Jugó con Maradona y sufrió la peor crisis de la historia de Boca: el momento en el que se dio cuenta de que la vida de Diego “no iba a ser fácil”

El uruguayo Ariel Krasouski vivió la montaña rusa del Xeneize en sus dos etapas en la década del 80 y también pasó por San Lorenzo. De su particular mirada sobre el episodio en el que Ruggeri y Gareca se mudaron a River Plate a su crítica a Riquelme por cómo maneja el fútbol del club

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Krasouski con la camiseta de Boca y en la actualidad: se desempeña como representante de futbolistas
Krasouski con la camiseta de Boca y en la actualidad: se desempeña como representante de futbolistas

En la década del 80, Boca Juniors vivió una montaña rusa. Pasó de tener un equipazo campeón del Metropolitano 81 con Diego Maradona, Miguel Brindisi, el Chino Benítez y Hugo Perotti, a sumergirse en una de las crisis más profundas en la historia del club. Pocos jugadores vivieron esas dos realidades. Y uno de ellos es Ariel Krasouski, un volante central que pasó siete años en la Ribera en dos etapas diferentes, la primera entre 1981 y 1986, y la segunda entre 1987 y 1989.

“En mis siete años en Boca coseché amigos y grandes compañeros. Estuve en el año de Pelusa, que fue maravilloso. También atravesé los peores momentos del club en su historia. Hoy Boca está económicamente saneado, pero tiene problemas de organización, con jugadores problemáticos que se comen juicios por abusos y otros que se quieren ir. Así nunca va a salir adelante”, remarca el uruguayo.

Krasouski se incorporó a Boca en marzo del 81, procedente de Montevideo Wanderers, con el torneo local comenzado. Por eso, apenas llegó tuvo que ponerse la camiseta y jugar. “Era otra época, otro fútbol. Había otra tecnología, era distinto. Jugar en Boca siempre es estar en otra dimensión, porque fue grande y lo seguirá siendo toda la vida.”, recalca.

Tras la partida de Pelusa a Barcelona, el club entró en una etapa de cesación de pagos (siete meses sin cobrar) y estuvo a punto de quebrar. El uruguayo vivió aquellos momentos difíciles y recordó los casos puntuales de dos referentes que fueron transferidos, justamente, a River: Ruggeri y Gareca.

“Ellos tomaron esa decisión que yo nunca compartí. Se los dije: ‘No estoy de acuerdo muchachos’. Pero fue una decisión personal de cada uno y no me puedo meter en los bolsillos de ambos”, revela.

Además de recordar su pasado en Boca, Krasouski revivió su única temporada en San Lorenzo, donde le costó adaptarse, en 1986. “Ya me había acostumbrado tanto a Boca que cuando fui al Ciclón me parecía que era un equipo menor, mucho más chico en todos los sentidos en cuanto a la popularidad, la gente y las repercusiones en la prensa”, recuerda desde Montevideo, en dialogo con Infobae.

Luego de haber jugado 169 partidos y anotado 19 goles, Krasouski dejó Boca y pasó por varios equipos. Primero recaló seis meses por Estudiantes de Río Cuarto y luego volvió a su país para defender los colores de Liverpool, Rentistas, River Plate, Basáñez y Fénix. Hoy, a sus 64 años, se dedica a la representación de jugadores, tras una carrera de ocho años como director técnico.

“Dejé de ser entrenador porque me cansé de los representantes. Y hoy me dedico a eso. Pero en su momento no me llevaba bien con los agentes que me llamaban para decirme ‘poneme a este jugador’. Me cansé de esas actitudes que no le hacen bien al deporte”, subraya el ex mediocampista.

¿Qué es de su vida, Ariel?

-Estoy en viviendo en Uruguay. Algunos días en Montevideo, porque tengo mi casa allí, mis trabajos, pero también pasó tiempo en San José, donde está mi compañera de vida y mis hijos. Ahí llevo una vida mucha más tranquila que en la capital uruguaya. Sigo vinculado al fútbol.

-¿A qué se dedica?

-Soy representante de jugadores. Fui futbolista, amateur y profesional. Luego, estudié para entrenador. Estoy muy bien y feliz, trabajo con mis dos hijos. Además, me pone contento saber que a los tres jugadores que represento les va bien. Están cumpliendo sus sueños y algunos ya juegan en Europa. Una satisfacción enorme saber que hicieron una carrera y cómo, con el paso del tiempo, mantuvimos una relación firme. Son como si fueran mis hijos y los considero parte de mi familia.

