El viernes a media mañana, el jefe de la barra de Laferrere, Fabricio Martínez, salió de su casa en González Catán. Se subió a su VW Vento gris modelo 2018 y se dirigía a una reunión con su gente del Sindicato de la Carne Matanza Norte, donde pisa fuerte como secretario adjunto. De ahí tenía pensado reunirse con el resto de la barra del Villero, para preparar el debut de local en el torneo Clausura de la Primera C, cuando este domingo por la segunda fecha Lafe enfrente a Real Pilar.
A pesar de las zonas oscuras donde suelen moverse sus negocios, Martínez, de 33 años, no estaba preocupado. Por eso no atinó a mirar hacia atrás cuando arrancó su auto. Apenas puso segunda cuando dos sicarios en una moto de alta cilindrada se le acercaron y le apuntaron. Martínez aceleró y hubo una ráfaga de balazos que no acertaron el blanco. Generalmente, en estos hechos, los sicarios huyen. No fue el caso. Estaban contratados para matar. Por eso lo persiguieron y a siete cuadras, en la intersección de Pedro Russo y Olivieri los dos encapuchados volvieron a emboscarlo y otra vez se escuchó la ráfaga de metralleta. Dos balazos dieron en la espalda del líder barra quién perdió el control del auto y terminó chocando. Un llamado al 911 alertó a la Policía que llegó al lugar pero Martínez ya no estaba: había sido trasladado por sus familiares al hospital Simplemente Evita del kilómetro 32 de la ruta 3, a unas 70 cuadras del hecho. La velocidad en que lo llevaron, la falta de puntería de los sicarios más el trabajo médico hizo que el jefe de la barra de Laferrere no perdiera su vida de milagro.
Rápidamente tomó intervención la UFI descentralizada número uno, a cargo del doctor Fernando Gárate, quién caratuló el caso como tentativa de homicidio. La primera hipótesis con la que trabajó la Subestación Sur de la Policía Bonaerense de La Matanza a cargo del tema fue una probable interna de la barra de Lafe. La tribuna del equipo más popular de esa zona del Conurbano tiene múltiples conexiones políticas que la erigieron en un polo de poder importante.
Desde mediados de los 90 y hasta 2013, fue gobernada por la facción La Banda Eterna, que lideraban Miguel Balladar y Héctor Roy Pastrana. Por entonces, la barra de Lafe tenía dos negocios: trabajar para Lafer Bus, la empresa que con 35 combis hacía el recorrido hasta el centro, y cobrar por seguridad a los negocios de la avenida Luro, la principal de Laferrere. Todo bajo el paraguas de la protección política. Pero en 2014, un nuevo grupo que reunió a los violentos de los barrios San Carlos, La Marconi, Spiro, Giardino y KM 24 y 26 de la Ruta 3, ganó la tribuna y decidió ampliar el rubro hacia la venta de estupefacientes y el robo a mano armada y tarifar las pintadas políticas en todo su territorio. Para eso trabaron relación con la barra brava de Atlético Medellín de Colombia, que pasó a ser la proveedora de la droga que se distribuía en Laferrere, Esteban Echeverría, Virrey del Pino, González Catán e Isidro Casanova. De hecho hubo una redada en 2015 y una causa por narcotráfico que en 2018 barrió con parte de la primera línea, entre ellos el jefe, el Negro Toledo. Ahí empezó a pisar fuerte Fabricio Martínez, cuyos contactos no eran menores. Porque a diferencia de los anteriores líderes, Martínez venía de tener fuerzas de choque en la zona de La Salada y pisar fuerte en el sindicato de la carne de la Matanza siempre apoyando al secretario general a nivel nacional, José Beto Fantini.
Con este marco, se insiste, la primera hipótesis fue una interna de la barra de Lafe. Pero en 24 horas la situación viró: la Policía ahora puso en la mira los negocios de los matarifes y detrás de ellos apareció la sombra de La Doce, la barra brava de Boca. ¿Por qué? Porque según los investigadores habría una pelea por quedarse con el cobro de peajes en la zona para dejar trabajar a los establecimientos cárnicos y en el sindicato de La Matanza Norte pisa fuerte la barra de Boca, ya que el hombre que los representa allí es nada más ni nada menos que Mariano Mantarro, alias Manija, mano derecha de Rafael Di Zeo. Y Fabricio Martínez, el líder de Lafe, tendría según los investigadores una relación con Marcelo el Manco Aravena, el jefe de la facción Lomas de Zamora de la barra de Boca, tercera pata junto a Di Zeo y Mauro Martín del poder en la Bombonera y enemistado a muerte con la familia Coronel, que maneja la barra de Los Andes y son fuerza de choque del sindicato Sitraic, del mundo de la Construcción. Sobre esto en particular, cerca de Aravena niegan que sea amigo y que, como mucho, lo vio cuatro veces en su vida.
Claro que si bien el rumbo de la investigación parece ir por esta vía, por González Catán se habla en forma creciente de otra hipótesis. Un ajuste narco. La metodología de los sicarios apunta hacia ese lugar y además, después de aquel golpe judicial de 2018 que se llevó puesta a la primera línea de la barra, quienes los sucedieron habrían generado otra vez contactos y se habrían hecho cargo del asunto dejando afuera a quienes lo manejaban hasta ese momento. Y ello, más tarde o temprano, se paga.
La UFI 1 tiene esperanza en que Martínez, apenas pueda, declare y dé los nombres de quienes quisieron asesinarlo. El hecho mezcla barras, sicarios, droga y los personajes más rancios de los que se nutren el sindicalismo y la política. Una pintura exacta de la Argentina barrabrava.
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