rareza en términos deportivos, pero sí en términos de ir a organizar un Mundial–, el 2018 en Rusia, y el 2022 en Qatar. Y ahora, después de Qatar tenemos que usar México, Estados Unidos y Canadá, sino no nos alcanza una sede. Y después Portugal-España o Argentina-Uruguay-Paraguay. Se ha degradado mucho la posibilidad de poder disponer de sedes poderosas tanto en el olimpismo como en la FIFA, entonces buscan caminos alternativos. Y yo te pongo un solo ejemplo: en Brasil, cuando fue el Mundial, estaba prohibido el consumo de cerveza en los estadios, y sigue estando prohibido el día de hoy. Sin embargo, como uno de los principales patrocinadores de la Copa del Mundo –ya no del Mundial sino especialmente cuando un sponsor paga para usar la Copa del Mundo– es una cerveza y el gobierno brasileño tuvo que suspender la ley por un mes y permitir que se vendiera no una, sino dos marcas de cerveza en la cancha. Bueno, ahora en Qatar las condiciones no las toca nadie. Entonces, tenés el tema de la agresividad respecto a que cualquier que haga una manifestación de homosexualidad… una cantidad de cosas que yo respeto, claramente no me gustan pero son de una cultura específica y una religión específica, pero en un acontecimiento ecuménico en el que estás hablando de convocar a todo el mundo, tenés que generar las condiciones para que todos podamos ir libremente a ese lugar. Yo no quiero prejuzgar porque no conozco Qatar, así que supongo vamos a tener una gran experiencia, va a ser un laburo seguramente hermoso como cualquier Mundial, pero entiendo que se hace cada vez más difícil imponer ciertas condiciones que la FIFA durante mucho tiempo impuso, garantizándose un gran negocio, a veces de manera tóxica para el país organizativo como fue en la Argentina.
— Afortunadamente estuve hace poco en Qatar y un poco lo que ellos plantean es que quieren un Mundial más familiar, más sobrio lógicamente… ¿Vos creés que van a poder lograrlo o habrá mucho conflicto al principio y de a poco irá mermando?
—Yo creo que va a depender mucho de nosotros como hinchas. Después con el concepto de mundial más familiar yo estoy de acuerdo. Ahora, si yo voy de la mano con mi esposa… ¿Por qué no puedo ir de la mano con mi novio? Es complicado. Ahí hay una cuestión de garantías. Pero después tampoco hay que poner por las grandes corporaciones del deporte prisiones inmaculadas. No lo son, no lo son. Sobre todo con el olimpismo, siempre planteo lo mismo: cuando empiezan los Juegos Olímpicos y cuando terminan no hay discusión. Es un acontecimiento que te deslumbra, te emociona, te conmueve, te absorbe, te genera… Ahora, antes y después, discutamos lo que tengas ganas, estoy abierto a cualquier discusión porque estás lleno de miserias en la historia del deporte, en los escritorios, ¿no? Entonces acá creo que va a pasar lo mismo. ¿Te acordás cuando el Mundial fue en Brasil? Que se decía “el desastre que va a ser, las calles van a estar cortadas, no se van a permitir llegar a los equipos, a los estadios”. Empezó el Mundial y se olvidaron de todo. Empezó a girar la pelota y nos narcotizó a todos. Así que yo tengo una expectativa por descubrir algo. Yo al Mundial de Rusia fui a trabajar medio a la par del fútbol y sabía que iba a pasarla genial, porque Rusia –más allá de cualquier consideración– es un país con un enorme bagaje cultural, histórico, poesía, cosas paradójicas. De Qatar desconozco, así que voy a ir a dejarme descubrir.