-¿Porque dejó de ser entrenador?

-La verdad es que tuve mucha suerte en el fútbol. Tuve una muy buena carrera como futbolista. Luego, arranqué como director técnico y me fue bien en algunos equipos, en los que tuve posibilidades de competir. Salí campeón con Danubio, donde me sentía bárbaro, pero había cosas que no me gustaban.

-¿Cómo cuáles?

-El fútbol ha cambiado muchísimo. Uno de los problemas por los que dejé de ser entrenador fue porque me cansé de los representantes. Y hoy me dedico a eso. Pero en su momento no me llevaba bien con los agentes que me llamaban para decirme “poneme a este jugador”. Me cansé de esas actitudes que no le hacen bien al deporte en sí. También, me pedían: “Llevate a este aunque no lo pongas, tenelo en el plantel”. Me lo decían todo el tiempo y hoy son grandes representantes; yo les respondía: “Para qué, si no lo quiero. Conmigo no va a jugar”. Pero me aclaraban: “No importa, es para que esté ahí. No tengo donde ponerlos, dejalos en el club”.

-En el medio estaban los propios futbolistas, ¿ellos que le decían?

-“Para quée me trajiste si no me vas a poner nunca”. Entonces era un problema todo eso. Un representante una vez me dijo: “Dejalo en el plantel aunque no juegue”. Y le dije que no.

-¿A cambio, ese representante que le ofrecía?

-Son los mismos que cuando te quedás sin trabajo te ofrecen clubes, hablan con los dirigentes para meterte; se encargan de llamar y te ubican en algún lado. Son vivos, porque se hacen amigos de los dirigentes, como todos. Pero hoy, que soy agente, averiguá si yo llamé a algún entrenador para poner futbolistas. Te van a decir que no. Tengo amigos entrenadores, gerentes deportivos y dueños de clubes; y jamás llamé a alguno de estos para que pongan a algún futbolista que hoy represento.

-¿Esos manejos de los representantes ensucian al fútbol?

-No sé si lo ensucian, lo que sí es que por ese motivo tomé la decisión de no dirigir más. Un día llegué a mi casa y le dije a mi familia “no dirijo más”. La verdad es que es una profesión ingrata y muy difícil de manejar. Yo estuve en clubes muy humildes sin cobrar un peso durante mucho tiempo y también me cansé y me fui, para no trabajar en un lugar a desgano.

-¿Ni que lo llame Boca volvería a ser entrenador?

- No, de ninguna manera. No creo que me llame Boca, pero si lo hace no volvería a ser entrenador. Estoy muy bien como representante, Vivo una vida tranquila. Disfruto, viajo, y me va bien. De ninguna manera dirigiría a Boca ni a ningún otro club, salvo Central, el de San José, mi lugar de nacimiento. Tengo a mi amigo allí, el entrenador Juan Cabrera, y tal vez algún día me dé el gusto de dirigir, pero no a otro equipo.

-¿Cómo observa al Xeneize?

-Boca es un equipo muy irregular, con problemas internos en el plantel. Es bravo cuando en un equipo hay problemas todos los días. Cuando no es un jugador que arrastra inconvenientes en su vida particular, es otro que se quiere ir o no quiere estar. Además, Riquelme como gerente deportivo tiene tanto peso y respaldo que prácticamente es el dueño del club. Es muy bravo. El club ha ganado un par de torneos locales y la gente dice “somos el último campeón argentino”, pero demuestra en la cancha que es un equipo inestable porque no juega tres partidos de la misma manera.

"No conservo nada de Pelusa, sólo tres fotos que no pedí", asegura
"No conservo nada de Pelusa, sólo tres fotos que no pedí", asegura

-¿Qué es lo que no le gusta de su juego?

-Es un fútbol que no llama la atención, lento y aburrido. Realmente, no me convence. A nivel internacional está lejos, principalmente, de dos o tres conjuntos brasileros como Flamengo, Palmeiras y Atlético Mineiro.

-¿Le sorprendió que haya quedado afuera en octavos de la Copa Libertadores?

-No, si no tiene una tranquilidad interna en el cuerpo técnico ni en el grupo de jugadores y menos en la dirigencia, el club no va a salir adelante. Si no hay un buen ambiente de trabajo es muy difícil. Son clubes muy pesados y con mucha presión.

