Hace unas semanas, Lionel Scaloni había sido sorprendido haciendo “bar office” en un local gastronómico de Rosario. Con su notebook, un café y el mate, el entrenador de la selección argentina trabajaba de modo remoto junto a su cuerpo técnico en la planificación de los 10 días de trabajo que el plantel tuvo en Bilbao y en los encuentros ante Italia (triunfo 3-0 y el trofeo de La Finalissima viajó a las vitrinas de la AFA) y Estonia (goleada 5-0 con cinco conquistas de Messi). Pues bien, la escena, humilde, despojada de excentricidades o demandas, volvió a repetirse en Pamplona... E incluyó un particular viaje en tren.
El orientador albiceleste, de 44 años, reside en Mallorca, por lo que no regresó al país junto a buena parte de la delegación. En su lugar, esperó en la ciudad donde se desarrolló el amistoso ante Estonia y de allí se trasladó en tren, como uno más, hasta Barcelona. El periodista Pablo Carrozza fue quien se lo encontró y compartió de manera azarosa la travesía. Y la registró en su cuenta de Twitter.
“Les quiero contar una situación que he vivido esta mañana con una de las personas que más felices nos hizo en los últimos tiempos. Me encontré a Lionel Scaloni, DT de la Selección, sólo, con una notebook, en una cafetería de mala muerte, en la estación de Pamplona”, comenzó su hilo.
“El pujatense, que acababa de dar la vuelta ante Italia en Wembley, y golear a Estonia 5 a 0, trabajaba como un oficinista, a las 8.30 en el bar de la terminal. Me acerqué, le extendí la mano, le agradecí por su tarea en el equipo nacional, y decidí no volver a molestarlo”, continuó.
“A eso de las 9, subí al tren que me llevaba de regreso a Barcelona, y volví a cruzarlo. El hombre que nos había regalado la Copa América después de 28 años, con vuelta incluida en el Maracaná, hacía la fila con su valija y su barbijo, como un ser humano común y corriente”, describió su sorpresa. Pero el destino lo puso cara a cara con el Gringo también en el vagón.
“De repente levanto la vista y observo que se sienta adelante mío. Cruzamos un par de palabras, se acomoda, y vuelve a abrir su notebook. Se pone a ver el partido de Uruguay con EEUU. Retrocedía y avanzaba las jugadas. Le ofrecí un mate y me dijo que no. Jamás dejó de trabajar”, detalló el encuentro en el que enfocó su análisis (terminó 0-0).
“En medio del viaje, que por cierto duraría unas 4 horas y media, Leónidas de Pujato le cedió su asiento a una señora, que quería ventanilla. Por supuesto, la mujer vasca no tenía la menor idea quién estaba sentado a su lado. Sospecho que el resto del vagón tampoco”, contó el gesto que tuvo el DT con una pasajera.
“Ambos bajamos en Sants, una de las terminales de Barcelona. Se fue mezclado entre la gente común, como un hombre cualquiera. Llevando en su valija la ilusión de un país entero, que sueña con el mundial de Qatar. PD: El día que lo vuelva a cruzar, espero que me acepte un mate”, cerró Carrozza su relato, que se hizo viral y le sumó un capítulo más al fanatismo de los hinchas por la Scaloneta y su conductor.
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