Hace semanas que se sabía que algo podía pasar por Avellaneda. Porque la interna de la barra de Independiente estaba en su máximo punto de cocción y porque el grupo de Pablo Bebote Álvarez había quedado aislado tras la reunión y acuerdo entre las otras dos facciones, la de César Loquillo Rodríguez llamada Somos Nosotros y la oficial, la que cuenta con el beneplácito de la comisión directiva, autotitulada Los Dueños de Avellaneda cuyo líder es Juan Ignacio Leczniki. Y finalmente el encontronazo estalló pero no entre los violentos sino entre los barras de Bebote Álvarez, que viendo que se quedaban afuera definitivamente de la tribuna intentaron copar varias horas antes el Libertadores de América a la espera del partido contra Ceará, y la Policía, que había montado un gran operativo de seguridad.
El resultado es de 163 detenidos, entre ellos un policía de la ciudad de Buenos Aires que integraba el grupo de Bebote y dos oficiales heridos, uno de ellos el titular de la Comisaría Primera, Raúl Couceiro, quien encabezó el operativo. Además se secuestraron las banderas de esta facción de la barra y por ahora hay una causa judicial por atentado y resistencia a la autoridad y lesiones leves que lleva adelante el fiscal Mario Prieto, de la UFI 4 de la departamental Lanús Avellaneda. Ah, Bebote Álvarez no está entre los que quedaron presos.
Todo comenzó cerca de las 17 horas cuando se acercó por las vías el bando de Bebote Álvarez. Eran unos 350 barras decididos a ingresar al estadio que estaba por abrir sus puertas en ese momento. Ya en la semana, Álvarez había amenazado con entrar a la tribuna Norte y Sur con su gente. La Norte es a la que históricamente fue la barra oficial. Días atrás se habían producido enfrentamientos en una quinta de La Reja propiedad de Bebote y también en el club Juventud Unida de Barracas, donde se reúne la facción Los Dueños de Avellaneda. De hecho hubo un intento de cónclave en Lomas de Zamora para tratar de sellar un acuerdo de convivencia pacífica, pero no se logró.
Por eso la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) estaba atenta. Habitualmente el grupo de Bebote se reúne en el estacionamiento del hipermercado que está detrás del estadio y desde ahí esperaba las órdenes. Esta vez, la orden fue avanzar hacia la cancha e ingresar. Y cuando entraron al anillo de seguridad les dijeron que no podían estar ahí y comenzaron los enfrentamientos entre los barras y la Policía. Los violentos también les arrojaban piedras a los empleados de Utedyc y la situación parecía desmadrarse por lo que los oficiales utilizaron las escopetas con munición de balas de goma para dispersar, cuyos disparos son los que se escuchan en los videos viralizados y que publica Infobae.
En medio de esa refriega llegaron refuerzos para el operativo y fueron detenidos finalmente 163 barrabravas que fueron trasladados a la comisaría Primera de Avellaneda y puestos a disposición de la Justicia. Si bien el fiscal a cargo, Mario Prieto, dispuso en principio la individualización de todos, aquellos que no tengan antecedentes como siempre irán recuperando la libertad en las próximas horas, porque los delitos que se les adjudican son excarcelables. Lo mismo había ocurrido el mes pasado cuando los más de 100 detenidos eran de la facción de Loquillo Alvarez. Lo que sí es que todos pasarán a integrar la base de datos del programa Tribuna Segura y se les aplicará la restricción judicial de concurrencia a los estadios y el derecho de admisión, algo que de cualquier manera no parece limitarlos a la hora de intentar igual ingresar.
En medio de todo este conflicto, el hincha común de Independiente comenzaba a llegar al estadio para una noche donde quedará sellada la suerte de su equipo, si clasifica a octavos de la Sudamericana o se queda fuera de la competencia continental. Ese mismo hincha que viene sufriendo no sólo la interna violenta de la barra sino también la imposibilidad de expresarse contra la dirigencia, ya que la facción oficial se ubica en distintos lugares del estadio para hacerlos acallar. Así está Independiente hoy, en un combo que trae violencia, conflicto institucional y un presente deportivo a años luz de su rica historia.
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