-¿Cómo observa la gestión de Riquelme como dirigente deportivo?

-Para hablar bien debería estar adentro del club. Observar cómo se trabaja en Inferiores, qué proyectos hay, qué intenciones tienen de subir jóvenes a la Primera, si le dan o no importancia a lo formativo, y si hay futuro en los juveniles. Hay muchas cosas para analizar, y por algo le han dado el cargo de manejar el club. Riquelme tiene la potestad de hacer todo lo que quiera. También, debería haber una Comisión Directiva que discuta todo, pero no me da la sensación de que eso pase.

-¿Esta bien que una persona maneje todo el club?

-No, no está bien; Boca es un club muy grande y se encuentra entre los 10 mejores del mundo. y que lo maneje una sola persona está fuera de lo normal. Jugar al fútbol es una cosa, pero dirigir es otra. Ser dirigente es muy distinto a ser futbolista y entrenador. Ocupar el cargo de gerente deportivo es distinto también. Podemos ser muy buenos para alguna cosa, pero no estar capacitados para otra. Para ser gerente deportivo debés estar preparado. Podemos ser grandes jugadores, pero manejar Boca no es para cualquiera y no es fácil. Román tiene el respaldo de la gente joven y por eso está en ese cargo, pero no sé si está preparado para llevar adelante esa función.

-¿Cómo fue jugar en Boca en la década del 80?

-Era otra época, otro fútbol; había otra tecnología, era distinto. Jugar en Boca siempre es estar en otra dimensión. porque fue grande y lo seguirá siendo toda la vida.

-En 1986, pasó a San Lorenzo de Almagro. ¿Le costó adaptarse?

-Fue una carrera bárbara la que tuve, que me permitió estar en el Ciclón, que también es un equipo importante del fútbol argentino. Ya me había acostumbrado tanto a Boca que cuando fui a San Lorenzo me parecía que era un equipo menor, mucho más chico que Boca en todos los sentidos, en cuanto a la popularidad, la gente y las repercusiones en la prensa.

-¿Qué análisis hace de la situación actual del equipo de Boedo?

-Hace poco viajé a la Argentina, ya que represento a Agustin Rogel, defensor de Estudiantes de La Plata. En Buenos Aires, me puse a charlar con un abogado que me dijo qué dos clubes están al horno: San Lorenzo e Independiente, porque tienen muchas deudas económicas. Cuando al club le empiecen a caer los juicios va a ser complicadísimo salir adelante. Tiene una lista de juicios y no sé como va a poder hacerle frente a eso. Están complicados económica y judicialmente. Cuando los clubes arrastran este tipo de crisis, es muy difícil.

-En Boca, pasó algo similar cuando se fue Diego Maradona. ¿Considera que estuvo en uno de los peores momentos da la historia xeneize?

-En mis siete años en Boca coseché amigos y grandes compañeros. Estuve en el año de Maradona, que fue maravilloso. Y después en los peores momentos del club en su historia. Entre 1983 y 1985 nos tocó enfrentar una crisis económica tremenda, que no le permitía al club incorporar jugadores. Producto de eso, no pudimos formar un equipo competitivo. Igualmente, el equipo Azul y Oro reventaba la cancha donde jugase, aunque el equipo no rindiera. La institución no podía invertir dinero y traía refuerzos que no eran figuras.

-¿Había tocado fondo?

-Sí, porque no teníamos un plantel de categoría; el equipo era garra y corazón. La gente alentando y en el campo de juego poníamos huevos. Mucha calidad no podíamos tener porque carecíamos de figuras. Yo jugué el famoso Superclásico en el que Boca hizo de local en el Monumental. Un momento increíble en la historia boquense que no volverá a repetirse. Había una deuda bárbara y pasaba de todo. Hoy, es diferente.

-¿Por qué?

-Boca económicamente está saneado, pero tiene problemas de organización, con jugadores problemáticos que se comen juicios por abusos y otros que se quieren ir. Así nunca va a salir adelante.

-¿Por Villa lo dice?

-No solo por él, que es un buen jugador, pero no es fundamental como Maradona, Messi o Mbappé. Es veloz, rápido, pero tampoco te va a ganar un campeonato solo. Tiene velocidad al igual que Zeballos, que es atrevido, un diablo, que sabe con la pelota y encarador, pero no deja de ser un pibe para asumir una responsabilidad muy grande cuando el equipo no anda. No podés pretender que te gane los partidos un chico de 20 años.