— Te iba a preguntar justamente eso, ¿cómo te preparas vos? Empezás ahora un programa…
— El lunes arrancamos en Radio Continental de 12:00 a 13:00 con el Mundial como excusa para empezar. Estamos muy temprano como para hablar solo del Mundial, así que hablaremos un poco sobre eso y después no solo deportes sino de interés general también. Y ya más cerca del Mundial, supongo que vamos a estar a full con eso. Siempre desde la dinámica coyuntural. El seleccionado argentino genera una expectativa grande. Hay una empatía profunda con el equipo, lo que no quiere decir que se vaya a ganar. Viste cuando decís “¿se gana ahí?”. Para mí, el Mundial ideal, en términos de laburo y de hincha, es que se jueguen los siete partidos, que Argentina llegue a la semifinales. Yo no soy de los que desprecia el partido por el tercer puesto. Sin ir más lejos, ninguna otra cosa que dos terceros puestos tuvimos en los últimos Juegos Olímpicos y hubo mucha emoción por eso. Valoro un montón estar en semifinales del Mundial, porque, entre otras cosas, no hemos estado en 10 semifinales nosotros. Y después es la variable del fútbol mismo, algo que nos cuesta entender en el fútbol doméstico. ¿Viste que hoy más que nunca tenemos gente poderosa de distintos rubros manejando clubes, el espectáculo, la política, los gremios, las empresas…? No pueden con el fútbol, se caen. Las figuras más importantes se caen porque la pelota entró o no entró, un árbitro se equivoca, hiciste mal una compra… Y un Mundial es lo mismo: Argentina perfectamente pudo haber perdido la final contra Brasil en el Maracaná y perfectamente pudo haberle ganado a Alemania la final en el Maracaná. Si me hablás de fútbol, Argentina debería haber sido más campeón del mundo que de la Copa América. Y pasó al revés. Dentro de eso, imaginate que si a Argentina le va razonablemente bien y juega como puede jugar este equipo, va a haber una expectativa enorme y vamos a estar 24/7 con eso.
— Y analizando un poquito más en profundidad este ciclo de la selección argentina, ¿cómo te encontraste con la designación interina de Lionel Scaloni en su momento?
— Mal, mal, mal. Es más, se lo he dicho a él en su momento públicamente. Me parecía un despropósito que alguien sin experiencia en clubes dirigiera ni más ni menos que al seleccionado de Lionel Messi, en un momento de crisis, además. Era un momento difícil. Y me equivoqué profundamente, como tanta gente. O sea, Scaloni primero rompió el molde de esto de que “hace falta la experiencia” y la experiencia… vos lo vivís en esta profesión y yo lo he vivido más de chiquito en el diario La Nación. Tuve la fortuna de hacer experiencia siendo joven. Qué otra cosa sino aprender experiencia es haciendo cosas. Si no lo hacés, no tenés nunca experiencia. Pero Lionel (Scaloni), no solamente por la línea de juego, no solamente por la armonía, por haber potenciado su perfil bajo para dejar a los futbolistas como protagonistas... Y después con algunas apuestas que son claras: hoy ya naturalizamos a Cuti Romero en la saga de Argentina y naturalizamos que un arquero que no se sabía dónde jugaba en Argentina sea el titular en lugar del de Boca o el de River como Dibu Martínez. De Paul y Lo Celso liberan a Messi de tener que tener todo tiempo la pelota encima. Hay una enorme cantidad de méritos que ha tenido, jugadores que él ha potenciado, y otras cosas que él ha instalado que a mí me dan mucha ilusión, inclusive post Mundial. O sea, el post Mundial puede ser el primer Mundial post Messi en mucho tiempo. Ojalá no, pero yo creo que Argentina tiene una identidad de juego que puede permitirle tener una continuidad.