"Cavani es ideal para Boca, pero hace un año que se está hablando y no pasó nada", remarcó
"Cavani es ideal para Boca, pero hace un año que se está hablando y no pasó nada", remarcó

-¿Le recomendaría a su compatriota Edinson Cavani que juegue en el Xeneize?

-Cavani es un jugador ideal para Boca, por su despliegue y sacrificio. Es un delantero que contagia y no tiene problemas en defender y marcar. Pero no va a llegar al club, porque hace un año que se está hablando sobre esto y no pasa nada.

-¿Cómo fue haber compartido vestuario con Maradona?

-Cuando llegué a Boca tenía 21 años. Por mi forma de ser y jugar, nadie decía que era un chico. Yo era callado y reservado. Lo disfruté a Diego adentro de una cancha, en los viajes y en las concentraciones. Él era mucho más joven que yo y me di cuenta de que no iba a tener una vida fácil e iba a ser muy complicada llevarla a cabo.

-¿Cómo se dio cuenta?

- Tenía 19 años y no podíamos aterrizar en África porque lo estaban esperando y habían invadido la pista. No podía almorzar con nosotros en las concentraciones porque terminaba encerrado en su habitación sin poder salir. Lo disfruté en ese sentido. Después, no fui muy apegado a él. No conservo nada de Pelusa, sólo tres fotos que no pedí. No era de andar atrás de los jugadores. Estuve un año entero y nunca le dije “vamos a sacarnos una foto o firmame esta camiseta”. Yo tengo grandes recuerdos de otros ex compañeros.

- ¿De quiénes?

- De Pancho Sá, por ejemplo. Una excelente persona, un fenómeno como jugador. Lo ganó todo y es de los más ganadores en la historia del fútbol argentino. También, el Tano Pernia, el Chino Benítez, Miguel Bríndisi, Mario Sanabria, el Ruso Ribolzi y Eber Mastrangelo, entre otros. Diego fue el más grande que vi en mi vida. Ganador mil por mil, con un fuerte carácter y personalidad; con mucho temperamento y el único futbolista que podía ganarte un partido solo. Sin embargo, tengo más gratos recuerdos de otros ex compañeros que de Maradona, porque eran veteranos, habían ganado todo y fueron mis amigos.

-Como ex compañero de Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca, ¿estuvo de acuerdo cuando dejaron Boca para ir a River?

-Con Gareca nos escribimos y hablamos, nos vimos en Uruguay y en Perú. Yo siempre fui de hacer amigos en el fútbol. Con Oscar siempre andábamos juntos. Después, ellos tomaron esa decisión que yo nunca compartí. Se los dije: “No estoy de acuerdo, muchachos”. Pero fue una decisión personal de cada uno y no me puedo meter en los bolsillos de ambos.

-¿En qué no estuvo de acuerdo?

-Que se iban a jugar al Millonario y los que nos quedábamos éramos los malos de la película. Es insólito. Lo mismo pasa ahora. Como se fueron Pavón y Salvio por problemas con la dirigencia, ¿el resto debería irse? No, para nada. Si yo decido salir de Boca para pasar a River luego me la tengo que aguantar porque no es común quedar libre del Xeneize para irte a su clásico rival. O viceversa. Había muchachos que no se animaron a enfrentar a Ruggeri y a Gareca y se fueron con ellos, pero el tiempo puso a cada uno en su lugar, ya que no jugaron en ningún lado más. Ahora, los que nos animamos a decirles que no, éramos los malos de la película. Nunca me peleé con Oscar ni con Ricardo porque fuimos amigos y pasamos de todo un poco en la institución de la Ribera, momentos lindos y malos.

-¿Gareca es el indicado para reemplazar a Sebastián Battaglia?

-Es un gran entrenador de fútbol. Llevó a cabo un gran trabajo en Perú. Es un muy buen técnico para Boca. Lógicamente, hay gente que lo va a resistir por su pasado, pero otros lo van a querer. Mirá a Battaglia como lo rajaron, siendo el más ganador de la historia. A la larga, siempre el culpable será el DT. Gareca es un muy buen entrenador y sería el indicado para ser el próximo director técnico de Boca. Como hincha me encantaría que Gareca dirija a Boca algún día. Ha demostrado que tiene mucha capacidad y se merece una oportunidad.

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