— ¿Y cómo ves a este nuevo Messi? Es una versión distinta. Como vos decís, mucho más liberado pero también mucho más experimentado…
— Hoy Messi desequilibra menos con su enorme velocidad de pelota al pie y juega mucho más al fútbol. Hace jugar a los demás, entiende el juego, disfruta el juego. Pero vos sabés que en el 2002, el 2010 y hoy, yo sigo valorando lo mismo de Messi por encima de todo: su capacidad amateur de jugador de fútbol. Es un mega profesional, gana una fortuna, está súper comprometido con el juego, pero ama demasiado jugar al fútbol. Revisá las estadísticas y fijate cuántos partidos de ese Barcelona brillante, ganando 4-0, Messi no quería salir. Cuántas veces Messi ha jugado partidos que no hacía falta que jugara, con el Barcelona ya campeón o con Argentina en Arabia Saudita, por ejemplo. Y el tipo va y juega. No hay nadie en la historia del fútbol argentino moderno que haya jugado por Argentina tantas veces como pudo como Lionel Messi. O sea, del 100% de las ocasiones, ni Diego, ni Bati, ni el Cholo, ni Ruggeri, nadie jugó tantas veces como Lionel, no en cantidad sino proporción. Del 100%, cuando él estuvo presente, jugó el 98. Es una cosa extraordinaria para alguien además de su nivel. No descarto que este sea su último Mundial, ni tampoco lo aseguro porque Messi podría jugar de doble cinco dentro de cuatro años. O sea, por cómo juega al fútbol, por lo que genera... Para empezar, no te desequilibra tanto mano a mano, pero tampoco lo podés dejar mano a mano. Entonces, automáticamente genera un imán de dos o tres rivales encima, con lo cual el resto está liberado. Es encantador y ojalá tengas su Mundial. Cuando en el ‘94 lo sancionan a Diego, en una producción que hicimos en aquel entonces, Dolina decía que le daba más tristeza por Diego que por nosotros no ganar el Mundial, que ya no le importaba tanto ganar el Mundial. Y no te digo que a mí no me importe por mí o por los hinchas, pero me encantaría ver a Messi ganar el Mundial por él porque no lo hemos valorado debidamente.
— Eso te iba a decir, como que ha cambiado mucho su figura: pasó de ser hiper criticada, todo el tiempo enjuiciada y en el ojo de la tormenta, a tener el aval total. Hoy todo el mundo está esperando verlo con el trofeo…
— Porque ganamos una Copa América y porque nosotros como medios instalamos que Argentina hasta esa Copa América no había ganado nada en 30 años, cuando Messi ganó el Mundial juvenil y una medalla de oro de los Juegos Olímpicos, y además jugó tres finales de la Copa América y la final de un Mundial. Dame un intendente o un gobernador que logre semejantes cosas y después te lo dejo pasar a Messi. Entonces me parece que ahí también instalamos mucho nosotros como periodistas como parte del debate... ¿Te imaginás un Mundial sin Argentina como sería? Bueno, gracias a Messi jugamos el de Rusia. Se montó toda la historia encima. Después, sí lo hemos visto sufrir. En la Copa América en Chile lo veía sufrir porque no podía hacer lo que hacía en tantos lados. Era como “pero como me salen goles por todos lados y no puedo hacer un gol acá”. Eso es cierto. Pero bueno, yo creo que mi desafío es aprender a disfrutarlo. Me imagino el momento de estar sentado en una tribuna, si tengo la suerte de estar allá en Qatar, devorar cada segundo como me tocó la última vez que lo vi a Usain Bolt, o la última vez que lo vi a Guillermo Vilas, o la última vez que lo vi a Roger Federer, o la última vez que lo vi a Nicolino Loche. O Ginóbili. Mirá lo que pasó con Del Potro o con Gaby Sabatini. Hoy Gaby es la Diosa de las Diosas pero la lapidaban muchas veces. Y decir que no había redes sociales cuando ella jugaba...
— Me das pie justamente para preguntarte eso... ¿Cómo ves este Mundial a nivel mediático? Más allá del trabajo en la radio, también las redes sociales van a tomar un lugar muy protagónico.
— Es parte del desafío. Lo vamos a hacer a través de la radio, lo vamos a hacer a través de Telenoche, lo vamos a hacer a través de TyC, estamos viendo mucho el tema de cómo explotar lo de las redes. Detrás de la lucha entre los contemporáneos y los no contemporáneos, se genera esto de este es el “Mundial de”. Y este va a ser el Mundial de Twitch pero también va a seguir siendo el de Instagram, va a seguir siendo el de Twitter y sobre todo, va a seguir siendo el de la TV. Porque aunque miremos en un teléfono, una tableta o en un televisor de 70.000 pulgadas, la televisión va a seguir generando eso que los demás no pueden generar. A ver, ¿vos te imaginás que si estás viendo la final del Mundial vas a estar atento a Twitch? No. Y si estás viendo Senegal-Ecuador por ahí sí te enganchás un rato. Entonces, es dinámico y esto es como la historia de los medios mismos: hay que revisar qué medio desapareció en la historia. El cine mudo, ponele, como recurso. Pero después el cine no desapareció, el teatro no desapareció, la televisión no desapareció, la radio no desapareció. La radio AM en la Argentina ahora es poderosa. Entonces me parece que ahí tenemos que ser un poco más sabios y entender que todo puede convivir, porque consumimos mucha más información y muchos más recursos técnicos que hace 30 o 40 años. Y bueno, hay que tener inteligencia para dosificar e incluir todo. Me parece que la visión de los hinchas está muy buena, que probablemente algunas personas de muchos partidos del Mundial lo único que vean sea alguna storie en Instagram. Y está bien, es respetable, pero sigue existiendo la TV como un producto original porque el partido se ve por ahí. Y bueno, por esto que te decía yo, a mí en un partido de Argentina no me distraigas con pavadas, después con otra cosa así.
— Quizás un poco las redes sociales, el stream y los nuevos medios tienen esencialmente condimentos de la televisión o la radio…
— Sí, sí, estoy de acuerdo. A mí lo que a veces me genera perplejidad es cuando se mezclan las cosas y nos confundimos, ¿no? Y a veces el periodista cree que en las redes sociales no es el mismo que en la televisión o en la radio, y que creen que hay que meter sí o sí una cosa alrededor de la otra… Hasta un cierto punto. Hay tiempo para todo, energía para todo y gente para todo. Sabemos que las audiencias han cambiado y nos estamos adaptando a todo eso. Hace 20 años te decían terminó el diario en papel. Ok, pero… ¿desaparecieron los diarios? No desaparecieron los diarios, se tuvieron que reformular. Tuvieron que readaptarse. Algunos sí entraron en crisis, a algunos les cuesta un montón sobrevivir, lo que es una pena porque la prensa gráfica es la base de sustento, creatividad y formación de cada uno de nosotros que hemos tenido la suerte de nacer en medios gráficos. Pero es repensarlo. A vos te toca vivirlo en tu lugar de trabajo, hay que reformularse. Y después hay procesos naturales donde algunos siguen y otros no.
— ¿Cuáles son los rivales que va a tener la Selección en el torneo? ¿Con quién hay que competir para ser campeón?
— Para empezar, viste que siempre dicen “hay que ganarle a todos”. No, por suerte no. Nos tocó una buena zona para empezar, sobre todo para ir creciendo. Alguno podrá decir “bueno, te puede ir mal contra Polonia” o “no subestimes a México”. Pero cuánto mejor que debutar con Arabia Saudita te podía pasar. Si te tenés que equivocar por los nervios, que sea con Arabia Saudita y no con Croacia como en el Mundial anterior, en el segundo partido. Después depende mucho de la sutileza del cruce, de cómo llegue cada uno en ese momento. Son 90 minutos. Nosotros lo miramos como un todo, como si fuera una gran liga de 30 partidos y no, rápidamente estás jugando 90 minutos decisivos. Y ahí hay una cuestión emocional que yo todavía no sé cómo va a manejar este equipo. Lo desconozco, realmente, no sé cómo va a manejar sus urgencias. Después creo que Argentina tiene objetivamente una ventaja. Primero, no terminamos de ver que este es un Mundial inédito en cuanto a que en general los técnicos reciben a los jugadores sin vacaciones, agotados de la temporada y con poco tiempo antes. Acá vamos a recibirlos también poco tiempo antes pero con la mitad de la temporada jugada, con vacaciones que la están pasando ahora, con pretemporada que le están haciendo ahora, y a lo sumo podrán tener algún problema de lesiones durante la temporada pero van a llegar absolutamente afilados. Y Scaloni no necesita tanto trabajo ya, porque ya lo ha hecho el trabajo. Yo entiendo que de los 26 jugadores difícilmente son una sorpresa en la lista y todos van a llegar sabiendo lo que quiere Scaloni y eso es una gran ventaja para Argentina. Después es eso… un penal mal cobrado, una discusión, un jugador que se te lesiona, te metieron una amarilla de más y resulta que justo, no sé, tuviste cambiar de arquero. Hay imprevistos todo el tiempo en un Mundial. Pero si yo te dijera que Argentina va a tener que jugar contra Italia, Francia, Hungría, Brasil, Perú, Polonia y Holanda, y va a ganar el Mundial… ¿Me decís que es un Mundial fácil o difícil? O Corea del Sur, Italia, Bulgaria, Inglaterra, Uruguay, Bélgica y Alemania. No lo podés ganar ni de casualidad ese Mundial pero lo ganaste. Entonces, valoremos que nos tocó Arabia Saudita, México y Polonia. Después es eso, vas al Mundial ‘86 y todos nos acordamos del partido con Inglaterra o de la final. El partido que Argentina jugó en la semifinal con Bélgica, el primer tiempo que termina 0-0, es el fútbol ideal de Argentina pese a no haber tenido gol. Entonces, es muy difícil saber cómo se despierta cada uno en ese momento. Sí es cierto que Argentina llega con una constitución de equipo y cuando vos tenés constituido un equipo estás más a resguardo del error individual, mucho más vas a resguardo. La experiencia en Brasil era estar en el IBC, que es el centro de TV del Mundial. Nosotros tranquilos, modestos y veíamos como España, los de la televisión española se iban, los de la RAI se iban, los ingleses se iban, los franceses se iban y nosotros quedábamos. Está buenísimo todo eso. Ojalá nos toque algo parecido.
— En cuanto a la planificación, con Argentina hospedado en la Universidad de Qatar, muy cerca del estadio donde juega los dos primeros partidos…. ¿En ese sentido también sentís que también estamos bien encarrilados?
— Sí, igualmente es un Mundial atípico porque el 90% de los partidos los podés ir a ver en una misma ciudad. Esto, además, es un gran desafío, porque por primera vez en la historia, salvo en el cierre de la fase de grupos, no haber partidos simultáneos. Entonces, si tenés suerte y entradas, podés ver cuatro partidos del Mundial en un mismo día. Así que va a estar todo cerca. Históricamente, Argentina ha tenido buenas gestiones en cuanto a la previa. Esto es parte de una herencia de Grondona y de Bilardo también, de tener buenos predios y buenos lugares donde entrenarse, van a estar muy cómodos. Aunque parezca algo intangible para nosotros los de afuera, está muy bueno que los jugadores estén aislados y metidos en su rollo. Viste que en un Mundial es muy raro que veas contacto entre el jugador y el hincha. Cuando llega al estadio está todo blindado. Viste que camino al vestuario no hay nadie que no debe estar en ese sentido. Es otra cosa, es una gala el Mundial.
— ¿Cuál sería entonces el escenario soñado, más allá de si se puede ganar el título, que sería un Mundial correcto para Argentina?
— No vamos a ponernos de acuerdo nunca en general, para muchísima gente el Mundial solo sirve si lo ganás. Ni siquiera sirvió jugar la final en el 2014 con Sabella. Esto es una de las cosas negativas entre tantas positivas que nos dejó Bilardo. Él se agarraba de la lógica y decías “acá, si no jugás los siete partidos del Mundial”. Pero para, fiera. Eso en el fútbol tampoco es cierto. Al menos desde mi óptica, si Messi no gana este Mundial no va a cambiar radicalmente nada sobre él. O sea, qué hice yo. ¿Viste que siempre nos preguntamos qué hicimos de malo para tener que soportar ciertas cosas en la dirigencia política y demás? Bueno, yo me pregunto qué hice yo para merecer a Maradona y a Messi, casi sin interrupción. Terminó uno y a los ocho años ya estaba el otro. Eso no le ha pasado, más que a los brasileños, a nadie en la historia, en ningún lugar del mundo. Entonces, bueno, soy un hincha medio atípico en ese sentido. De todos modos, sí. Me acuerdo de cómo viví la final del Mundial de Brasil en la cancha. No sufrí el gol de Higuaín en off side porque al toque, como acto reflejo de hincha, lo primero que miro es que el juez de línea que levantó la bandera. Mis compañeros estaban abajo gritando y yo les decía “no, no, no se lo dieron”. Me pongo a pensar cómo hubiera sido ganar esa final. Y qué se yo, para empezar hubiera sido un problema salir de la cancha porque estaba muy áspero. Pero por otro lado, pienso mucho en el jugador. En ese sentido, no sé si fue el propio Mascherano el que lo explicó, cuando se hablaba de que Argentina no quería ganar… Cuando vos tenés un hijo, mucha gente se pone contenta pero nadie es más feliz que la mamá y el papá. Cuando ese chico se enferma, mucha gente se preocupa, pero nadie se preocupa más que la mamá y el papá. Y en esto es lo mismo: creer que al deportista no le interesa ganar, o que a nosotros nos interesa ganar más que el deportista, es una torpeza. Es un gesto de vanidad ridículo. Creer que a Messi no le importa, que Messi no sufre… Podrá tener un futbolista o un deportista un gesto de despecho o hacer como que no le importa nada, pero está sufriendo horrores por dentro. Son animales competitivos. Mirá, yo tuve la experiencia minúscula de haber hecho como 30 y pico de clínicas con deportistas olímpicos o de alto rendimiento, entre otras cosas, para demostrarme y mostrar en cámara que el mejor de los aficionados es infinitamente peor que el peor de los profesionales. Vos jugás contra un jugador de fútbol que sea el peor de la AFA y es mucho mejor que vos, aunque seas un crack en el country. Entonces, a partir de eso, de los animales competitivos que son, los tipos miran las cosas desde otro lugar. Es como el científico, como el músico, el artista loco, son personas muy especiales. Entonces, creer que a ellos no les importa ganar, que no sufren perder, no, olvidate, es absurdo. Podrá haber alguien más indulgente haciéndose el distraído, pero no les pasa. En la profundidad, les jode un montón.
— Incluso estamos ante un equipo campeón de América, que arrastra un invicto larguísimo, pero que baja bastante los humos. El mensaje siempre es muy medido, creo que la gente tiene más euforia y más expectativa que la que reflejan los jugadores…
— Y está bueno que se separen las cosas porque imagínate cómo saldría la Argentina a jugar contra Arabia Saudita en el debut si les trasladáramos nosotros nuestra energía de hinchas: estarían todos pasados de vueltas. Quizás les pase y escuchás al comentarista diciendo que hay que calmarse un poco y parar la pelota, y Scaloni diciendo juguemos a nuestro ritmo, que es lo que define a los equipos con personalidad. En definitiva es lo que define a los grandes equipos que van quedando. Yo tengo una gran ilusión, tengo una gran fantasía. Pero a veces nos pasa a los periodistas que creemos que ganamos nosotros, que nos gusta salir en el video. Por eso nos filmamos a nosotros mismos llorando de la emoción gritando un gol. Y no, la verdad que me encantaría por ellos, porque con todo el daño que se le hace al fútbol argentino, uno no puede dejar de amar al fútbol argentino y al fútbol como espectáculo.
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